El que tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo.
FRIEDRICH NIETZSCHE
El verdadero revolucionario, sea en arte, en ciencia, en política, etc., es el que es revolucionario sin darse cuenta de que lo es. Son los otros los que un día le hacen ver que es revolucionario y que todo aquello que a él le parece tan natural está fuera de lo conocido.
VICENTE HUIDOBRO
Mi caso es un insulto a la inteligencia del pueblo estadounidense.
LUIGI MANGIONE
Desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños, he aquí un ensayo sobre la salud y lo más preciado del ser humano: su cuerpo. El que hoy, más que nunca, es usado por el Poder y el Estado como objeto político para el ultraje, no como sujeto para su bienestar.
Ello, basado en tres historias concretas, no de fantasía, aunque puedan tener de hecho un acendrado respaldo en la ficción, sea literatura o cine o los dos a la vez: 1. La del paisa Jhon Ferney Cano, antecesor del ciudadano que hoy ocupa la atención mundial sobre solidaridad, identificación y respaldo a otro que se vio impelido a actuar en nombre de la Humanidad para hacer respetar la dignidad personal. 2. La de su sucesor, el gringo de ascendencia italiana Luigi Mangione, quien decidió hacer lo mismo que Cano, victimario de su urólogo, y liquidó a tiros al CEO de UnitedHealthCare, Brian Thompson, en New York, el 4.dic.2024. 3. La de mi esposa, Martha Peña A., a quien su EPS le regaló una cirrosis por sobredosis de Losartán.
Se advierte de entrada: no se trata de una apología del delito, en el caso de los dos primeros, ni de una revancha o venganza, en el del tercero: como a Cano ya nadie podrá juzgarlo puesto que se suicidó, sólo resta decir que ojalá Mangione sea juzgado en derecho y condenado por el cargo pertinente/justo: lo que de antemano se puede dudar, toda vez que la Justicia gringa sólo opera con base en el dinero. Para abordar tan anómala situación, que ya ha despertado el interés mundial, sobre todo por Mangione, sin olvidar al marginal Cano, se recurre a algunas piezas del periodismo de indudable valor civil y profesional: el programa La Base, de Pablo Iglesias, ¿Héroe o villano? Ola de simpatía popular con el asesino del CEO de UnitedHealthCare; el artículo publicado por el New Yorker: Luigi Mangione and the Making of a Modern Antihero o Luigi Mangione y la creación de un antihéroe moderno. En el caso de Martha Peña, se trata de su propio testimonio, al que le hice un ligero trabajo de edición.
El documentado podcast de Pablo Iglesias (1), sin tampoco cometer apología del delito alguna, hace un balance inusual (sobre todo con respecto a la prensa prepago, tipo Semana) entre los actos que comete la compañía aseguradora gringa en contra de la gente, el sistema de salud, la sociedad, y los del propio Mangione, sin que en ningún momento se note el sesgo de su labor informativa y, más allá, de comunicación hecha con eficiencia y eficacia. V. gr. al referir las pruebas en contra suya: documentos falsos, arma hecha con impresora 3D, registro en hostales y, lo clave, un manifiesto de tres páginas con su rechazo al Sistema capitalista y, en concreto, al de Salud: o, en honor a la verdad, al aparato de muerte. Mangione: “[Ofrezco] disculpas por los conflictos que haya podido causar, pero lo que hice tenía que hacerse”. Como antes lo tuvo que hacer Cano con el Dr. Aristizábal, tras un largo maltrato del urólogo. Como, por fortuna, no lo hizo Martha Peña pese a los daños recibidos.
Iglesias y sus colegas, Zugasti, Levin y Afinogenova, no se van por las ramas sino optan por mostrar las debilidades y los claros yerros, con base en mala fe antes que negligencia, del aparato de muerte, llamado Sistema de Salud, así como extrapolan las virtudes, aciertos y fallos del joven de 26 años, ilustre universitario de la Ivy League, experto en informática, conservador declinista y oriundo de Maryland. Estado exponente del Western, v. gr., McClintock (1964) u Hombre de verdad, con John Wayne, y que proyecta la opinión de la mayoría silenciosa que parece anticipar a Spiro Agnew, el exgobernador de dicho estado surgido en la escena nacional c. 1968 y muy a tono con el esquema de dicho filme. En fin, un hombre, Mangione, tan práctico como la nota que llevaba cuando fue arrestado en un McDonald’s de Pensilvania. La cita no es gratuita en tanto dicho género del cine permite extrapolar las distintas categorías del Western, desde el llamado Goldwater hasta el Kennedy.
