Honestamente, no me gustaría estar en la piel del senador Gustavo Petro, y es posible que ningún otro colombiano. Esa presión y señalamiento no es para toda clase de corazón. A este hombre le sucedió como el perro abandonado enfermo de ixodoidea. Su error, pelear contra la corrupta sociedad colombiana.
La corrupción, como el narcotráfico en Colombia, es fuente de empleo de millones de personas y alimenta miles de familias. Si repartimos por ciudades esta forma de subsistir, tenemos que Bogotá hace un aporte de mano de obra humana significativa que va desde presidentes, senadores, ministros, embajadores, militares, policía, fiscales, procuradores, contralores, cónsules, agregados culturales, alcaldes, gobernadores, y miles de anónimos nombres y apellidos que usufructúan la cosa pública y su inmediato aporte económico, el narcotráfico. Le sigue Medellín, Cali y Barranquilla.
Como vemos, es el dinero el eje central del asunto. De aquí parte todo el enredo que data décadas de contiendas, genocidios, saqueos, robo de tierras a campesinos, utilizar el Estado para justificar diabluras, otra vez narcotráfico, en fin. Antes de Gustavo Petro, el símbolo era las Farc y el narcotráfico (¿otra vez?), en cabeza de Pablo Escobar, los hermanos Rodríguez Orejuela, Gacha, Ledher y tantos otros nombres hoy en el ostracismo intencional.
Recientemente se anexó como símbolo el socialismo, pero este asunto no es seguro porque tiene países en Europa y Asia, principalmente, que han demostrado la falsedad de la supuesta miseria y desolación que pretenden vender acá.
Entonces volvemos a Gustavo Petro. El objetivo está casi logrado, confundir tanto a la gente (en Colombia somos expertos en esto), que muchos han llegado a creer que es culpable de lo mal que lo está haciendo el gobierno de turno, que si nos fijamos, es el mismo gobierno ininterrumpido desde hace más de dos décadas, solo que cambia de gerente administrativo cada cuatro años.
En literatura los símbolos demarcan una obra para hacerla clásica, Don Quijote, por ejemplo, un tipo que pretende enfrentarse a un mundo que no quiere ser diferente, pero que tampoco lo es. La pregunta en cuestión sería: si no existiese el señor Petro, ¿quién sería el afortunado seleccionado para desviar el asunto? Sin duda sería alguien o algo, porque es una manera de funcionar de la democracia que no es sólida o no puede ocultar la verdad. EE. UU. recurre a Rusia y recientemente a China por lo mismo.
Y aquí cabe EE. UU. como actor principal oculto detrás del reparto. Saben la verdad de lo que acontece en este país, y hasta lo pueden solucionar, ¿pero a costa de qué? Dijimos que se trata de dinero y a ese país sí que le gusta en demasía. Los narcotraficantes (vuelve la burra al trigo) de ese país son empresarios y dignos emprendedores. Solo es delito para los latinos de América. Pues bien, el gobierno de EE. UU. le ha sacado excelente provecho a la situación de Colombia, TLC que les favorece en demasía, siete bases militares que nadie acá puede vigilar, concesiones mineras, excepción de impuestos, sin incluir otras pequeñeces que son grandes en realidad. Esto para no intervenir directamente en el meollo político de la democracia más corrupta de América Latina, y posiblemente del mundo. ¿Ya mencioné el narcotráfico? Bueno, ¿no les parece curioso que desde EE. UU. se bajó la presión por los medios de comunicación que se ejercía sobre esta fuente de ingresos como hace años atrás? Ahí está la respuesta.
Desde hace muchos años, bajo la batuta de los mismos con las mismas, Colombia ha dejado de producir. Antes era país algodonero, país cafetero, país agrícola, producía vehículos, o los ensamblaba, barcos, medicina, etc. Hoy nada de eso queda, paulatinamente se ha ido convirtiendo en país consumidor gracias a los buenos oficios de los mencionados y la sabia capacidad de los empresarios norteamericanos para tener dónde vender sus productos, sea que los produzcan o los redistribuyan desde China.
Es triste la posición del comerciante, ganadero, empresario, industrial colombiano, la mayoría sujetos al narcotraf…(ya molesta la repetidera de esa palabra), para subsistir, hoy terriblemente temerosos de que un posible gobierno de Petro enrede más la cosa, sin opciones contra la fuerza económica externa desde EE. UU. y ahora China que viene con los bolsillos repletos de dólares en busca de un lugar. No se auguran cosas buenas para el país económico. O el país comercial, que parece lo mismo, pero no es.
Como podemos ver, no es Gustavo Petro el culpable de nada, solo es un símbolo creado para engañar en un país apasionado por los engaños, las mentiras y las traiciones. Las próximas elecciones funcionarán igual a las anteriores: jóvenes universitarios recién empleados o los jefes de empresas en busca del voto para el Senador, el presidente, el alcalde, el gobernador de turno con el fin de garantizar el empleo. Millones de pesos salidos repentinamente desde todos los flancos para dar vida a la democracia mientras la tanda de ilusos y poco inteligentes colombianos de a pie trenzados en quién es más simpático, Petro o…