Con alegría y confianza, vislumbramos una nueva Colombia anhelada por la ideología humanista de Gustavo Petro Urrego, quien desde la edad de 17 años lucha por un país más equitativo, no cercado por la miseria, producto del robo constante de nuestros recursos naturales y de la corrupción en el manejo del erario público.
En esta administración, los marginados podrán exigir sus derechos, sus tierras despojadas, su herencia raizal, su vivir justo y digno sin temor a ser masacrados, como ha sucedido durante 214 años bajo el mando inhumano aterrador de una minoría despiadada, soberbia, antidemocrática, la cual arrojó a Colombia al abismo político, económico, social.
La hambruna, la violencia, la violación de derechos humanos, de parte de gobiernos brutales como de grupos al margen de la ley, ya no seguirán su atropello contra habitantes desatendidos de nuestro terruño.
11.281.013 de colombianos, quizá más, despertó y dijo sí a la paz, sí al cambio, no se dejaron alienar con frases vacías en favor del sistema sanguinario: “Seguridad democrática”. “Nos vamos a volver como Venezuela”. “Ojo con el 22” y otras expresiones taimadas, cuya única finalidad es la de coadyuvar al robo de los recursos naturales, de parte de las multinacionales extranjeras, y la de eternizar el desfalco del erario público a favor de los dueños del poder.
El triunfo de Francia Márquez, de Gustavo Petro y de quienes creímos en la urgencia de darle un vuelco radical al manejo de esta nación, nos dio el aliciente de llegar a ver por primera vez la Colombia real, con una economía fructífera, de alcanzar a observar una patria convertida en potencia mundial de la vida a causa del nuevo gobierno, consciente en no dejar morir por desnutrición a miles de niños y niñas, por la oportunidad de estudio gratis y sin sesgos elitistas a la juventud, de acabar con el desempleo, de dejar en cero la pobreza, de ser coherentes con el más necesitado al impulsar la sociedad capitalista y progresista.
El economista José Antonio Ocampo, profesor de la Universidad de Columbia, exsecretario general de la Cepal, subsecretario adjunto para asuntos Económicos y Sociales de la ONU, y ministro durante los gobiernos de César Gaviria y Ernesto Samper, dice:
“Saber que el aumento del gasto fiscal no solo debe depender del petróleo, es importante sí”, prosigue: “el concepto de descarbonizar las economías para combatir el cambio climático, pero también de muchas otras dentro del debate colombiano, como que hay que diversificar, por ejemplo, nuestra base exportadora de manera sustancial para depender menos del petróleo o del carbón, que han sido sectores muy importantes de las exportaciones colombianas”.
Al leer a este doctor en economía de la Universidad de Yale, se da uno cuenta de cómo la filosofía en asuntos económicos de Petro encaja a la perfección con la escuela económica de quien presidió el comité Ejecutivo de Asuntos Económicos y sociales de la ONU, el señor José Antonio Ocampo.
Thomas Piketty, uno de los mejores economistas del mundo, expresa su apoyo al líder de la Colombia Humana con la siguiente declaración: “El programa de Gustavo Petro para Colombia es serio y convincente, lleva consigo la búsqueda de justicia social y fiscal, de democracia y de reconciliación que permitirán al país entrar por fin en un nuevo ciclo.
Un símbolo que será importante tanto para América Latina como para el mundo en un momento en que el planeta parece atrapado en la explotación desmesurada de sus recursos naturales, la corrupción, la xenofobia y el fatalismo frente a las injusticias”.
Con Gustavo Petro, uno de los mejores economistas del orbe, tenemos la garantía suficiente para convertirnos en una nación próspera, más distributiva, no perteneciente al ranking del tercer país más desigual del mundo.
Una nueva Colombia
No voté por el cambio con el propósito de quererlo todo regalado. Voté porque deseo un sistema de vida más humano, sin la salvajada de la plusvalía, de la humillación, del ninguneo y muchas otra atrocidades contra la clase menos beneficiada.
Voté por el cambio a causa de leer, a todo instante, en el rostro de millones de conciudadanos la desesperanza, el infortunio de no tener ilusión de un mejor futuro, de advertir que mueren cientos de nuestros semejantes por falta de atención médica oportuna, de mirar el desamparo de un gobierno indolente ante la clase necesitada, porque hay 8.5 millones de colombianos en la pobreza extrema y 22 millones de compatriotas en la pobreza multidimensional.
Voté por el cambio porque supe de este proyecto desarrollado con inteligencia, altruismo, objetividad en el manejo económico. Voté por el cambió debido a que Colombia no soportaba 4 años más de absolutismo, porque nuestras clases de extracto 1, 2 y 3 requerían otro modelo de sistema, el propuesto por nuestro presidente 2022-2026, así 10 millones de votantes a favor del candidato contrincante no acepte esta realidad contundente, de ver a un hombre de izquierda en el solio presidencial el próximo 7 de agosto. Una nueva Colombia se vislumbra.
Coletilla:
Algunos escritores en nuestras columnas, escribimos para desenmascarar candidatos presidenciales que pregonaban no pertenecer al régimen absolutista.
Estos aspirantes, con hipocresía, pregonaban no tener conexión alguna con Álvaro Uribe Vélez, al final la mayoría de coterráneos supo el verdadero sesgo politiquero de Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández, integrantes de la élite vil especializada en subyugar al pueblo ignorante o ingenuo o vendido al político que más le aporte a sus requerimientos personales.
Tratamos de concientizar a posibles electores, lo logramos con muchos, respecto al momento histórico actual, explicamos el salto del capitalismo salvaje al capitalismo progresista.
Al final hubo un resultado favorable, no obstante este trabajo se prolonga, desde nuestras palabras objetivas estamos obligados a desvirtuar ataques malintencionados contra este gobierno, sucederán, la propaganda negra tratará de tumbar el régimen social por estrenar en esta región suramericana, ellos, los asesinos de más de dos siglos, no se quedarán quietos, van a lanzar improperios, mentiras y otras armas de las que saben manejar con maestría y malevolencia.
No podemos darle paso a las canalladas que se avecinan. Colombia ganó, debe saber proteger su triunfo…