El crítico de cine Philip French propone una tesis según la cual hay cuatro célebres figuras surgidas a inicios de la década del 50 del XX (2): el primer par lo conforman JFK y Barry Goldwater, voceros en su orden de la Nueva y Vieja Frontera, ambos jóvenes senadores c. 1953. El segundo par lo constituyen LBJ, presidente del bloque mayoritario del Senado durante el primer gobierno Eisenhower, y William Buckley, cuyas obras Dios y hombre en Yale y McCarthy y sus enemigos lo harían, en similar periodo, el representante más elocuente del Nuevo Conservadurismo. Los rasgos del estilo Kennedy serían: tratamiento global tenso y ritmo acelerado; retórica elegante, irónica, llena de ingenio; imágenes compuestas con sumo cuidado que resaltan el reto que encarna el paisaje; tono moral agudo y penetrante; humor suavizado con los matices del sentido absurdo o trágico de la vida; pasado recreado con morigeración realista, casi sin lamentos, con tono elegíaco: una mixtura con el presente.
El estilo del típico Western Goldwater sería pausado y expansivo; retórica sentenciosa y a base de humor vulgar, vasto, hiriente; sus encuadres aceptarían de modo casual el paisaje; tono moral generoso, pero en últimas implacable y un sentimentalismo ubicado al filo mismo de la crueldad; prevalencia de un estado de ánimo atravesado por la calidez de la nostalgia. El contenido del Western Kennedy tendería a incluir un héroe levemente tímido, susceptible de cambiar y evolucionar, con un profesionalismo en apariencia carente de ostentación, aunque eso sí proclive a alentar un sentido de angustioso fracaso; acento en el prurito de realizar una actividad comunal; minorías y forasteros recibirían, también en teoría, un trato de simpatía y compasión; combatiría la idea de que el hombre es esencial o necesariamente violento; implicaría mirar al pasado en busca de pautas de orientación para crear un mejor futuro; detrás del argumento subyacería un tortuoso optimismo sobre el futuro de la sociedad.
El contenido del Western Goldwater iría en la dirección opuesta: el héroe (o antihéroe) sería un hombre resuelto, incapaz de alejarse del destino señalado, sólido como una roca en cuanto a la propia virtud e imagen de sí mismo; haría hincapié en factores como el individualismo, la necesidad de hacerse/ayudarse a sí mismo, el aspecto inexorable de la desigualdad; la agregación se vería como asunto natural del ser humano y la violencia como algo inevitable, quizás fuente de placer y, claro, previsible; migrantes o minorías provocarían sospechas o se los trataría con cierta condescendencia; prevalecería el pasado como medio de hallar un ideal de conducta y descubrir cómo se organizaría la sociedad. La interacción del contenido con el estilo Kennedy produce el Western así llamado; de forma análoga, lo mismo pasa con el estilo Goldwater; aun así, si se enfoca el contenido Kennedy con el estilo Goldwater resulta el Western LBJ, y si se aplica el estilo JFK al contenido Goldwater resulta el Western Buckley.
Todo ello para recordar lo que observa J. Winter en The New Yorker: que hace casi medio siglo, el estudioso del folclor gringo Richard E. Meyer, señaló la diferencia esencial entre el forajido (para Meyer un tipo distintivo mas no exclusivo de tal folclor) y el simple criminal. Meyer: “el héroe-forajido [gringo] es un ‘hombre del pueblo’; se lo identifica estrechamente con la gente común y, como tal, generalmente se lo considera opuesto a ciertos sistemas económicos, civiles y legales opresivos establecidos, propios de la experiencia histórica [gringa]. El carácter del héroe-forajido es el de un ‘buen hombre que se volvió malo’, no muy distinto del paciente oncológico Walter White, de Breaking Bad, encarnado por Bryan Cranston, profesor de química con afugias económicas a quien le diagnostican un cáncer de pulmón inoperable. Así que para pagar su tratamiento y asegurar el futuro de su prole, cocina y vende la psicoestimulante metanfetamina junto a Jesse Pinkman, un antiguo alumno suyo.
