Una (1) y van cero (0)
Opinión

Una (1) y van cero (0)

Una campaña llena de… aburrimientos.

Por:
diciembre 05, 2013
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Desde que aparece la ilegítima figura de la reelección presidencial se está gobernando para ocho años. Sin sobresaltos, sin afanes, se observa una descomprensión de la opinión y, un tufillo de dejar todo para los próximos y últimos cuatro años que, parece ser el cierre de faena de muletilla, fin de la corrida como dicen los taurinos.

Así es como arranca una conversación que pasa de lugar en lugar y que llena de tedio a propios y ajenos. La gente así lo dice, nada nuevo para agregar, nada de posibilidad de competencia por el poder o por las ejecutorias de gobierno, se aplaza el riesgo de acertar, por el riesgo de seguir. Y, cancinamente, la conversación entre contertulios prosigue, con gran fatiga en los intervinientes; afloran los argumentos que sustentan el dicho, no sin observar a los menores del grupo que se apartan de los aparatos de comunicación que entre ellos utilizan para el hablar, para hallar en sus caras el gran displacer de las lejanas, de raras ideas de conversación, de concitar el siguiente paso, de buscar su propio asiento en un futuro que quieren aprehender. Y, con la mirada entre los aparatos de alta gama de tecnología y la realidad circundante, tratan de encontrar en el dilema un punto de encuentro. Sí lo encontraron: el aburrimiento a punto de sueño y, así lo expresan con especial acento: ¡ufff qué aburriiidoooo!

Tratan de salir del lugar, pero la supuesta charla no ha terminado y, no termina pues se quiere como avanzar en los temas y, no se encuentra ninguno que logre llamar la atención. En eso, ahhh, salta un veterano —casi lo somos todos— y, ¿los programas?, ¿los proyectos? Nada, nada se observa, están en lugares cuyo cumplimiento está previsto para el después. No, no, repica el del frente, en ánimo de poner orden, ánimo: Y, entonces, ¿los partidos políticos? El iconoclasta, por supuesto, apunta: pues, pues, en convención se reunieron unos señores y llevaron a cabo el programa… de lo programado; y… como estaba programado salió lo que era obvio: se reeligieron, aclamaron, sin más poder o, a más no poder, jefaturas, adhirieron a lo que ofrece la postura de actualidad: otros cuatro años para culminar lo prometido. Ufffff, silencio, espacio perdido: la invitación que trataba de concitar el ánimo en los estantes, fracasó: (…) los bostezos no se dejan ocultar. La cosa, como dicen los más lógicos, está a punto de terminar, por ausencia de conversación aunque todos están sentados y, expectantes: otro bostezo y, ahora con furtiva lágrima que, no se sabe si es de cansancio, de tedio o, de dolor. No, de dolor no, solo… de temor a la hora y, qué… no pasa a esa hora…

La dirección de la conversación se esfuma, nada que llega el instante de la palabra salvadora; sí, sí, ya se sabe, las encuestas, son la respuesta, son las vísperas del acontecimiento, dicen lo que va a suceder, no hay pausa, no es posible otra realidad; y, otro se atreve a interrumpir con el gracejo: vísperas de mucho, día de nada,  (…) y, por fin alguien se anima a continuar: la diferencia es que los congresistas serán los mismos, aquellos a los cuales vamos a criticar, más… crítica que no les llegará, pues algunos ni saben leer… las noticias o lo que se dice de ellos (silencio, ahhh risas sueltas); los mismos, los que representan los partidos y, ¿cuáles partidos? Ahhh, la maquinaria, perdón, agrega el más concentrado en este dinámico y alegre conversatorio. ¿Pero si algunos fueron a parar a la cárcel? No, no, arrima otro, ese no fue a la cárcel, fue un pariente suyo, casi hermanos en Cristo —no se hablaba de un senador de ese apellido, obvio— (…) nada qué ver, solo su origen común, no, no, nada de genética al punto. Y, vuelve la calma (…). A propósito, la calma se perdió, ¿o fue el argumento? Lo mismo da. Y, continúa el que lleva y trae a cuento lo de los reelegidos; asoma el otro argumento: y, si ello es así, ¿cuál la razón para no declararnos en una monarquía… democrática?, hasta nos ahorraríamos lo de las elecciones y, adiós con el argumento tendencioso de la reelección presidencial. Suenan, suenan las carcajadas, que chascarrillo; pero, pensándolo bien es una idea saludable, no ve que así nada queda para la próxima elección sino que el riesgo se ve claro: en acertar o no, cuando quiera y, sin tiempo terminal. Buena, buena, acotó el distraído y, cómo no ser así, si cada congresista ya tiene su feudo y, allí vive. Qué buena solución: el feudalismo.

En el entretanto, se oye en la radio que la Procuraduría a baculazo limpio quiere que exista un gobierno en reelección pero, a escondidas, como dice la muchachada. Y alguien apunta: y, ¿a quién va a investigar el órgano de control? ¿Al presidente candidato? ¡Qué risa! Si la Procuraduría no tiene ese rol; no, a los candidatos, ignorante, replica otro; ahhh a los candidatos al Congreso que no poseen limitación —sigue el anterior— ¡qué buen apunte! ¡No, no, a los otros!… esto se agravó, insiste el anterior. ¡Ahh… a los particulares! ¡Qué ideonón!, de ataque, sobre los que no posee tampoco competencia.

Y, así así se armó la hecatombe, hasta que alguien gritó: ¡¡Viva la campaña política, arrancó en serio!! Por fin, por fin… Y, otro repuso: silencio, silencio, parecen ‘altos’, altísimos funcionarios ante los medios. Y, para enfriar el ambiente, sentenció el más antiguo: ‘que gane el mejor… perdón. ¡Mejor me callo!

Y, así así, uno y van cero; un periodo y, cero que no hay contraparte: no salen los de verdad. Y, así así, ¡esto está lleno de aburrimiento!

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