El Museo del Oro tiene la exposición La sacerdotisa de Chornancap que después de superar toda suerte de obstáculos, llegó para mostrarnos uno de los más recientes descubrimientos arqueológicos del valle más grande del norte del Perú, donde se han encontrado más de 250 pirámides. Fue allí en donde hallaron a la sacerdotisa que nos habla de una sociedad marcada por una matriarca. La exposición muestra los variados objetos encontrados en la tumba de la sacerdotisa que, a juzgar por su variedad y cantidad, confirma la creencia ancestral de que la muerte es apenas un paso a otro mundo.
Detalle de la diadema con la imagen de la Sacerdotisa de Chornancap sentada frente al telar.
Foto de los objetos de la colección: Ministerio de Cultura del Perú/Banrepcultural
Como si la sacerdotisa no hubiera querido que sus objetos salieran de su entorno, la exposición sufrió toda clase de inconvenientes para llegar a Bogotá y cuando finalmente lo hizo, seis meses después, el día que llegaron las cajas, se fue la luz. Sin embargo, ahí está una exhibición enmarcada en telas moradas con sellos precolombinos que hace fondo a un bello y variado despliegue de objetos, desde una vasija antropomorfa en cerámica hasta vasos en forma de cuerno, diminutos collares en diferentes aleaciones y la presencia de un común material de las zonas costeras como son las conchas. Sobre la tumba se encontró un manto con 90 anillos de cobre cosidos, y una diadema de plata que representaba a la sacerdotisa sentada sobre una media luna, frente a un telar y bajo el techo de un templo que representa su estatus. Ella, entre otras sutilezas, no podía pisar el suelo, debía caminar sobre flores y oro. También se encontró una máscara icono de la exposición que representa en pequeño lo grande, el poder de la sacerdotisa de Chornancap, su capacidad de transcender y lo más humano de sus lágrimas.
Collar de cuentas antropomorfas y esferas de oro.
Foto de objetos de la colección: Ministerio de Cultura de Perú/Banrepcultural
Esta exposición tiene magia, tiene encanto, tiene lo desconocido, una civilización que existió justo antes de la creación del imperio Inca en épocas medievales para Occidente, y que dejó en sus objetos un registro de su vida social en la que la mujer tenía un puesto preponderante.
Para ir a esta o cualquier exposición o museo debe uno hacer reservaciones por razones de pandemia. La hice, tal como lo hice con el Museo Nacional. En ninguno de los dos casos funcionó. Cuando llegué, la reserva no estaba, los cupos se habían entregado a extranjeros que curiosamente son los únicos que se encuentra en estos lugares culturales hoy en día. Sería bueno que los museos se tomaran en serio el tema de las reservas.