Un viraje hacia la guerra

Un viraje hacia la guerra

¿Y si el camino hubiera sido la negociación que no le fue posible realizar a Camilo Torres para evitar que el Estado asaltara tan violentamente a Marquetalia?

Por: Sandra Liliana Pinto Camacho
enero 16, 2023
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Un viraje hacia la guerra

"Pero cuando el pueblo se decida a luchar hasta el fin no habrá ninguna potencia que pueda ser superior a la potencia de ese pueblo que quiere su libertad"

—Camilo Torres

¿Y si el evento histórico que dio origen a la guerra de guerrillas que perduraría por más de 50 en años en Colombia contra los grupos armados de las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) nunca hubiera ocurrido?

A finales de mayo de 1964, durante el gobierno de Guillermo León Valencia, se iniciaría el asalto a Marquetalia. Dieciséis mil hombres, apoyados por fuego aéreo y con asesoría de militares norteamericanos, tuvieron a cargo la operación. La revista Life informó pormenorizadamente los resultados de la operación: costó 300 millones de pesos de la época; se incendiaron 100 ranchos; se ocuparon los terrenos abiertos; los militares se devoraron 100.000 gallinas y se robaron 10.000 reses; encarcelaron 2.000 campesinos y asesinaron 200 y después de toda esta barbarie, los “bandoleros” no sólo no habían sido derrotados sino que habían logrado consolidarse como fuerza guerrillera, la que se conoceríamos como las FARC.

Este ataque del Estado a las comunidades campesinas de Marquetalia que incluían niñas y niños, personas de la tercera edad, mujeres y hombres desarmados, inspirarían fuertes críticas por parte del entonces conocido sacerdote Camilo Torres Restrepo, cofundador de la facultad de Sociología en la Universidad Nacional y pionero del movimiento de la Teología de la Liberación.

A pesar de su origen burgués, su vocación de servicio a través de la docencia y su sensible acercamiento a los problemas más álgidos del país lo fueron radicalizando. En su último ensayo sociológico: La violencia y los campos socioculturales en las áreas rurales (1963), planteaba que la violencia era un factor importante del cambio social mostrando su simpatía por el marxismo como método de lucha por una nueva sociedad, lo que lo llevaría a afirmar públicamente que los cristianos debían estar luchando a su lado[i].

En mayo de 1964, Torres quiso entrar antes del bombardeo a la llamada “República independiente de Marquetalia” para emprender una misión de paz independiente, sin embargo no pudo hacerlo pues el cardenal Concha, quien no estaba de acuerdo con la mayoría de sus polémicas actuaciones, no le dio su permiso, lo que a la postre lo llevaría a dejar su misión sacerdotal vinculándose al recién formado Ejército de Liberación Nacional del cual se convertiría en una de sus más insignes figuras.

Para que este cruel asalto no se hubiera dado y la historia no hubiese virado en el sentido violento que lo hizo durante más de un lustro, tendría que haberse evitado quince años antes la elección del candidato conservador, Laureano Eleuterio Gómez Castro (El Basilisco), como presidente de Colombia tras el retiro previo de la contienda del candidato liberal, el expresidente Darío Echandía, debido al intimidante, perturbador y sospechoso asesinato de su hermano.

Un año atrás, en 1948, la violencia desencadenada en el Bogotazo por el asesinato del caudillo del pueblo, Julio Eliecer Gaitán, se había extendido por todo el país y la llegada de Laureano Gómez al poder solo presagiaba un aumento en los niveles de intimidación y terror.

Al Basilisco lo precedían sus palabras racistas, sus acciones déspotas y su comportamiento autoritario, en especial en contra de todo lo que le pareciera anti religioso o comunista, lo cual ampliaba a una mayor audiencia a través de sus publicaciones, sin pudor ni censura, en su periódico El Siglo.

