Una de las premisas del programa de ultraderecha que un sector de la ciudadanía eligió para presidir el país se fundamenta en la seguridad, entendida esta como presencia constante del uso de la fuerza pública y de la política pública para controlar y doblegar, cuando sea necesario, a quienes se encuentren al margen de la ley. Sin embargo, esta premisa se encuentra en duda en el contexto actual. La verdad, es que el país está incendiado, el clima de violencia está desbordado y la respuesta por parte del Estado y sus agentes es deficiente, cuando no cómplice.
La actitud de negligencia y desidia con la cual el gobierno actual ha actuado con respecto a la implementación de lo acordado en La Habana y la falta de presencia en los territorios ha propiciado que estos sean apropiados por delincuentes que buscan a toda costa imponerse en las regiones. Estos criminales asociados al narcotráfico no respetan filiaciones políticas, solo quieren imponer su ley a sangre y fuego. El mensaje es claro, imponer miedo en la población, la cual se encuentra vulnerable, abandonada por el Estado y a merced de los violentos. Ese es el clima que han ido imponiendo con estas elecciones.
Al caso de Karina García Sierra, se han sumado otras muertes violentas como la de Orley García del Centro Democrático y la del conservador Bernardo Betancourt. En total nueve candidatos han fallecido de forma violenta por su trabajo político. Sin embargo, los amenazados y hostigados son 43. A este grupo estuvo cerca de sumarse la líder social y delegada departamental del partido Alianza Social Independiente (ASI) Yolanda González García, quien fue agredida por miembros de las fuerzas militares, a pesar de que se desplazaba en un vehículo asignado por la Unidad Nacional de Protección. Los hechos, confusos, señalan que su vehículo fue detenido por miembros del ejército. Una vez que el escolta de González García se identificó como miembro de esta agencia del Estado, el militar le disparó con lo que el conductor falleció, mientras ella recibió graves heridas.
Esto no es gratis,
hay un plan de fondo que encuentra sus réditos
en el caos actual
Este hecho, que ya no parece escandalizar a nadie ante el clima de constante zozobra y hechos violentos que inunda los titulares de prensa a diario, no debe pasar desapercibido, como ninguno de los demás actos. Aquí pasa algo mucho más grave, mucho más profundo que merece ser analizado a profundidad. A qué intereses beneficia este panorama, a qué agenda política le sirven estos hechos que enlutan a tantas regiones del país. Esto no es gratis, hay un plan de fondo que encuentra sus réditos en el caos actual, porque como se ha comprobado antes no hay mejor recurso que el miedo para imponer una visión que cree un falso sentido de seguridad, la cual hace que los y las ciudadanas de un país estén dispuestos a sacrificar sus derechos con tal de sentirse más seguros. Esta apuesta, sin embargo, ha salido costosa para muchas sociedades, incluida la nuestra, porque en el pasado abrió las puertas a los falsos positivos, los cuales aún se encuentran pendientes por resolver y por enmendar.
Sería bueno que el gobierno comprenda que, sin inversión social, sin inversión al agro, sin educación, sin oportunidades, los y las colombianas de la Colombia rural no tienen más alternativa que ser víctimas de los violentos. Sería bueno que las fuerzas militares se concentraran en cumplir con su mandato.