Un siniestro tinglado
Opinión

Un siniestro tinglado

Los políticos han convertido al país en un siniestro tinglado, un colosal ‘Banco de Favores’, que en esencia es un montaje virtual en que se depositan y se retiran favores

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diciembre 24, 2017
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El principal problema de Colombia es la corrupción, y el mayor caldo de cultivo de la corrupción es que los políticos han convertido al país en un siniestro tinglado, un colosal ‘Banco de Favores’, que en esencia es un montaje virtual en que se depositan y se retiran favores. Con la anuencia y complicidad de los gobiernos (y por supuesto de casi la totalidad de la clase política) ni se adelantan las obras que realmente requiere el país, ni se colocan en los puestos claves a los más capaces, ni a los más idóneos, ni mucho menos a los más honestos: se hacen las obras en que más tajada haya para los políticos y por regla general, los puestos claves de la administración y la justicia se les dan es a los recomendados y a aquellos que están en capacidad de hacer y de recibir favores. Y nada más descriptivo de esta cultura de corrupción que la llamada ‘mermelada’, un artilugio tramposo cuya principal finalidad es hacerles favores a los políticos, que a su vez responden con sus votos en el Congreso o aportando votantes cautivos para las elecciones. A Musa y al Ñoño se les untó con generosidad ‘mermelada’ (llamada también ‘cupos indicativos’) y ellos devolvieron el favor colocando 300 000 votos para la reelección.

En su reciente artículo en El Tiempo (Sept.3/17), el agudo periodista Mauricio Vargas señaló: “Ahora reaparecen los oportunistas de siempre, profesores, juristas y candidatos presidenciales, con propuestas anticorrupción para prohibir esto o aquello, como si lo que han hecho estos cuatreros del presupuesto y de la justicia no estuviera ya prohibido. Lo que de verdad serviría no pasa por la Carta ni por la ley. Pasa porque los presidentes se comprometan a no entregar contratos a los recomendados de los congresistas y a no untar de ‘mermelada’ a los magistrados con el nombramiento de parientes en el servicio diplomático o con contratos de asesoría a sus allegados.”

La cultura del ‘Banco de Favores’ la describe con enorme precisión el exmagistrado y expresidente de la Corte Suprema, Nelson Pinilla en una entrevista. Cuando la periodista María Isabel Rueda le pregunta, “¿Qué está pasando cuando ese tipo de personas (Bustos, Ricaurte, Tarquino y Malo) que por lo que le entiendo no tienen la ponderación profesional ni las calidades morales pueden llegar a tan altísimos cargos?”, Pinilla contesta, “El problema grave de eso es que no se nombra al mejor en estudios, experiencias, méritos, en probidad, sino que se nombra al amigo, a quien pueda ser aliado. Esa iniciativa estupenda que tuvo la Constituyente del 91 de darles a las cortes participación en el nombramiento de procurador, contralor, fiscal, auditor, lo que terminó llevando fue la mala forma de hacer política en Colombia a las cortes. Entonces se busca que sea designado el que pueda tener ocasión de devolver más favores. Se incumple ese deber que siempre debe caracterizar a los servidores públicos de no pagar favores y ser ingratos, podemos decir, porque si se pagan favores desde un cargo judicial se está prevaricando. Favores en burocracia y en distintas formas de participación que no necesariamente son las correctas.” Cuando María Isabel le pregunta al exmagistrado “¿Cómo salir de este momento tan grave? ¿Cómo volver a subirle el nivel a las cortes? ¿A qué horas empezamos a tener magistrados que venden sus fallos?, Pinilla responde: “Es muy grave porque el tema es social. Desgraciadamente, la sociedad se nos ha corrompido y día a día se está corriendo el riesgo de que haya más corruptos que lleguen a esos altos cargos. Lo único que podría hacerse de momento es que quienes tienen la iniciativa de postular a esos altos cargos sean supremamente cuidadosos y procuren no el amiguismo sino las condiciones profesionales, de experiencia y, sobre todo, las condiciones morales.”

 

Pretender que los que desde las cumbres del poder
los que postulan a los altos cargos no lo hagan con los amigos de siempre,
o con quienes les están pagando o están próximos a recibir favores, es arar en el mar

 

Pretender que los que desde las cumbres del poder los que postulan a los altos cargos no lo hagan con los amigos de siempre, o con aquellos que les están pagando o están próximos a recibir favores, es arar en el mar. Y el que tenga la menor duda al respecto, que se fije en los intentos afortunadamente fallidos de la Casa de Nariño de imponer en el Bienestar Familiar y en Findeter dos candidatos de muy dudosa ortografía. El siniestro tinglado del ‘Banco de Favores’ está vivo y coleando.

Publicado originalmente el 17 de septiembre de 2017

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