Desde el pasado siglo XX la economía y la política se vienen globalizando. Los países con mayor poder doblegan las economías de los países del Tercer Mundo e interfieren en su política, buscando hacer primar sus intereses nacionales.
¿Por qué, entonces, no se globalizan también los procesos electorales y aceptan que los ciudadanos del Tercer Mundo votemos en sus elecciones?
Yo quiero votar el próximo 3 de octubre en las elecciones gringas para coadyuvar a la derrota de Trump y sé que muchos compatriotas de la Patria Grande también quisieran hacerlo, ya que la elección de un presidente de los Estados Unidos —al menos en el caso colombiano— tiene más incidencia en nuestras vidas que la propia elección de un presidente local, ya que los que triunfan, al menos en Colombia, son los que cuentan con el aval de los Estados Unidos. De lo contrario, zuás, los condenan a muerte.
Recientemente los medios de comunicación nos han informado que el señor Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior, altaneramente le “exigió” al presidente Maduro que retrase seis meses las elecciones parlamentarias en Venezuela.
Si la Unión Europea puede “exigirle” al presidente Maduro que se realicen elecciones en Venezuela en la fecha que a ellos les conviene, con el mismo principio de equidad, ¿por qué no podemos exigir nosotros que nos dejen ser partícipes de las elecciones de los países que conforman la Unión Europea? Y, según esa misma lógica, ¿por qué no podemos hacernos parte de las elecciones en los Estados Unidos? y ¿por qué no en Israel?
O todos en la cama, o todos en el suelo. La globalización debe ser para todos y yo quiero votar contra Trump en las próximas elecciones del 3 de noviembre. Sé que muchos de mis compatriotas querrán hacer parte de esta cruzada por el derecho a que la globalización abarque todos los aspectos de la vida internacional.
Leíamos en estos días en la prensa que Mr. Trump lanzó, a los cuatro vientos, un efusivo tuit a raíz de que la jueza colombiana de control de garantías derogara la detención precautelativa que pesaba sobre el enjuiciado exsenador Álvaro Uribe Vélez. El tuit decía: “Felicitaciones al expresidente Álvaro Uribe, un héroe, ¡antiguo merecedor de la Medalla Presidencial de la Libertad y un aliado de nuestro país en la lucha contra el castrochavismo! Yo siempre apoyaré a nuestros amigos colombianos”.
Déjennos entonces a nosotros, los enemigos de los amigos de Trump, ejercer nuestra voluntad en las urnas para derrotar a quienes apoyan a nuestros enemigos en Colombia.
Necesitamos que nuestro pseudoactual presidente no siga siendo defendido y estimulado en su obsesión por derrocar al presidente Maduro. O respetan la autodeterminación de los pueblos o que nos den el derecho de globalizar el voto.
