"Si quiere una imagen del futuro, imagine una bota pisando un rostro humano" —George Orwell
En la Revolución francesa se presentaron los hechos más representativos de un pueblo inconforme, con desigualdad y falta de oportunidades. Se abolió esa monarquía totalitaria, que estaba perjudicando el bienestar del conglomerado social. En este hito histórico se llegó también a los debates políticos, sociológicos en donde se buscó la prevalencia y la dignificación del hombre; es decir, el otorgamiento y reconocimiento de derechos como especie razonable. De ahí se llegó a la representación política de los gobiernos por el sufragio universal, emanado del mecanismo más conocido y previsto antiguamente, la democracia.
La democracia es el mecanismo en donde el pueblo transmite su soberanía decidiendo su representación en el gobierno del Estado mismo. Pero, ¿después de la Revolución francesa realmente heredamos una democracia soberana, en pro a la igualdad, a la vida, salud, educación, o tenemos esa misma monarquía disfrazada de democracia? En los últimos 200 años solo se ha visto que al conglomerado social le dieron voto, pero no voz. Lo dicho anteriormente conduce a la realidad percibida de que tenemos un sistema político, económico, social, en donde solo se está beneficiando una pequeña camarilla de personas a nivel nacional e internacional, dueña de los bancos, las petroleras, los medios de comunicación masivos, que han creado en este sistema participativo, dos elementos: un modelo democrático y una dictadura moderada en beneficio de esta clase capitalista. Y que, a la gran masa del pueblo, solo le están dejando una vida de sobrevivencia sin bienestar en este mundo. "La democracia es una ficción estadística" (Jorge Luis Borges, 1899-1986).
Una dictadura hereditaria en generación tras generación, que solo busca la capitalización de los bienes públicos del Estado con sus políticas neoliberales y permitiendo elementos internacionales nocivos que dañan las culturas y raíces de nuestros pueblos, el sometimiento psicológicamente a esta gran concentración de personas; haciéndonos creer que la esperanza es el individualismo y el conseguir las cosas materiales para un mejor vivir. Y moldeándonos con sus medios de información, nuestras opiniones políticas para su control estatal. La democracia es un gran mecanismo y muy elemental para la organización de un Estado, pero si seguimos eligiendo los mismos con las mismas, este sistema inhumano creado por estas personas crece más cada día.
Sin embargo, para revertir este determinado aspecto nefasto en la sociedad se requiere cambiar este sistema creado por este grupo financiero, por uno en donde cada ciudad, región y departamento se encuentre la unidad, el colectivismo entre sí de nuestro pueblo. No hablo de comunismo, digo cero regionalismos, cero odios, para llevar a cabo un desarrollo humano y el fortalecimiento social como nación, obteniendo un sistema educativo donde se enseñe a pensar y no a obedecer a las personas. Así mismo, para proteger nuestras riquezas naturales, porque con todo este poder financiero están destruyendo nuestra naturaleza. Por lo tanto, permitiendo con todo esto, que tengamos sentido de pertenencia por nuestro Estado mismo.