Si se sigue esta pauta, Luigi Mangione sería otro héroe/forajido, el bueno que la sociedad vuelve malo, esta vez no por un cáncer sino por una anómala operación de espalda que deviene tortuosa e inaguantable para un sujeto no sólo delicado sino ante todo ético y portador de dignidad, virtud que no se negocia bajo ninguna óptica, y por eso actúa en consecuencia. Como no está en medio el médico que lo operó y su visión trasciende al sujeto de ofensa, él se dirige a la instancia mayor que tanto daño causa, ya no a escala personal sino social: el CEO de UnitedHealthCare, Brian Thompson, para cuyo acto de eliminación y, por contraste, de pedagogía y, en últimas, de violencia política, se prepara durante seis meses: alguien tiene que hacerse responsable y si no él lo hará responsable de los desmanes del más caro, corrupto e irresponsable sistema de salud o, peor, aparato de muerte, del planeta. Se recuerda: a cambio de su audacia y discreción ‘el héroe-forajido es ayudado, apoyado y admirado por su pueblo’.
Para vincularlo, claro, al presente de lo que podría ser Mangione, y no fue, gracias a que tuvo la osadía de cambiar su destino basado en su voluntad de poder y así resulte muy difícil saber si fue para bien, dados los resultados actuales, o para mal. En todo caso, él ha sentado un precedente imposible de borrar y más bien probable de traducir en inmortalidad. Basta saber que los casquillos de bala en la escena del crimen tenían grabadas las palabras Deny, Defend, Depose o sea Negar, Defender, Deponer, parte de la nomenclatura obstruccionista de la Big Pharma y sus seguros médicos, y metáfora de las armas burocráticas usadas contra uno de sus miembros. “No es una cuestión de conciencia, en este momento, sino [en lo básico] de juegos de poder. Evidentemente soy el primero en afrontarlo con una honestidad tan brutal como la que ven”. Más que de un asesinato se trata de violencia política. Ulrike Meinhof: Incendiar un auto es una acción punible, pero incendiar cien autos es una acción política…
El artículo del New Yorker, de Jessica Winter (13.dic.24), que me envió mi amigo Felipe Aljure, remarca (3): el apoyo popular al presunto tirador radica en una tradición gringa de exaltar a los delincuentes. Cabe moderar dicho subtítulo ya que, en este caso, no en tantos otros que sí lo es pero se calla, no se trata del presunto tirador sino del tirador real, dadas las pruebas citadas. Y sus motivos precisos en la nota del antro transnacional McDonald’s: “Francamente, estos parásitos simplemente se lo merecían”. […] “Un recordatorio: [EE.UU] tiene el sistema de salud más caro del mundo, pero ocupamos [aprox.] el puesto 42 en esperanza de vida”. Subraya que el tamaño y poder de HealthCare le han permitido abusar de nuestro país para obtener enormes ganancias y que su caso, como gritó en la foto que ilustra el ensayo, es un insulto a la inteligencia del pueblo estadounidense, tal cual lo muestra el policía que lo coge del cuello en señal de que su actitud es otro insulto al talento y al amor.
Ahora, la historia de Ferney Cano G., con base en la pieza periodística que me envió el colega catedrático y amigo Óscar Jairo González desde Medellín: se trata, por un lado, del artículo En un extenso texto, homicida de urólogo en la Clínica Medellín dejó escrita la sentencia de muerte del especialista, (4) en el que el periodista Santiago Olivares Tobón relata detalles del libro de 362 páginas que Cano González, de 34 años, dejó escrito poco tiempo antes de tomar la fatal determinación de matar al galeno: “Este caso está resuelto, se trata de una venganza por una lesión física que, a su vez, causó un malestar mental”. Las Memorias de un loco sensible es el título que le dio a su obra, la que cuenta su experiencia vital entre Itagüí y el Urabá antioqueño, los problemas de violencia intrafamiliar en su adolescencia, los conflictos de su entorno educativo y social. Los del menor de siete hermanos de una familia de clase media baja del barrio Viviendas del Sur, de Itagüí. Libro que abre con un cartel de urólogos.
