Una ciudad normal
Opinión

Una ciudad normal

En los pares los automóviles se detienen, los semáforos funcionan, las aceras no escupen barro, no te pasan por el lado millares de motos rosándote la piel…

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febrero 22, 2024
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Estos días camino por una ciudad normal, no digamos bella o deslumbrante, solo normal. En los pares los automóviles se detienen, los semáforos funcionan, las aceras no escupen barro, visiblemente no se roban los ladrillos, las canecas o las tapas de alcantarilla; las vías no exponen cráteres continuos, no te pasan por el lado millares de motos rosándote la piel y los repartidores de comidas, que los hay a montones y en general también son migrantes, no te atacan con sus bicicletas, ¡¡o te quitas o te …!!

No parece permitido a nadie instalar cilindros de gas para ventas de comida en las calles. Tampoco se ve aceptable adueñarse machete en mano de un pedazo de acera para poner allí un quiosco de jugos. 

Las basuras se recogen a tiempo y completas, puedes caminar como volando, hay transporte público limpio y carros que circulan con reglas muy duras y claras, pero sin la amenaza extorsionista de cámaras absurdas que pertenecen a empresarios vueltos multimillonarios con el negocio de las multas, negocio del que financian su vida arribista y opulenta, al tiempo que dan de lo suyo a políticos multicolores en una rueda siniestra y sucia.


Nadie paga impuestos completos por el hecho expropiatorio de no poder usar el automóvil la tercera parte del año


Nadie paga impuestos completos por el hecho expropiatorio de no poder usar el automóvil la tercera parte del año, nadie paga impuestos completos para que una alcaldesa descolocada clausure parte de las vías de circulación mientras quienes utilizan el transporte público o el transporte privado tardan tres o más horas del día solo moviéndose y regresando de sus trabajos o sus escuelas.

Ningún burócrata por acá pasaría cuentas de votación prometiendo hacer un puente, o un carril de bicicletas, o tapar un hueco, con un anuncio público que descarnadamente dice que tal obra tardará 765 días y el avance a la fecha es 0,08 %; mucho menos las pasaría burlándose en tu cara durante décadas para definir si la primera línea, la única línea del metro será elevada, subterránea, medio subterránea, eléctrica o a tan siquiera a carbón de palo, eso sí mientras te dicen que ya la segunda y la tercera así como la ciudad del futuro están aseguradas y serán, si es que no lo son ya, las mejores del mundo.

Como hecho exótico, en este lugar en donde por supuesto ocurren cosas lamentables de la condición humana, no te atracan varias veces al mes en el bus, ya como simple modalidad de cine gore que se vende en videos en los periódicos más importantes (ver video de la puñalada, ver video del asesinato, ver video de la golpiza, ver video del atraco), pero ¡¡Precaución!!, son imágenes sensibles.

Por lo regular acá, apenas una ciudad corriente, el comandante de la policía no se toma la molestia pobre y resignada de advierte que no vayas a sitios públicos, ni de noche, que no uses el teléfono delante de nadie desconocido, no tomes taxi o no lleves nada de valor, ni siquiera la vida misma porque todas las vidas están a la venta.

Mientras leo de la balacera en el parque de la 93 esta mañana, de los atracos diarios y sistemáticos dentro de restaurantes en Bogotá (una estrategia organizada y experta para generar caos), del nuevo asesinato por un celular o una bicicleta, tomo con escalofrío un sereno café y caigo en cuenta de no haber observado por tan solo unos días un solo blindado asesino cargado de escoltas para cuidar a ladrones, a traficantes o a políticos (lo mismo da, casi lo mismo son), con esa forma tan suya de brincarse semáforos en rojo o de ir en contravía a mil por hora..  

Esta ciudad desde la que escribo hoy, ya está dicho, no es gran cosa, solo es normal.  

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