Somos signo, símbolo y palabra. La esfera pública es punto de convergencia de sujetos y discursos que jamás se anulan en su singularidad. Es un espacio donde ocurre la lucha por el sentido, por la comprensión dentro del orden de la comunidad.
La condición dialéctica de esta esfera pública, sin ahondar en el sustrato filosófico, nos salva del unanimismo y con ello nos pone ante el reto del diálogo y el consenso.
En la foto, el vacío entre pedestal y firmamento tiene un enorme poder, semejante al del silencio, este más poderoso que el grito. Es comprensible que cierta élite social, con enorme poder económico en la ciudad, sienta el hecho del derribo de la efigie del "fundador" (entre comillas, porque a su llegada en 1536 Sebastián de Belalcázar encontró aquí una comunidad nativa que él y sus adláteres se propusieron exterminar en nombre de la cruz y de la espada) es una afrenta contra la pureza de origen y de raza de cuño hispano que creen representar.
No obstante, el derribo de la estatua puede mirarse como un hecho afortunado que abre las puertas para un diálogo amplio e incluyente en la esfera pública. Pienso que si tuviésemos que llenar con algo ese vacío "incómodo" que deja la ausencia de la estatua del "fundador" de la ciudad, yo pensaría en reemplazarla por un monumento a los pueblos de Cali, en híbrida convivencia histórica, social, geográfica y cultural.
Así mismo, la Avenida Belalcázar podría ser refundada como la Avenida de la Diversidad. No en vano en Cali la conocemos también como Avenida Circunvalar, y conecta a dos modos de ser que tiene el oeste aquí: el del estrato 6 de barrios como Normandía o el mismo Belalcázar, y el del estrato 2 de Siloé y la zona marginal de la ladera. La avenida deriva hacia el suroeste y espera ampliación en los próximos años. Como tal no le pertenece a un barrio o a un sector de Cali ni tampoco representa a una élite o a un conglomerado en específico.
Es una propuesta, nada más. Renombrar la ciudad implica aceptar la transversalidad discursiva y la transformación de la urbe gracias al flujo de gentes y costumbres. Se trata de aquellas migraciones culturales de las que habló el mexicano Carlos Monsiváis en su magistral ensayo Del rancho a internet (1998).
Porque si en Cali regresamos a lo mismo, es decir, a la estatua y el nombre de la avenida idénticos, lo lleno quedará más vacío de sentido que nunca.
Posdata. Desde el 12 de mayo de 2021 la Avenida Jiménez en Bogotá pasa a llamarse Avenida Misak.
* Prof. Universidad del Valle.