¿Una cátedra de paz obligada?

¿Una cátedra de paz obligada?

Sobre la ley que obliga a dictar cátedra de la paz en las escuelas del país

Por: Fernando Palacios Valencia
noviembre 11, 2014
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¿Una cátedra de paz obligada?

“-Esa cátedra es carreta, es inútil”. Al señor Santos y a la señorita Parody no les debió caer nada bien el afortunado comentario de Sergio Fajardo sobre la ley que obliga a la implementación de la cátedra de la paz en las escuelas del país. Este tipo de apreciaciones sostenidas por un personaje como Fajardo daña el marketing de la paz santista

En las instituciones educativas del país, a través de varias asignaturas obligatorias que cursan los niños, niñas y jóvenes, se debe estar reflexionando críticamente de lo que ha sucedido y de lo que sucede en Colombia y en el mundo en este sentido. La señorita Parody, en su desafortunada defensa de esta ley, explicó que la intención de esta cátedra es el "manejo de las emociones" y "el establecimiento de las escuelas como territorios de paz". Esta improvisada respuesta demuestra, una vez más, el profundo desconocimiento de la ministra en materia educativa.

No tiene idea de los diversos proyectos que a diario tratan estos temas en las instituciones educativas, además, desconoce el marco normativo sobre esta materia que desde la Constitución Política de 1991, La Ley General de Educación 115 de 1994 y la Ley 1029 de 2006 se ha venido implementando a través de cuantiosas experiencias que han significado reconocimientos nacionales e internacionales a tantas/os maestras/os del país. ¿Será que estudió en otro país?. Frente a esta nueva “carreta” del gobierno y siendo coherentes con el momento histórico que atraviesa el país y el mundo, las/os maestros deberíamos responder fortaleciendo la formación política de nuestros estudiantes, no de manera aislada y fragmentada sino en un proceso sistemático y continúo que contribuya a la formación del pensamiento político crítico. Programa que parece imposible, porque estamos reducidos por la ley y la ignorancia a fortalecer las competencias de manejo emocional y a no pelear en las escuelas.

Los desaciertos y las incongruencias de dicha cátedra son varios. Primero, es importante señalar que, bajo el influjo de las pedagogías críticas, es un desacierto del lenguaje pedagógico hablar de “cátedra”. Gracias a esta innovadora iniciativa del gobierno retrocedimos más de un siglo para poder escuchar a la maestra o al maestro hablar sentadita/o en su silla sobre la paz. Le recordamos a la señora ministra, al señor presidente y a las/os senadoras/as que son muy pocas/os las/os maestras/os que aún dan cátedra; sin embargo, con gusto podríamos enviar a un par de ellas/os para que cada mes sentados en una poltrona del congreso puedan dictar la cátedra anticorrupción que tanto les hace falta.

Segundo, el gobierno sabe que la cátedra de la paz puede significar un elemento fundamental en su sistema de adoctrinamiento; por esto no es casual que Santos esté actuando de maestro para promocionar su idea, tal como lo hiciera su antecesor para promocionar la otra forma de hacer la paz. La finalidad de esta cátedra puede resultar peligrosa en tanto se focalice en seguir convenciéndonos de la innecesaridad del conflicto y la posibilidad que existe de empezar a vivir una presunta paz sustantiva. Además, resulta problemático que en las actuales condiciones de inequidad, inseguridad y corrupción del país, se esté hablando ya del postconflicto, no podemos entrar en este discurso distractor, “el tal posconflicto no existe”, ni deberá existir mientras se perpetúen tales condiciones.

Tercero, para hablar de paz debe atenderse a sus múltiples connotaciones, venidas especialmente del griego o del latín y de sus devenires epistemológicos a través de la historia humana del conflicto. Es necesario preguntarse: ¿De qué paz vamos a hablar en la “cátedra? Al respecto de ese vasto marco teórico sobre la paz, sólo propondré en acto una idea clásica de los estudios sobre resolución política de conflictos armados. Es justo precisar que frente a lo que estamos las/os colombianas/os es ante la posibilidad de firmar un acuerdo de paz para ponerle fin al enfrentamiento armado con uno de los actores en contienda: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC-EP. Y, aunque no es poco, es lo único; esto es a lo que millones de compatriotas le apostamos en las pasadas elecciones, este fue el gran marketing reeleccionista, pero seamos honestos, ésta no es la PAZ de Colombia sino la “PAZ” de Santos.

La idea de un proceso de paz consensuado, llevado a cabo por cualquier gobierno, pero también quiero dejar claro que este proceso está haciendo a un lado lo indispensable. Por eso, mientras existan colombianas/os muriendo por causa del hambre o de un ineficiente sistema de salud no haremos la paz; mientras tengamos niños, niñas y jóvenes por fuera del sistema educativo no haremos la paz; mientras exista la explotación laboral bajo formas precarizadas de contratación no haremos la paz; mientras se favorezca la destrucción de nuestra tierra y nuestros mares no haremos la paz; mientras los gobernantes, jueces y la fuerza pública sigan siendo el ejemplo patente de la corrupción no haremos la paz; mientras no exista respeto por el ser humano en su diferencia no haremos la paz. Esto y mucho más es lo que debemos poner en cuestión y debatir en cada una de las escuelas y universidades del país.

Definitivamente, no queremos  “cátedra”, no queremos sólo la “PAZ” de Santos y menos la de Parody, queremos la PAZ como una consecuencia lógica de la justicia y el buen gobierno. Y que, al menos, por respeto, la señorita Parody y el señor Santos se pongan primero de acuerdo entre ellos para que así puedan sentarse con seriedad a hablar y hacer la paz con el pueblo.

@FerPaval

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