Es la época del más llamativo festival de música del pacífico, el Petronio Álvarez, que se realiza en la capital del Valle del Cauca, Cali.
Y mientras los cantos celebran la vida y cuentan historias de selvas y ríos, pocas personas saben quién fue Petronio Álvarez, el personaje al que este encuentro de tradiciones le rinde memoria.
Mucho se ha escrito sobre Petronio Álvarez. Se han agotado páginas, horas de televisión, documentales, etc., contando la vida de quien fuera el cantor que le da hoy nombre al más importante suceso de música del Pacífico.
Cuando la persistencia es una cualidad surgen personas como Heraclio Parra, quien es autor de varios libros pero que para estas calendas desempolva el Homenaje a Petronio Álvarez, una obra publicada en 2013, que la gente sigue comprando y en la que Parra cuenta algunas vivencias con el autor de Mi Buenaventura.
Muchas son la personas que han cantando “bello puerto de mar mi Buenaventura, donde se aspira siempre la brisa pura”, pero pocos saben que el autor de ese himno que rinde homenaje a la ciudad puerto se llamaba Patricio Romano Petronio Álvarez Quintero, pero como uno quedaba cansado luego de decir un nombre tan largo, todos los que le conocieron terminaron llamándole solamente Petronio.
Encontré a Heraclio en la rueda de prensa con la que el alcalde de la ciudad y la secretaria de la Cultura contaron a los periodistas sobre lo que será en 2019 este festival que ya trasciende fronteras. Me dejé llevar por su historia, provoqué los recuerdos y le pedí que me contara qué había escrito sobre Petronio.
¿Por qué se hizo personaje de fama Petronio Álvarez? Según el escritor: “Porque siendo un trabajador del ferrocarril, trabajo que también desempeñó su padre, fue el primer maquinista que tuvo los Ferrocarriles Nacionales del Pacífico, que era como se llamaba en los años 20, contrario a su progenitor, Petronio era un hombre musical”.
“Le gustaba mucho la música y tenía una guitarra gigante que yo le conocí", asegura Heraclio. Además aclara: "porque yo canté con él en mis años juveniles. Yo tenía conjunto vallenato que se llamaba Los vallenatos tropicales; y un trío que se bautice Alma del recuerdo, y gracias a la música nos conocimos allá en Buenaventura”.
“Por la época en que le conocí, Petronio andaba por las calles con su guitarra. Precisamente, ¿sabe por qué se hacen o hacían los remates de Petronio en la calle novena con carrera primera? Porque eran los sitios por donde él andaba cantando sus canciones para los tinterillos, esos escribientes que hacían cualquier tipo de documento”.
Dejo que Heraclio navegue en sus memorias y permito que mi pensamiento viaje en su voz que cuenta y señala historias. “Recuerdo que ellos se entraban a esas pequeñas cantinas del sector y lo primero que pedían era un tintero de aguardiente". Y en tono didáctico me dice: “Se llama tintero, porque era un frasquito donde venía la tinta que usábamos en la escuela y como era grandecito y hacía más que una copa de aguardiente doble, los cantineros lo adoptaron y servían allí lo que se denominó “un tintero de aguardiente”.
A Petronio le gustaba el aguardiente y como motivación para cantar siempre se tomaba su tintero de aguardiente.
Parra rememora: “Un día Petronio le dijo a su mamá que le había compuesto una canción a Buenaventura y la madre le contestó: ¿a usted quién lo va a escuchar cantando? Pues yo no sé, respondió Petronio, aunque sea la canto para mis negros”.
Hoy es un himno que no solo cantan los de Buenaventura, es una canción universal y de las más famosas de nuestro país. Dicen que más de un centenar de orquestas sinfónicas de igual número de países la han grabado.
“Pero esa es la única canción de Petronio. Hizo muchas canciones. Le compuso a Veneranda, su esposa y los paisajes de su tierra, hizo tangos, en fin fue, prolijo en la composición de diversos estilos de música. El nunca grabó, pero la canción Mi Buenaventura lo hizo famoso. Fue Tito Cortez el que hizo más conocida esa letra”.
Le digo a Heraclio que el nombre de Petronio era muy largo y él me responde. “La verdad es que lo llamaban Petronio, pero sus amigos no lo conocíamos como Petronio, le decíamos “el negro cuco”. Creo que su apodo le viene de que una vez su locomotora se pegó en el Puente del Piñal y se formó el caos, pero él dijo yo saco esa locomotora de ahí. Y le dijeron que era riesgoso que se podía hundir. Él dijo que la pasaba y así lo hizo. Entonces le dijeron este negro es cuco, que significa el más, el mejor”.
El libro es una remembranza de la niñez de Heraclio Parra, pues tuvo la fortuna de ser amigo de Petronio y dar serenatas en su compañía. “Él no cantaba música folclórica, él cantaba tangos y vals argentinos y lo hacía muy bien. Alguna noche en el Barrio Popular, Petronio me dijo: cantemos esta canción. Era una canción venezolana de Juan Vicente Torrealba que llama El beso que te di y entonces surge la magia de lo inesperado: Heraclio canta: ni las estrellas que alumbran el mes de abril, tienen los finos destellos de tu mirar… y un aguardiente doble luego de la canción. Se cargaba la botella porque para entonces no existía lo que hoy llaman caneca”.
Historias de la vida de bohemia y farra de Petronio Álvarez, que están contenidas en el libro Homenaje a Petronio Álvarez del escritor Heraclio Parra, y el que muy seguramente, en esta edición del Festival 2019, volverá a caminar en las manos de quienes gustan conocer la vida de sus cantantes preferidos, porque Petronio es una figura emblemática de ese pacífico a veces tan olvidado y que cada año, gracias al Festival Petronio Álvarez, el mundo centra su atención en esa raza que canta y baila y sabe que la vida es alegría. Para quienes quieran el libro pueden contactarlo al 315 606 8708.
Agradecí a Heraclio Parra, su historia, el compartir sus recuerdos, el hacer el ejercicio de navegar hacia atrás en busca de momentos que no volverán.
Me prometí, que al salir de allí, me iría a esas tiendecitas que aún perviven en Cali y me tomaría un tintero por Petronio…