Asistimos a un momento histórico, a uno que jamás se había tenido que enfrentar en la historia. Si bien los brotes de peste negra, gripa aviar y cólera llegaron a un grupo vasto de personas en algunos países, el que vivimos a causa del COVID-19 ha puesto en una encrucijada a toda la dinámica mundial. De ello se ha podido abstraer que las preocupaciones de muchos por mantener un statu quo han pasado a segundo lugar.
Ahora bien, en ese escenario vale la pena reflexionar sobre los procesos de educación. Desde hace unas semanas, el Ministerio de Educación autorizó la utilización de escenarios virtuales para el trabajo formativo en los niveles de primaria, básica, media y superior, todo ello con el fin de preservar a los estudiantes de un posible contagio.
Teniendo en cuenta lo anterior, la dinámica de las instalaciones educativas mutó de tal manera que muchos docentes se encontraron abocados a una encrucijada: ¿cómo educar sin estar en los escenarios que brindan seguridad? Las respuestas vinculan toda clase de argumentos.
Resaltando y respetando la labor de los docentes, ha sido posible observar que un porcentaje bastante alto no ha desarrollado habilidades o competencias digitales, por lo tanto las estrategias mediadas por las TIC están confundiéndose con estrategias presenciales.
Si bien su labor en medio de la contingencia ha sido importante, es perentorio tener en cuenta que estas estrategias no pueden reducirse al envío de documentos en pdf, ni mucho menos a atiborrar a los estudiantes con vídeoconferencias por mecanismos de los cuales no hay pericia en el manejo.
Hay que generar mecanismos que, siendo sencillos, conduzcan a los niños y jóvenes al desarrollo de saberes. En este orden de ideas es posible postular que debe propenderse por procesos de aprendizaje autónomo (base de estas estrategias y herramientas), de confrontación con la realidad física y contextual en la que se encuentran, y de solución de algunas problemáticas específicas; lo anterior, de acuerdo al Icfes (2016), sería una competencia.
Reiterando a los profes la felicitación por su encomiable labor, sea esta la oportunidad para invitarlos a recrearnos y tener presentes las limitaciones de muchos estudiantes, sobre todo en las zonas rurales, al mismo tiempo tener presente que orientamos a chicos de la generación iGen (Twenge, 2017), reto mayúsculo para el trabajo formativo.
Para finalizar, es bueno traer a colación las palabras de Salamanca (2020), quien afirma: "Ni la casa reemplaza al colegio, ni los padres pueden reemplazar a los docentes". Por lo tanto, no podemos agregar un problema más a la difícil situación que viven lo hogares con el bombardeo de guía y actividades sin horizonte pedagógico y formativo, en este momento, lo necesario es alcanzar lo importante, no lo etéreo.
