La actualidad socioeconómica del país, el interés por la apertura democrática, la búsqueda de una renovación en la clase dirigente, la erradicación de un ejercicio político tradicional, generador de traumas económicos y sociales que buscan ser solucionados por las vías de la concertación, el rescate de valores y principios, y el ejercicio adecuado de la política, la ciencia y la tecnología, conllevan la necesidad de renovar y airear los estamentos gubernamentales de nuestro territorio, integrando nuevas personalidades y caracteres capaces de indicar y asumir señalamientos y rutas a una sociedad conmovida desde sus propias bases, en la búsqueda de una salida hacia el progreso y el desarrollo humanista e integral que se requiere.
Iniciado un proceso de apertura y rescate del país que debe continuar en aras al futuro y con el pensamiento de que solo la participación activa y democrática es el camino para encontrar la solución a los distintos conflictos y necesidades de la sociedad entera… resulta necesario motivar la conciencia ciudadana para elegir como gobernantes a personas con unas hojas de vida conocidas y trajinadas en el adecuado ejercicio de sus actividades públicas o privadas, pero enmarcadas eso sí por la responsabilidad, el cumplimiento, la honestidad y el decoro como normas habituales de conducta; por el compromiso con unas ideas y unas causas asumidas en forma adecuada y coherente a lo largo de la vida; y sobre todo, por la identificación permanente y sólida con unos ideales y programas de gobierno alejados de la improvisación y la búsqueda de intereses personales subterráneos, que de esa forma brinden una salida a la apatía, el desencanto, la indiferencia y la insensibilidad social que identifica al gran conglomerado abstencionista, que responde a un devenir histórico donde se ha estropeado, irrespetado y sometido la credibilidad y la confianza, en tanto un sistema electoral y de gobierno corrupto y maniqueo que aprisiona la esperanza, privilegia las castas y las maquinarias partididas confeccionadas a la medida de los mandarines de turno, sin tener en cuenta como proyecto visionario la obligada retribución a la tierra de los ancestros y de los descendientes en la que transcurre la misma existencia, de manera que el desarrollo integral del acontecer social sea el objetivo primordial de los conocimientos, la inteligencia, las capacidades y toda la voluntad de la que hace gala el Estado, organizado institucionalmente como tal para ayudar, impulsar y construir el mundo imaginado en los sueños y las aspiraciones.
La opinión pública debe conocer que solo una actividad mancomunada, que identifique y defienda el bien común, que agrupe a todos los estamentos, que logre un accionar conjunto progresista y diáfano como para avivar la confianza ciudadana en razón a sus logros y resultados, es la fórmula para continuar una tarea orientada a erradicar las actitudes anquilosadas y erráticas que solo han estancado el desarrollo integral individual y colectivo, que puesto en marcha desataría los compromisos que buscan la plenitud y la prosperidad de cada ciudadano y de la comunidad entera.
Una sociedad armónica, generadora de consecuentes oportunidades de trabajo, capaz de brindar apoyo y abrigo a sus habitantes a través de las obras e instituciones públicas, amante de las manifestaciones humanistas cultivada en el arte y lo ecológico, y entronizada en la paz y la justicia, donde la visualización de los problemas adquieran una calidad que eleve el desarrollo y el progreso y no lo estanque en el círculo vicioso de las soluciones domésticas y momentáneas a las que la mediocridad ha acostumbrado… son los verdaderos ideales, intenciones y actitudes que deben animar este futuro inmediato, en el afán sentido de contribuir con la tierra que todo nos ha dado y a la que nos debemos, y que deberían reflejarse en forma convencida y programática en los ideales que como consecuencia son los que se deben apoyar.
Por todo eso es necesario convocar a la amistad, a la cordura, a las buenas intenciones, a la reivindicación de los derechos del ciudadano común del que provenimos y al que defendemos para continuar este proceso que eslabón a eslabón, paso a paso, lucha a lucha, que ha de asumirse en la construcción de un mañana equilibrado y justo, donde se diversifiquen las oportunidades, donde las diferencias sean sinónimo de complemento y no de eliminación y exterminio del adversario; donde el trabajo reivindique las capacidades y se convierta en motor del desarrollo y no en sinónimo de señalamiento y discriminación; donde la convivencia sea la continua búsqueda del entendimiento, el intercambio, la construcción conjunta y la implementación de los acuerdos; donde la amalgama de opiniones y recursos den brillo a la construcción de soluciones que generen cada vez nuevas oportunidades; y donde el propósito de conformar una nación afianzada en los valores como base fundamental de su propio desarrollo, sea la brújula que guíe el caminar de cada destino y de cada esfuerzo, para que vencidos los gigantes de la abulia, el desencanto, la guerra, la desigualdad, la pobreza y el oportunismo electorero, se levante y edifique la dignidad individual y colectiva que traiga como consecuencia el surgimiento de un país con identidad y con destino, inmerso en una era de paz y de abundancia en todos los sentidos, que vuelvan tangibles y elocuentes tantas décadas de ilusión y de esperanza.