Y a los que califica, en efecto, como buenos, regulares y malos y deja claro: “Todos, ¡sin excepción!, están no por la labor, sino más bien por el dinero. Yo no tuve en cuenta ese detalle y ahora pago las consecuencias”. Con un apartado especial para el médico que lo circuncidó en 2021 y al que decidió eliminar el 18.abr.2024 en el consultorio 908 de la citada Clínica Medellín. Tuvo un incidente con la secretaria de turno, luego entró adonde el galeno, le disparó y al llegar la policía quemó otro consultorio y se suicidó. Caso del que se ignora si Mangione se enteró, aunque es probable que así sea, dado que tuvo repercusión internacional antes que nacional y local, como lo permite avizorar/especular el artículo Esta es la página donde paciente reveló que iba a cometer crimen de urólogo en Medellín, de David Mercado (El Tiempo, 26.abr.2024) (5). Un caso más de violencia política y no de un justiciero que pretendería fama: no, se trata de un acto selectivo, preciso, que no puso en riesgo a inocentes.
Es decir, como el que lleva a efecto ocho meses después Luigi Mangione, bajo un contexto similar de maltrato y mala fe de los médicos, e igual, en este sentido, al que pasó Martha Peña con su EPS, ya se verá. Lo que de paso lleva a verificar los nexos de UnitedHealthCare en Colombia, su nexo con varias entidades de salud (6), bajo las cuales no subyace la idea de vida sino de muerte, pero antes de negocio, dice Perogrullo. Los tentáculos de la aseguradora de salud privada más grande del mundo, y la más corrupta, llegaron al país en 2018, cuando bajo el mando de Thompson compraron Colmédica, Aliansalud, y Clínica del Country, que, curioso, hoy construye una nueva sede de 32.000 mts2, con 120 camas de hospitalización, 12 quirófanos y 32 camas UCI: si esto no es la crónica de millones de muertes anunciadas con antelación, entonces que Gabo resucite y lo confirme. En 2021, Iván Duque inauguró un gran Centro de Operaciones Globales para dar empleo: dejó a mil trabajadores en la calle. (7)
Lo anterior lleva también a recordar el robo de 221 mil millones de pesos en la EPS Coosalud, en cuya junta directiva figuran un hermano del expresidente Andrés Pastrana, Antonio Pastrana; un hermano del ex vicepresidente Francisco Facho Santos, Rafael Santos; un hermano de Carlos Negret, Defensor del Pueblo (8), como lo denunció en un tuit por X el presidente de la república Gustavo Petro. Allí aseguró: “La empresa privada se endeuda con un banco por 221.000 millones y pone de fiador a la empresa pública con sus recursos públicos. La empresa privada no paga el crédito, es decir, se lleva los 221.000 millones y el banco embarga los recursos de la pública que servían de fianza en una fiducia”. Para luego señalar que quien ganó fue Jaime González, dueño de la empresa privada y gerente a la vez de la pública: ¿no hay un impedimento legal para evitar que eso pase? Y que la única víctima es la atención en salud de los afiliados a la EPS Coosalud. Una calamidad de la dependencia.
Sí, una calamidad que deriva de la teoría de la dependencia, de Raúl Prebisch (9) y Ruy Mauro Marini, y que puede cruzarse con la resistencia del godo y negacionista Efraín Cepeda, presidente del Senado y accionista de Portoazul, filial de HealthCare (10), a apoyar la reforma a la Salud. Basta conocer sus nexos con dueños de chance y juegos de azar, los que con La Gata Emilce López y Dieb Maloof expropiaron la salud de los costeños. Éste, el primer congresista condenado por parapolítica y luego preso por determinar el crimen del alcalde de Sto. Tomás, Atlántico, Nelson Mejía S., 29.abr.2004, por parte de Juan C. Rodríguez, alias El Gato, sicario del Frente José P. Díaz del Bloque Norte de las AUC, quien está preso por el asesinato del sociólogo Alfredo Correa de Andréis (11): de ahí a Varito sólo hay un paso. Para la Fiscalía, el crimen de Mejía se produjo porque él se negó a entregar la contratación de salud del municipio al Frente citado, que comandaba Édgar I. Fierro Flórez, Don Antonio.
