Colombia y Venezuela comparten más de 2.000 km de frontera; allí recaen las miradas internacionales cada vez que se eleva la tensión en torno a la República Bolivariana. El Secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson, exclamó en su reciente gira latinoamericana que de manera “urgente” Colombia debía “restaurar la democracia en Venezuela”; el gobierno colombiano repitió los argumentos contra lo que llamó el “régimen dictatorial” de Nicolás Maduro, recibió a Tillerson y al jefe militar del Comando Sur norteamericano Kurt Tidd, y envió más militares a la frontera; los grandes medios de comunicación, que responden a grupos empresariales asociados con la derecha venezolana, amplificaron voces de alarma a repetición.
Ante ello, las propuestas de distensión provienen de iniciativas del movimiento social, a uno y otro lado de la frontera.
Los días 1 y 2 de marzo se realizaron foros ciudadanos tanto en Cúcuta (Colombia) como en San Antonio (Venezuela). Las jornadas se denominaron “Uniendo pueblos por la Paz”, y culminaron con un concierto al aire libre a pocos metros del Puente Binacional Simón Bolívar, en el estado del Táchira, del lado venezolano.
Allí, las delegaciones sociales se pusieron de acuerdo en la elaboración de un proyecto que permita a los habitantes de la región, sin distinción de nacionalidad, contar con las mismas garantías para realizar sus actividades sociales y económicas. En Venezuela la idea surgió de las organizaciones comunitarias y fue presentada al debate en la Asamblea Constituyente.
“La frontera tiene su propia dinámica que muchas veces es mal entendida desde Bogotá o Caracas, desde donde solo ven contrabando y mafia, pero aquí la gran mayoría somos población trabajadora, ciudadanos con derechos”, explica el venezolano Jimmy Martínez, vocero del Movimiento Binacional por la Paz y uno de los promotores de la iniciativa.
La realización de la Asamblea Constituyente en Venezuela favoreció que la propuesta, surgida de las bases, se elevara a esa instancia, para ser tenida en cuenta en las reformas que se incorporen a la nueva constitución. Williams Parada es constituyente por el Estado de Táchira y lo mandataron para llevar la iniciativa a las máximas instancias. “Estamos planteando que se cree un estado mayor de frontera, que se garanticen situaciones especiales de frontera como una política de Estado, y que eso quede así establecido en la Constitución. Proponemos una tarjeta de movilidad para todas las zonas de frontera: San Antonio, Zulia, Amazonas, Apure, y sus correspondientes municipios colombianos”, explicó.
Del lado colombiano reconocen que la propuesta será más difícil de concretar, porque la voluntad de las autoridades políticas tiene sentido restrictivo, apuntando más a reforzar controles que dividan y menos a la integración. Sin embargo, creen que es el tejido social y no las autoridades quienes pueden aportar soluciones a la situación.
Sebastián Quiroga, del Congreso de los Pueblos de Colombia, marca esa diferenciación: “Si los gobiernos no logran sintonía, debemos lograrla desde el movimiento social. Nuestra política de frontera debe ser la integración, la defensa de la soberanía de ambos pueblos con base en el respeto mutuo. En ese sentido, toda iniciativa de confrontación entre ambos estados es peligrosa, por eso decimos que ´la paz de Colombia y Venezuela es la paz del continente´. Ese es nuestro compromiso, por eso este movimiento binacional va a continuar, lo vamos a fortalecer”, concluye.
Los movimientos sociales de ambos países elaboraron un documento en el que trazan líneas de continuidad. Allí se proponen “trabajar juntos y juntas en la elaboración colectiva de nuestros planes de vida tejiendo nuestros territorios interfronterizos a partir de nuestra cultura e identidad”, “realizar actividades pedagógicas que contrarresten la xenofobia y división que impulsan medios masivos de comunicación” y “fortalecer los procesos organizativos que permitan conjuntamente transformar la realidad fronteriza que vivimos hoy”.
Al finalizar preguntamos si había algún próximo encuentro en agenda entre delegaciones de ambos países. “Claro, si nos vemos a diario, no ve que aquí no hay fronteras”, respondió uno de los organizadores.