La invitación del presidente Gustavo Petro a sus seguidores en Twitter de salir a defender sus reformas en la calle se convirtió en una manera de medir sus fuerzas respecto a las de la oposición, lo que parece haberle salido como un tiro por la culata.
Cuando los atenienses durante el siglo VI a. C. idearon una forma de organizarse social y políticamente ofreciendo al pueblo (demos) el poder de participar en todas las decisiones de la antigua ciudad-Estado (polis), seguramente no previeron lo que años después advertiría Platón en su libro VI de la República. Este expuso que esta no era la mejor forma de gobierno, ya que no solo dificultaba la toma de decisiones al tener que preguntar la opinión de todos, sino que también resultaba arriesgada la forma de seleccionar su líder a través del voto, pues los electores eran fácilmente influenciados por características irrelevantes como la apariencia o el discurso sofista de los candidatos.
Y así ha sucedido una y otra vez en la joven democracia colombiana. El discurso populista de todos los candidatos a la Presidencia de la República ha sido como el espejo exhibido por los conquistadores a los indios. Con la mágica habilidad de reflejar lo que se observaba en él, seducía a quien lo mirara, adormeciendo su racionalidad, sometiéndolo a su encanto hasta el punto de descuidar lo que antes protegían y ofreciéndolo generosamente a sus engañadores. En esto Gustavo Petro ha sido un fabuloso encantador.
Las marchas con menos participación de la esperada de quienes aún mantienen la confianza en el mandatario confluyeron en la Plaza de Armas, antes de uso exclusivo de la guardia presidencial. Un presidente decidido a conquistar de nuevo a las masas pronunció un discurso incendiario en el que animó a que el pueblo se levante, invitando en tono irónico a la “oligarquía colombiana” a “disminuir sus privilegios del presente para obtener más ganancias en el mañana”, con un determinante ultimátum dirigido a los ciudadanos en el que los instiga a "profundizar esas reformas hasta donde ustedes digan (...) el cambio no consiste solamente en ganar unas elecciones, sino en movilizarse permanentemente".
Al día siguiente, desde muy tempranas horas y tal vez motivados por el ímpetu ácrata del discurso del presidente desde el balcón de la Casa de Nariño, los opositores a la gestión del presidente se comenzaron a reunir en diferentes puntos de la geografía nacional, muchos de los cuales vestían prendas blancas que se percibieron como un deja vu de las marchas en apoyo al expresidente Iván Duque a finales del 2020 que se desencadenaron por el asesinato a manos de la Policía Nacional de Javier Ordóñez y que en noviembre sumaría el asesinato del joven Dilan Cruz por cuenta del ESMAD y el suicidio de Brandon Cely, soldado y auxiliar de enfermería, debido a las presiones y acosos de parte de sus superiores y compañeros del Ejército, luego de mostrar su apoyo al paro nacional en redes sociales.
En las marchas de los opositores brillaron figuras como el tristemente célebre Andrés Escobar, quien fue llamado a juicio por disparar su arma de fogueo contra la minga indígena que protestó en el barrio Ciudad Jardín de Cali en mayo de 2021. Este aprovecharía el escenario para anunciar su candidatura al concejo de esta ciudad, con el apoyo de quien se perfila como la más fuerte candidata a la presidencia por la derecha en las próximas elecciones, María Fernanda Cabal.
También se vería al representante de las negritudes, representante Miguel Polo Polo, dirigiéndose airadamente a los participantes en dicha marcha, vestido con prendas de uso exclusivo de la Policía, de la misma forma en que lo hizo el expresidente Duque durante el paro nacional del 2021, enviando un mensaje intimidante en redes sociales al actual presidente, el cual ha sido apoyado por más de 11.000 personas: “Esto es apenas un aviso, cómo se atreva a jugar con la salud y las pensiones de los colombianos, nos vamos a un paro bien agresivo. Que no será ni sombra del paro del 2021. ¡La salud y las pensiones de los colombianos se respetan! No vamos a dejar destruir”.
Y como para que no quedara duda de la participación en las marchas de la oposición de todo aquello que representa a la derecha extrema, un hombre con destacados rasgos latinos saldría con una esvástica nazi en el brazo, tomándose una selfie mientras al tiempo era fotografiado por quien lo haría famoso en las redes sociales, otorgando a los seguidores del presidente la excusa para desacreditar el derecho constitucional que brinda la democracia de salir a las calles a manifestarse.
El presidente tuitero realizaría 52 publicaciones el 14 de febrero, día en que convocó a las marchas y 29 al día siguiente, cuando las marchas correspondieron a la oposición. Comenzaría este día informando desprevenidamente la entrega de la renta ciudadana de $500.000 para los colombianos más vulnerables. Posteriormente, transmitiría la opinión humanista de un Pepe Mujica acompañado del Embajador en Argentina, Camilo Romero, que poco o nada conocía de las reformas al igual que la mayoría de los colombianos que habían salido el día anterior para apoyarlas. Y cuando se anticipaba que la convocatoria de la oposición sería multitudinariamente mayor a la del día anterior, compartiría exaltado algunos videos con frases directas que mostraban su disgusto: “La xenofobia se volvió el discurso oficial de la extrema”; “De verdad tenemos una extrema derecha, extrema”.
Al final, la invitación del presidente Petro a marchar para expresar la voluntad del pueblo se convertiría en un mensaje fuerte y claro de rechazo a las reformas, un tiro por la culata a sus intenciones de lograr su rápida aprobación en el Congreso apoyado en la legítima presión de la ciudadanía.