Por último, va el testimonio de Martha Peña, mi heroína y la de su querida madre Blanquita, 94 años, a la que cuidamos, y que edito sólo por razones de espacio. Ella sostiene que ha tenido muy mala suerte en su relación con los médicos. Al año de nacida le pusieron una anestesia para sacar sus amígdalas, la que le produjo líos de aprendizaje y memoria para retener nombres, fechas y datos. Da fe de un tipo al que conoció en los años 60 y al que la bareta le dañó la memoria: tenía miedo de que lo echaran de la naviera en la que era gerente y, en efecto, así fue. Eso la llevó a pensar ‘ni que hubiera fumado marihuana toda mi vida’. Ya en su vejez se enteró de que la anestesia no debe aplicarse a menores de cinco años porque sucede lo que le pasó a ella. Su segunda desventura con los médicos ocurrió cuando le sacaron la matriz y se abrió: le pusieron una malla, por vía de una eventrorrafia, se le volvió a abrir y querían operarla de nuevo. Así, visitó al médico, trató de caerle bien y de simpatizar con él.
Él le confesó que existían mallas grandes y pequeñas y que le recordara ponerle una grande. Así descubrió que ponen mallas pequeñas para operar muchas veces y ganar dinero, hasta llevar a un cáncer al paciente, y no quiso operarse. Su tercera desventura fue por una sobredosis de Losartán, droga para la tensión, que le produjo una cirrosis primaria. Martha ríe, luego entristece. La asesoró un médico y abogado que le dijo que las farmacéuticas dan un margen, pero que si esa sobredosis se extiende por años daña el hígado: pero, los médicos se tapan entre sí y niegan que su problema hepático es por la sobredosis y por eso le insinúan si es alcohólica. Lo que la indigna: y ríanse lo que fue intentar decirles que era una sobredosis hasta que la vio el segundo médico. Sólo tras una pelea logró decir que le cambiaran la droga. Al decir con énfasis que no, le respondió que no podía obligarla, por sus derechos como paciente y su radical decisión de tomarla o no. Al final, sólo le quedó amenazarlo con tutela.
Investigó y la dosis máxima era 75 ml, así que se lo dijo y con alevosía le respondió que eran 100 ml; entonces, aprovechó la ocasión para señalar que le estaban dando 200 ml, llevaba muchos años en ello y nadie le había dicho nada. Entonces, miró la historia clínica y torciendo la boca, balbuceó: ‘Sólo por eso se la cambio”. Aunque hoy sostiene que se la cambió por odio, cosa que nunca será lo ideal. Ella, para completar la historia, tiene cinco reuniones familiares anuales y en todas tomaba antes gaseosa pues ya ni lo hace. La cuarta desventura: le diagnosticaron esclerodermia y le dieron el medicamento llamado Metrotexato y al primer fin de semana de tomarlo sintió los eventos adversos. Fue a urgencias y el médico, de 30 años, le dijo: ‘Siga tomándolo o si no le avanza la enfermedad’. Lo que, en otras palabras, apenas es índice de la obediencia de los médicos al Sistema, de su falta de ética, de su postura acrítica, en fin, de su sometimiento a las leyes del mercado y no del servicio a la comunidad.
Le hizo caso, lo tomó tres fines de semana más, y por exámenes descubrió que el hígado se puso peor. Consultó dos médicos que no son del Sistema de Salud y uno de ellos le dijo que tal medicamento convierte al hígado en un cartón. Así, inició una dieta mediterránea, un listado de alimentos que le ayudaba con su hipertensión y así pudo solucionar el problema. Pero, como su hígado no tiene solución, debe seguir la dieta para que no avance más el daño hepático. A los médicos no les importan los pacientes: va a consulta, intenta hablar y la callan o si no evitan atenderla. Le pusieron una terapia para el dolor de manos, pero no le duelen y como no la dejaban hablar no pudo comunicar el hecho. Fue a la cirujana por su vesícula y le dijo que su dolor era por otra cosa. Y ella pensaba que nada le dolía, pero que la cirujana no se enteró porque le tenía prohibido hablar. Parece que los médicos deciden dónde le duele a uno. Una frase de François Lyotard señala: “Mandar a callar es igual que mandar a matar”.
En tal sentido, esta sociedad obliga a callar y obedecer, así la vida de la gente esté en riesgo. Esto lo comprueba el experimento en la U. de Yale: un equipo de investigadores liderado por Stanley Milgram, reunió a un grupo al que le ordenó aplicar descargas eléctricas a personas, de hasta 400 voltios, si no contestaban bien las preguntas. Por fortuna, se trataba de actores y, en realidad, no recibían la electricidad. Lo que prueba que al ser humano lo acostumbran a obedecer las órdenes que otros le dan, sin importar que se trate de un acto doloso/deliberado. En el sistema de salud ningún médico paró la sobredosis, porque había que someterse al diktat de los médicos anteriores, ya que no podían arriesgarse a perder su trabajo, así tuvieran que matar a los pacientes. Por fortuna, en los casos de Mangione y Cano no debieron hacerlo, dirán los médicos… aunque la galería se estremezca y evada la risa o el llanto. Martha por su lado se libró de morir por su disposición a investigar, a discernir y a trocar droga por dieta.
