Una entreabierta caja de Pandora
Opinión

Una entreabierta caja de Pandora

¿En cabeza de quién cabe que sean los propios investigados quienes escojan a sus jueces?

Por:
diciembre 29, 2015
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A no ser que un destello de reflexión y prudencia ilumine a los encargados de desmovilizar a la guerrilla en La Habana, ocurrirá lo que algunos anticipamos en vano: que las Farc escogerán jueces afines para que investiguen y enjuicien los miles de crímenes atroces que sus guerrilleros han perpetrado contra la sociedad colombiana a lo largo de más de medio siglo.

De acuerdo con la edición de El Espectador del pasado domingo, que dijo haber tenido acceso a los 75 puntos que en septiembre pasado acordaron el gobierno y esa guerrilla sobre justicia transicional, “las partes establecerán de mutuo acuerdo y antes de la firma del acuerdo final los criterios de selección y nombramiento de los magistrados de salas y secciones, y los integrantes de la Unidad de Investigación y Acusación”.

Pues parece que en esta negociación también se aprueban reglas a la media noche, por el afán de ir a descansar, sin medir las consecuencias de lo que contienen. Tiene que ser esa la explicación, pues de lo contrario sería admitir que las Farc hacen lo que les viene en gana en la promocionada mesa de diálogos.

¿En cabeza de quién cabe que sean los propios investigados quienes escojan a sus jueces? Desde luego que las Farc, en su mundo ideal, si se les permitiera, escogerían a dedo y buscarían investir como magistrados o jueces a individuos que comulguen ideológicamente con todos los disparates que han cometido a lo largo de más de 50 años, con lo cual el tribunal vendría a añadir desgracias a las ya ocurridas. O investirían como magistrados o jueces a políticos afiliados suyos que reúnan las condiciones exigidas y que, de seguro, verán una oportunidad para camuflarse, evitar ser investigados ostentando un rol jurisdiccional y ejecutar venganzas políticas.

En todo caso, ya me imagino una sentencia contra Timochenko. Concluirá que el muy farsante fue obligado a empuñar las armas por una sociedad injusta a la que tuvo que enfrentar por el bienestar de la mayoría de colombianos pobres y atropellados. Y leeremos en aquellas sentencias que los guerrilleros tuvieron que matar para que otros vivieran, invocando la célebre teoría de un constitucionalista fallecido.

El artículo de El Espectador también informa que “todas las sentencias del Tribunal para la Paz, así como las resoluciones de las salas para el componente de justicia que definan situaciones jurídicas o concedan amnistías o indulto, harán tránsito a cosa juzgada cuando estén en firme y se garantizará su inmutabilidad. Dichas sentencias solo podrán ser invalidadas o dejadas sin efecto por el mismo Tribunal por las causales restrictivas expresamente determinadas”.

Con razón el diario concluye que contra las sentencias de este tribunal tan singular no procederían acciones de tutela ni de casación ni de revisión en la justicia ordinaria. Llegan muy lejos, sin embargo, quienes creen que la llamada justicia transicional es una plaza de mercado a donde se llega a barequear cualquier consideración alrededor de la justicia.

Adicionalmente, no debe extrañarnos que al pretender otorgar “plena seguridad jurídica a quienes participaron de manera directa” en el “conflicto armado interno” se extienda la misma salvaguarda a quienes también participaron de manera “indirecta” en el mismo “conflicto”. Me imagino desde ya la lista de personajes sinuosos de la vida nacional que van a encontrar protección y bien remunerada burocracia en esa cláusula.

En todo caso, debemos estar muy atentos al tipo de justicia que nos quieren vender en el tribunal de las Farc, no vaya a resultar peor que el que le aplicaron a Leopoldo López en Venezuela o el que le administran en Cuba a los opositores del régimen de los Castro, pues, de acuerdo con lo que se sabe, ese esperpento judicial también juzgará a civiles y militares.

Pocos en Colombia estarán de acuerdo en que por arte de magia la Corte Constitucional, la Corte de Suprema de Justicia, el Consejo de Estado y la Fiscalía misma vayan a perder la competencia que la Constitución del 91 les dio para conocer los casos que el tribunal de las Farc pretende  absorber ahora.

Si estas instancias se van a ver limitadas por aquel fuero tan excluyente, habría que confirmar que en definitiva el centro de poder en Colombia se desplazó radicalmente, con las consecuencias que ello implica para propios y extraños, lo que sería más grave todavía tratándose de unos sujetos que tienen poca o ninguna aceptación entre los colombianos, impopulares arriba del 90 %, según todas las encuestas.

¡Con razón las Farc sostienen que lo que se acordó en la capital cubana el 23 de septiembre es un tema cerrado! ¡Cómo van a perder la oportunidad de que sus máximos cabecillas salgan como víctimas! Y, sobre todo, ¡cómo van a perder la oportunidad de intimidar a sus víctimas y meter a la cárcel a quienes han denunciado sus acciones!

Estoy convencido de que la paz no depende de que las disminuidas Farc se desmovilicen o no. Y que además la paz de Colombia nos será esquiva mientras sea la renta de cientos de vividores y contratistas del “conflicto”. Pero siempre será útil que ilegales se desmovilicen, y no se requiere mucha astucia para entender que se debe pagar un precio para facilitarlo.

Pero si las Farc les meten a los colombianos semejante gol, cómo irá a ser entonces cuando con poder –real y legal– empiecen a decir por ejemplo exprópiese tal empresa o tal banco porque participaron directa o indirectamente en el “conflicto interno”…

Doctor de la Calle: considere por un momento si dejó entreabierta la caja de Pandora, y lo invito a pensar que aún puede haber tiempo de cerrarla. No es imposible anticipar las desgracias solapadas y silenciosas que se aproximan. Ojalá esta reflexión valga la pena para usted.

Publicada originalmente: 3 de noviembre 2015

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