Dos ataques cardiacos lo llevarían a tener que apartarse del cargo tan sólo un año después de haberse posesionado, sin embargo en este corto tiempo, gracias a su apoyo, se incrementó la agresividad de la policía política apodada en las áreas rurales como chulavitas y quienes junto a los paramilitares pro-conservadores denominados los pájaros perseguían a los liberales, cometiendo brutales asesinatos, torturas y desapariciones lo que, como respuesta, originaría la aparición de las guerrillas liberales, grupos de autodefensa campesinas conocidos como los cachiporros y las autodefensas comunistas. Este periodo será recordado como uno de los más sanguinarios de la historia reciente de Colombia.

El summum de esta barbarie se daría el 6 de septiembre de 1952 cuando a raíz del asesinato de cinco agentes en el Tolima por parte de guerrilleros liberales, un grupo encabezado por varios policías incendiarían en Bogotá las instalaciones del diario El Tiempo, la sede de la dirección del Partido Liberal Colombiano, las instalaciones del diario El Espectador, la casa del expresidente Alfonso López Pumarejo y del también liberal, Carlos Lleras Restrepo, trayendo la guerra de los campos a la capital.

Un Reporte previo a estos hechos de la Embajada Americana en Colombia al Departamento de Estado de abril de 1952[ii] ya daba cuenta que "el deterioro del orden público mortifica en grado extremo a los militares", lo que a la postre causaría el golpe militar del 13 de junio de 1953 en la que ascendería al poder el General Gustavo Rojas Pinilla y que según el mismo Departamento de Estado "tenía el apoyo conservador y la mirada benévola de los liberales; podría significar el regreso de Colombia a la democracia y no sería peor que el de Gómez (Laureano) con respecto a la persecución de los protestantes[iii]".

La luna de miel entre Rojas Pinilla y los partidos tradicionales se comenzaría a romper a principios de 1956 entre otras cosas por su enriquecimiento desbordado y la aparente intención de quererse perpetuar en el poder haciendo honor al comportamiento usual de los dictadores.

Fue entonces cuando tras varios acercamientos entre los representantes de los partidos, liberal, Alberto Lleras y conservador, Laureano Gómez, el 20 de julio de 1957 se firmaría el Pacto de Sitges[iv], también llamado Pacto Nacional, en donde se establecería la necesidad de convocar un plebiscito para reformar la Constitución de 1886 y así adoptar entre otros, la alternancia cuatrienal en el poder de los partidos tradicionales por 12 años (ampliado luego a 16 años) garantizando su triunfo al incluir la confirmación del derecho de la mujer al voto.  Dicho plebiscito se llevaría a cabo favorablemente a los intereses planteados, el 1º de diciembre de 1957, resultando vencedor en las elecciones presidenciales que tendrían lugar en mayo de 1958, el candidato liberal, artífice del denominado Frente Nacional.

Alberto Lleras creó, un mes después de posesionarse como presidente, la Comisión Especial de Rehabilitación y, poco después, la Comisión Nacional Investigadora de las Causas de la Violencia, que iniciaron acercamientos con los grupos armados buscando negociar su desmovilización a cambio de programas sociales.

En 1959 se emplearon 6.700 hombres en 110 frentes de trabajo, uno de los cuales sería Manuel Marulanda Vélez quien lo haría como Inspector Jefe en la construcción de la carretera Aleluyas-El Carmen junto con muchos de sus compañeros de lucha, sin desarmarse puesto que el programa no lo exigía. El general Belarmino Pinilla, quien sería comandante de la flotilla de helicópteros que ocupó Marquetalia, recuerda que “Tirofijo trabajaba de noche como taxista en Neiva para redondear el sueldo” habiendo además comprado una casa en Gaitania (Planadas, Tolima), materializando su intención de volver a tener una vida normal después de la guerra[v].