Para terminar, es irrefutable la conexión entre Cano, Mangione y Martha Peña, los dos héroes/forajidos y una heroína: mi esposa y la cuidadora de su querida madre, a la que hace rato el aparato de muerte le tiene ganas, como paracos, Sistema de Salud y Varito, a Petro; no se trata de delitos, reitero, en los casos aquí descritos, sino de valor civil, defensa de la dignidad y la soberanía. En el de Martha Peña, de una protesta que justifica el Art. 20 de la Carta del 91, que autoriza a todo ciudadano a disentir del Statu quo (de los males y atropellos que comete), a manifestarse, a ejercer el derecho a la tan mentada, y escasa, libertad de expresión y movimiento. Por no aplicarlo, hoy el mundo convulsiona por las protestas de Mangione y Cano (las de Martha son calladas): un acto de violencia política. Este ha sido un grito a favor de la salud humana, el que Thompson o Aristizábal jamás darían. Ahora se sabe, UnitedHealth Group ‘donó’ 2.000 millones para vigorizar la Red Hospitalaria de Bogotá (11).
En conclusión, los tres personajes de este ensayo, c/u desde su lugar histórico, conciencia de clase, visión ontológica, nos recuerdan que, si bien se puede casi soportar cualquier cómo, mientras haya una razón para vivir, eso no significa resignación. También, que el verdadero revolucionario es el que practica la dialéctica, entrega su corazón y su cabeza a una causa, pero jamás piensa siquiera que es revolucionario: nadie va tan lejos, como quien no sabe adónde va, aunque otros puedan decir lo contrario. Eso lo sabe el maestro, porque tiene claro que más que enseñar, se aprende; lo sabe el escritor, porque así todo le fluya como el agua del río, no se jacta de su talento; lo sabe la maestra de música e intérprete de piano porque, aunque parezca fácil lo que toca, apenas ella sabe lo que hay detrás del asunto. Todo en ellos puede parecer muy natural, pero cada cosa es un invectare, es decir, un descubrimiento, algo hasta ahora desconocido. Agradezco por los Otros, a los dos héroes forajidos y a mi heroína.
A mi hijo Santiago, héroe no forajido ni antihéroe: héroe de verdad, no un mito, podría decir Carito.
A Marthica, María del Rosario, Gonzalo y Cinéfilas, por su compañía anímica así sea a distancia.
A todos los lectores desconocidos que me leen sin prejuicios y, claro, a mis amigos de acá y allá.
Notas, enlaces y bibliografía:
(1) https://www.youtube.com/watch?v=qwMCjK-UyjE&t=2s
(2) FRENCH, Philip. WESTERNS las películas del oeste. Tres Tiempos, Bs. Aires, 1977, 163 pp.: 30 a 34.
(3) https://www.newyorker.com/news/the-lede/luigi-mangione-and-the-making-of-a-modern-antihero
(8) https://www.lifeder.com/teoria-de-la-dependencia/
(9) https://www.portafolio.co/negocios/empresas/unitedhealth-entra-al-mercado-colombiano-513815
(10) https://verdadabierta.com/el-crimen-por-el-que-capturan-al-excongresista-dieb-maloof/
* (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y jazz, catedrático, corrector de estilo, traductor y, sobre todo, lector. Colaborador de El Magazín EE, 2012; columnista, 2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por MLK: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, publicado por la UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre MZO y su novela Changó, el gran putas, lo lanzó UFES, el 20.feb.21. Invitado por Pijao Eds. al Encuentro Nal. de Narrativa vista desde las Regiones (Ibagué, 1º a 4 nov.23) Invitado por la UFES al Congreso Literatura, Soberanía Nacional y Multipolaridad (Vitória, 25.nov.23). Autor en ARC, Rebelión, Magazín de EE, Las2Orillas y traductor/coautor, con Luis E. Soares, en dichos medios. Director del Cine-Club Al Filo del Tiempo, que se emite desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños. E-mail: [email protected]