En una nota ciudadana publicada por el portal Las2Orillas el día 13 de julio hacíamos un recuento de la preocupante problemática que reflejan las cuentas regionales para el departamento de Arauca. En dicho análisis se mostró evidencia contundente acerca de la profunda crisis de crecimiento económico negativo que vive el departamento de Arauca desde hace ya una década, explicando que si bien el comportamiento del sector petrolero ha jugado su parte en esta realidad, la crisis no se explica exclusivamente dicho comportamiento, sino que existen otros factores estructurales cuya superación no se avizora al menos en el corto plazo.
En esta ocasión, nuestro análisis se orienta a resaltar nuevamente las implicaciones de esta grave crisis, haciendo eco de la delicada realidad que evidencia el mercado laboral araucano. No en vano, hay que iniciar por decir que Arauca ocupa el deshonroso primer lugar en desempleo en el país, con una tasa que ascendió en el año 2017, de acuerdo con lo registrado por Departamento Nacional de Estadística (DANE), al 23,4% (DANE, 2018).
Ahora bien, es importante recalcar que en virtud a las grandes deficiencias en materia de seguimiento estadístico en el país, los datos del DANE que aquí replicamos, corresponden únicamente a la ciudad capital. No por lo anterior las conclusiones aquí contenidas deberían ser desatendidas, pues es claro para quienes habitamos este territorio que Arauca municipio es un importante polo que aglomera un número importante de los servicios comerciales y sociales que se ofertan en el departamento, además de contar, de acuerdo con la proyección de series poblacionales del mismo DANE, con aproximadamente el 35% del total de la población que habita el territorio.
Ya realizadas estas precisiones, nos es posible continuar con la descripción del problema. En primer lugar, es necesario destacar el hecho de que en el periodo 2012-2017 el porcentaje de la población en edad de trabajar creció apenas en un 3%; que la Tasa Global de Participación (TGP), la cual mide la relación entre las personas en edad de trabajar y las que son consideradas económicamente activas, creció en un marginal 0,39%; mientras que la Tasa de Ocupación (TO), que mide el cociente entre el número de personas que se encuentran ocupadas y la población en edad de trabajar, se contrajo en un 10,2%. Estas cifras, presentadas en el gráfico 1, son importantes para desvirtuar posibles explicaciones que se puedan presentar acerca de la alta tasa de desempleo en el departamento de Arauca: en primer lugar, la misma no puede ser producto de un supuesto mayor dinamismo de la economía que haya impulsado a que más personas se activaran en la búsqueda de empleo; segundo, no es perceptible, por lo menos para el año 2017, un boom migratorio que se refleje en una mayor cantidad de población en disposición de trabajar; por último, es claro que el aparato productivo del territorio ha sido incapaz de generar nuevas fuentes de empleo, por lo que el aumento de la población en edad de trabajar se ha visto reflejada en el incremento del desempleo o directamente en la inactividad económica de los individuos.
De esta manera, hemos llegado a la situación de desempleo más crítica de la que se tenga registro en la historia del municipio de Arauca. Como se puede apreciar en el gráfico 2, en lo últimos 6 años la tasa de desempleo ha crecido en un alarmante 63%. Son casi 30.000 personas en edad de trabajar y con disposición a hacerlo, las que durante el año 2017 no lograron ingresar al mercado laboral. Sin lugar a dudas se trata de una grave problemática social para la que no se evidencia un política pública contundente.
Si se entra a analizar la discriminación sectorial del empleo en el departamento de Arauca, la preocupación en vez de apaciguarse se acrecienta. Y es que resulta llamativo el hecho de que las actividades con mayor peso en la producción departamental (Agricultura, Minería, Gobierno), que en conjunto suman más del 70% del PIB departamental, apenas generen poco más del 12% de los empleos en el municipio capital (DANE, 2018). Por su parte, el sector servicios, es el que más aporta a la generación de empleo, ocupando al 78% de los trabajadores de Arauca (DANE, 2018). Estos datos dan pie a inferencias que ya habíamos esgrimido en la nota ciudadana que se mencionó unos párrafos más arriba:
1. La economía araucana se ha sustentado en sectores poco intensivos en mano de obra y sobre los cuales no se ha logrado apuntalar dinámicas de enclave y aglomeración que faciliten la generación de capacidades para competir en los mercados nacionales e internacionales.
2. Específicamente, el impacto de la actividad petrolera en el mercado laboral araucano ha sido marginal, hasta el punto de que para el año 2017 su contribución no alcanzaba los 500 puestos de trabajo (DANE, 2018).
3. La ocupación laboral en Arauca, se encuentra concentrada en actividades de poco o nulo valor agregado, lo que de cierta manera explica los escasos procesos de incorporación de conocimiento a las dinámicas productivos, el ostracismo de las instituciones de educación superior presente en el territorio, y los muy pobres resultados obtenidos por el territorio en las mediciones de ciencia, tecnología e innovación que se realizan en el país.
Es normal que ante esta situación surja la pregunta acerca de ¿qué se puede hacer? y ¿cómo se puede enfrentar el problema? Todas las posibles respuestas apuntan, en un primer momento fundamental, al sector público y su capacidad para generar condiciones favorables para la actividad económica privada y la empleabilidad de las personas. Urge una política pública de empleo y fomento empresarial. Ya existen dirán algunos, y sí, pero son documento anacrónicos. Se requiere un política pensada para las condiciones y las realidades del siglo XXI.
¿Cuáles son estas condiciones y realidades? Pondré un ejemplo al respecto: en la campaña para las pasadas elecciones legislativas, el candidato araucano al Senado con mayor votación preguntaba insistentemente por qué Arauca no podría contar con industrias y fábricas, es una respuesta válida a la que nadie brindó respuesta oportuna. Pues bien, algún asesor o analistas cercano al entonces candidato debió haberle dicho que en el mundo actual los grandes complejos industriales que se crearon en el siglo XX tienden a desaparecer (sí, las zonas, parques y distritos cada vez son más escasos), en esencia, porque la producción se ha concentrado en grandes empresas multinacionales que han deslocalizado sus procesos productivos. El software se genera en Silicon Valley mientras el hardware se ensambla en China.
Dada esta realidad, cabe preguntar ¿qué tiene para ofrecer un territorio periférico como Arauca a la cadena de valor global? Esta es la pregunta central que debe plantearse una verdadera política pública de empleo, lo demás, hay que decirlo con franqueza, no pasan de ser ejercicios bien intencionados, pero antitécnicos y con ningún impacto real.
