Los cinco hombres blancos, heterosexuales, clase alta y cercanos al establishment político y económico que integran la denominada Coalición de la Esperanza presentaron las bases éticas y programáticas de su visión de país. Fue un evento sobrio y sin mayor impacto. Al nivel de las expectativas que vienen generando los candidatos que integran esa coalición. Cada vez estoy más convencido de que solo reúne más de lo mismo y que muy bien le cae el calificativo de “los mismos con los mismos” (porque ni de mismas se puede hablar). Tras la retirada de la Alianza Verde, la coalición se percibe poco incluyente, sin enfoque de género y desconectada de las múltiples realidades sociales del país. ¿Cómo se piensa una coalición (en pleno siglo XXI) que no integra una mujer, a los pueblos indígenas, las comunidades afros y los jóvenes? Tan solo es una fotografía que sigue reforzando los patrones históricos de exclusión y representación hegemónica.
A continuación, presento una serie de ideas que me llevan a considerar que esa coalición es más de lo mismo.
Solo hombres y con mucha trayectoria en lo público
Si me resulta problemático que en esa coalición no tenga espacio visible un proyecto feminista o representativo de las luchas de la mujer. Tal vez, se alcanzó a dirimir temporalmente con la presencia de Ángela María Robledo; sin embargo, construir una coalición que se dice incluyente sin la más mínima presencia de la mujer implica reforzar los patrones tradicionales de poder. Porque hay mujeres con liderazgo, trayectoria y muchas capacidades, forjadas a pulso y con representativa social, dispuestas a aspirar a la presidencia, la pregunta es: ¿por qué no están en esa coalición? Solo hay hombres, el más joven con 48 años (Galán) y el más adulto con 74 (De la Calle), con trayectorias dispares en lo público, pero en cargos de poder como: ministerios, embajadas, gobernaciones, Congreso y hasta vicepresidencia en el caso de De la Calle. Sin desmeritar la experiencia o la edad, pregunto: ¿no habrá liderazgos más jóvenes o renovadores que puedan integrarse a esa coalición?, ¿dónde están los jóvenes?, ¿pegando afiches en los postes?
Sin representatividad de afros e indígenas
Otra característica de las cabezas de la Coalición es que han ejercido sus espacios de poder en un puñado de territorios; Bogotá, Antioquia y Santander. Han gobernado desde ese centralismo bogotano que solo se piensa el país entre la carrera décima con la calle séptima. ¡Todos viven en Bogotá! A esa coalición le falta pueblo y le sobra centralismo. Ninguno de sus dirigentes ha gobernado en la periferia de la Colombia profunda o siquiera ha tenido un nivel de representatividad entre los sectores indígenas, afros o campesinos. Tal vez, Juan Fernando Cristo (un político tradicional) si ha marcado agenda con las víctimas y Robledo con sectores campesinos. Nada más. Ni Galán, De la Calle o Fajardo ha tenido espacios de liderazgo, construidos desde la base, con la diversidad social y étnica del país.
De la Calle podría alegar que con su papel en la constituyente si les abrió espacio a los pueblos étnicos, pero ese fue un proceso reivindicativo que inició y se consolidó, en mayor medida, con el movimiento Quintín Lame. Tampoco se puede pasar por alto que, De la Calle, siendo ministro de Gaviria, fue el principal promotor y auspiciador de la Ley 100 (y eso que inicialmente era más privatizadora que la que terminó aprobando el Congreso). ¿Acaso, se le olvida ese detalle doctor De la Calle?
Sin mucha esperanza tras el paro nacional
Las posiciones de los integrantes de esa coalición en el marco del paro nacional fueron erráticas y estigmatizaron la protesta social. Fajardo solo atinó a decir que “no tenía sentido promover aglomeraciones”, pero luego no vio problema en aglomerarse para visitar a Duque; Cristo invitó a cacerolear con las empleadas del servicio; De la Calle andaba más dedicado a escribir sus memorias; Galán y Robledo tampoco dijeron mayor cosa. No comprendieron el sentimiento nacional que acompañó el despertar de la indignación y lo subestimaron, luego lo comprendieron y se fueron a Cali, iniciaron precarios diálogos con los jóvenes y bueno, ya es conocido que se asumieron como voceros de algo a lo que poco contribuyeron. Su reunión con Duque no sirvió para nada, solo para lavarle la cara a un presidente autoritario. Tan solo Camilo Romero (quien nunca ha participado de una reunión de esa coalición), comprendió la potencia de la movilización y desde el primer momento acompañó, sin oportunismos o pretensiones, sus demandas.
Ya es comprensible porque los jóvenes tampoco tienen espacio en esa coalición (solo hay que recordar el concepto en el que los tiene el aliado de Fajardo, el senador Iván Marulanda).
¿Entonces quiénes la integran?
Hombres, clase alta y cercanos al establishment económico. Galán y Cristo califican como políticos tradicionales, más Cristo que tras su pasó por el Ministerio de Interior en el gobierno Santos reforzó su estructura burocrática, la misma que llevó a su hermano al Senado (para asumir la “curul familiar”). De la Calle, un hombre símbolo, títere de César Gaviria y con todo respeto, ya debería retirarse (destaco su valor republicano). Abrirle espacio a liderazgos más jóvenes y conectados con otras visiones de la política. Robledo, el eterno senador desconectado de las nuevas generaciones, y Fajardo, un político sin visión o narrativa de país, orgánicamente vinculado a los intereses del gran empresariado antioqueño (solo pónganlo a hablar de una reforma al sistema pensional) y con muchas sombras, además, un oportunista de primer nivel, imbuido en su vanidad. No sé a quienes pueden representar los hombres que integran esa coalición, a mí no me representa ninguno.
No veo esperanza ni inclusión. Tan solo es un capítulo más de los mismos con los mismos.