El programa de rehabilitación había integrado a guerrilleros de las autodefensas comunistas siendo uno de sus principales representantes el Charro Negro, quien fue nombrado Presidente de la Unión Sindical de Agricultores de Tolima y Huila.  Igualmente incluyó a excombatientes del liberalismo como al General Mariachi, quienes se habían separado de los comunistas y sostenían con ellos una guerra abierta.

Desafortunadamente, este funesto legado de violencia que había dejado más de 240.000 homicidios registrados, no se solucionaría tan fácilmente. El 11 de enero de 1960, Mariachi acusaría al movimiento agrario de Marquetalia representado por Charro Negro, del robo de 200 reses invitándolo a una reunión en Gaitania para arreglar el problema. Al asistir, Charro caería en una emboscada de la cual no saldría vivo.

Sería entonces cuando Marulanda tras denunciar el asesinato del Charro en Neiva e Ibagué y no obtener la respuesta esperada del Ejército, preferiría regresar a Gaitania, reorganizar a sus hombres, abandonar las herramientas de trabajo y volver a los fusiles.

Durante tres años, Marulanda amplió la influencia de las autodefensas regulares a una gran área comprendida por varios municipios del Huila y el Tolima llamándola la “República Independiente de Marquetalia”, lugar en donde, previendo los operativos del Ejército, la población conformada no solamente por combatientes, se dedicaron a cultivar maíz y arroz; a construir depósitos para almacenar alimentos y pertrechos; a organizarse bajo normas de convivencia y a adiestrar unidades y mandos militares[vi].

Sería precisamente este el lugar que asaltaría el Estado de manera atroz convirtiéndolo en el génesis de los grupos guerrilleros armados en Colombia.

Tras ver la furia de la ocupación militar de Marquetalia por parte del Ejército como un simple espectador por la imposibilidad de haber participado como misionero de paz, quien era conocido como el Padre Camilo Torres dejaría la sotana, se comunicaría con el recién creado ELN y junto con Jaime Arenas, su contacto directo con el grupo armado, y Marguerite Guitemié Olivieri, trabajaría en la publicación del semanario del movimiento, cuyo primer número aparecería el 26 de agosto teniendo un éxito arrollador al vender 45.000 ejemplares en cuestión de horas, incrementando la simpatía pública por la agrupación e incrementando el número de militantes en sus filas.

Tan solo noventa días después de su ingreso, Camilo Torres moriría en el primer combate en el que participó transformándose en la figura mítica y mística que alimentó la ideología del ELN desde su creación.

Su influencia dentro del grupo armado es hoy puesta a prueba por el presidente Gustavo Petro al preguntarles a sus miembros: “O el camino del padre Camilo Torres Restrepo o el camino de Pablo Escobar[vii]”. Ahora bien, yo me pregunto, ¿y si el camino hubiera sido la negociación que no le fue posible realizar al Padre Camilo Torres para evitar que el Estado asaltara tan violentamente a Marquetalia? Aunque algunos responderán que los “hubiera” ya no sirven de nada, espero que ahora, cuando se están formulando las preguntas correctas, busquemos las respuestas en la historia para evitar que ésta vire en el peor de los sentidos, el de la guerra.

[i] https://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php/Camilo_Torres_Restrepo

[ii] Despacho n.° 953 del 21 de abril de 1952. Reporte de la Embajada Americana en Colombia al Departamento de Estado-ANEU-.

[iii] Memorando del asistente del Secretario de Estado para Asuntos Inter-americanos, al Secretario de Estado. Washington, junio 15 de 1953. ANEU. 721.02/6-1553.

[iv]  F. Planeta, S. A., ed. (enero de 1985). «Pacto de Sitges». Diccionario enciclopédico Larousse. 8.º. Madrid: Editorial Planeta, S. A. p. 2218. ISBN 84-7551-052-3.

[v] Asalto a Marquetalia, Alfredo Molano Bravo, 2014.

[vi] Asalto a Marquetalia, Alfredo Molano Bravo, 2014.

[vii] Trino del presidente Gustavo Petro, 12 de enero de 2023.

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