Tengo que confesar con humildad que aunque consideré de trascendental importancia la reunión del padre Francisco de Roux y los dos miembros de la Comisión de la Verdad con el expresidente Uribe, llegó un momento en que no pude seguir escuchándola. Y esta confesión debo hacerla reconociendo que hice todo lo posible de llegar al final, pero cuando surgió el tema de los falsos positivos no pude seguir. Triste muy triste porque he sido totalmente consciente de que este diálogo, si se puede llamar así, era fundamental para este país tan adolorido.
El escenario no me pareció el más adecuado por la trascendencia de lo que allí se iba a decir tanto por parte del padre como de los otros dos miembros, y también porque no debía haber interferencias para conocer con absoluta claridad la reacción del expresidente ante temas tan complejos y dolorosos para el país. Pero la verdad es que mientras estuve conectada tuve que reconocer que era necesario hacer un esfuerzo para escuchar las voces de los participantes, tanto del padre de Roux y como del expresidente, en medio de los ladridos de los perros de la finca, y amo los perros, el ruido del helicóptero, y las mujeres en su papel tradicional secundario, entrando y saliendo de esta escena preparando una mesa. Informalidad total en medio de la trascendencia de este evento. Los otros detalles ya han sido suficientemente anotados y no vale la pena profundizar en ellos.
Para muchos entre los cuales me incluyo, uno de los momentos críticos fue cuando se dio la reacción del expresidente Uribe ante la innegable realidad de los falsos positivos. Es evidente que la responsabilidad de lo que sucede en un gobierno le cae al presidente de turno. Esto es absolutamente innegable porque este es uno de los grandes costos de llegar a esa posición que se compensa sin duda con los inmensos beneficios que obtienen quienes llegan a esas altas instancias de poder. Que lo diga el mismo expresidente que aparece un día sí y otro también en todos los medios nacionales y que, aunque drásticamente disminuido, sigue teniendo un poder político hasta llegar a poner una persona sin trayectoria en esa posición.
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El expresidente agregó en ´El Tiempo´ una perla que no puede pasar desapercibida; no habrá paz mientras exista una pobreza del 42 % en Colombia
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Pero además de lo que dijo que ni siquiera vale la pena repetirlo, lo sorprendente es que en media página del periódico El Tiempo sale a repetir lo que le pareció importante de ese encuentro. No quedó tranquilo sin duda y creyó necesario repetir y ampliar lo que dijo y lo que no dijo y obviamente encontró en el periódico de Sarmiento Angulo donde no cabe nadie que lo critique, el espacio para reafirmar lo que muchos no queremos escuchar de nuevo. Pero le agregó una perla que no puede pasar desapercibida; no habrá paz mientras exista una pobreza del 42% en Colombia. Es decir, la pobreza y la violencia van juntas según sus palabras. Conclusión que se deriva de semejan afirmación tajante es que los ricos no son violentos porque lo son solamente los que carecen de todo. Esta sola afirmación que no la hizo en el encuentro, sino que la agregó en esta publicación de El Tiempo, amerita una clara reacción no solo por parte de los pobres sino de los analistas que tienen claro que es la desigualdad y no la pobreza per se la que genera violencia.
Para completar mi confesión ahora sí que logro estar tranquila de haber apagado esta conversación ahora que el expresidente agregó semejante conclusión. Pobre país con esta clase de líderes políticos. Dijo mucho más, pero dejémoslo ahí por ahora porque ya es suficientemente traumático. Solo agrego que coincido con otras mujeres que le reclaman al padre de Roux no haber defendido a la comisionada Lucía Gonzales cuando fue agredida por los Uribe.
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