No existe el dios del que me hablaron en el colegio y la simpe presencia del dolor en el mundo, descarta —en la improbable eventualidad de su existencia— la posibilidad de que sea omnipotente y bueno al mismo tiempo.
Esa es una conclusión a la que llegué hace ya bastantes años. Una conclusión, además, que desistí de discutir con los creyentes hace años también: para la práctica totalidad de los que conozco, no hay incompatibilidad entre la supuesta bondad de dios y, por ejemplo, el sufrimiento de los niños que padecen de cáncer. El dolor del mundo —según ellos— es resultado de la maldad del hombre que utiliza de modo erróneo su libre albedrío.
¿Y un personaje que, pudiendo evitar el dolor en virtud de su omnipotencia, decide que los niños paguen el mal hecho por sus padres, no es un cretino desalmado?
La respuesta más común a esa pregunta es algo parecido a esto: “los caminos de dios son inescrutables”.
Si. Inescrutables. Como las mentes de quienes deciden aceptar una explicación como esa.
Esa discusión, decía, la he dado por cerrada hace tiempo.
Desde la óptica cristiana, es muy triste que los niños deban pagar con su dolor los pecados cometidos por sus padres, pero ¡qué se le va a hacer! Los niños no son puros: cargan con el pecado original y eso los hace culpables por el mero hecho de existir.
Si se es cristiano, entonces, parece que se puede conciliar la existencia de un dios bueno en medio de un mundo lleno de dolor que el mismo dios podría, si quisiera, evitar (¡!).
Otra cosa muy diferente sucede con el sufrimiento de los animales y es sobre eso que quiero escribir.
Cientos de miles de animales sufren dolor, abandono y maltrato todos los días en todos los lugares del mundo.
Perros abandonados, gatos maltratados, caballos muertos por agotamiento, primates abusados en experimentos, rinocerontes sacrificados para saciar las supersticiones de ignorantes impotentes, grandes felinos vendidos como mascotas para luego ser abandonados, cachorros que abarrotan las veterinarias confinados a cubículos infames, toros sacrificados por diversión, elefantes cazados por reyes, delfines masacrados, ballenas arponeadas.
¿Qué explicación tiene dios para tanto dolor inútil?
¿Cómo se justifica el sufrimiento de seres reconocidos como inocentes aún por creencias especializadas en culpar?
No existe argumentación que explique el dolor de los animales. O al menos no existe otra diferente a la de que vivimos en un mundo cruel, dominado por una especie de primate, si bien altamente evolucionado, desprovisto en general de respeto por sus semejantes, los otros animales, y sobrevestido de una arrogancia solo comparable con su capacidad de evadir la responsabilidad del dolor generado por sus actos y atribuirlo a los designios de un amigo imaginario, los cuales son (¡cómo no!) inescrutables.
Que un dios bueno pueda soportar la visión del dolor de sus hijos (aún pudiéndolo evitar, porque es omnipotente), es un argumento que me resulta impresentable pero que a fuerza de escucharlo desde la infancia, puedo considerarlo parte del paisaje argumental al que toca acostumbrarse, así no tenga pies ni cabeza.
Pero que un dios omnipotente tolere el sufrimiento de los animales, los más inocentes de todos los seres, es un hecho que me lleva a una conclusión que no estoy dispuesto a discutir: ese Ser, o no existe o, si existe, es portador de una maldad tal que no es otra cosa que un personaje por completo despreciable.