Un siglo en la historia de la humanidad
Opinión

Un siglo en la historia de la humanidad

Los últimos cien años de la historia de la humanidad han estado marcados por el expansionismo como política y la búsqueda del poder hegemónico de Estados Unidos

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septiembre 04, 2024
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Lo que ha caracterizado la historia del último siglo de la humanidad ha s el expansionismo de los Estados Unidos.

Se cumplió el año pasado el bicentenario de la proclamación de la Doctrina Monroe que curiosamente estaba orientada al propósito contrario de lo que resultó. Cuando el presidente James Monroe definió lo que se resumió como “América para los americanos” no buscaba convertir a los países latinoamericanos en su patio trasero sino defenderlos de la colonización europea.

Esto ha sido mal interpretado como si fuera una declaración de intención colonialista porque así acabó siéndolo; pero el verdadero sentido era definir las relaciones de América (es decir los Estados Unidos como ellos se llaman) con Europa.

Un punto central era el rechazo al sistema colonial, es decir en alguna forma un apoyo a las luchas por la  independencia que se adelantaban en el resto del continente.

La otra parte del sentido de esta manifestación de política internacional es que Estados Unidos no se involucraría en los conflictos que se pudieran dar entre las naciones europeas.

Pero al comienzo del siglo pasado la adaptación de los Estados Unidos al modo de producción que significó la Revolución Industrial del petróleo, el acero, la electricidad y las cadenas de producción masiva le permitió convertirse en la primera potencia mundial y así definir una nueva orientación a su política internacional.

Ya desde antes la guerra hispanoamericana les había llevado a apoderarse de Cuba, Guam y Filipinas, y Theodoro Roosvelt, al tiempo que se apoderaba del Canal de Panamá y apoyaba la separación de Colombia, proclamaba en 1904:

Si una nación demuestra que sabe actuar con una eficacia razonable y con el sentido de las conveniencias en materia social y política, si mantiene el orden y respeta sus obligaciones, no tiene por qué temer una intervención de los Estados Unidos. La injusticia crónica o la importancia que resultan de un relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada pueden exigir que, en consecuencia, en América o fuera de ella, la intervención de una nación civilizada y, en el hemisferio occidental, la adhesión de los Estados Unidos a la Doctrina Monroe puede obligar a los Estados Unidos, aunque en contra de sus deseos, en casos flagrantes de injusticia o de impotencia, a ejercer un poder de policía internacional”.

Esto unido a la doctrina anterior del famoso ‘destino manifiesto’ que había atribuido a los Estados Unidos el propósito y el derecho a anexar los territorios que se requerían para unir el país desde el Atlántico hasta el Pacífico (anexión de Texas, guerra con México, compra de Florida y Louisiana) facilitó una reorientación de su política internacional después de ganar la Primera Guerra Mundial. Así el presidente Woodrow Wilson continuó la política de intervencionismo con una perspectiva mundial, definiendo el modelo americano como ‘democracia’ y asignándole un valor superior, lo que concretó al designar como su ‘misión’ hacerla prevalecer en el mundo.

En 1920 en su mensaje al Congreso, después de la guerra, Wilson declaró:

“... Yo pienso que todos nosotros comprendemos que ha llegado el día en que la Democracia está sufriendo su última prueba. El Viejo Mundo simplemente está sufriendo ahora un rechazo obsceno del principio de democracia (...). Éste es un tiempo en el que la Democracia debe demostrar su pureza y su poder espiritual para prevalecer. Es ciertamente el destino manifiesto de los Estados Unidos de realizar el esfuerzo para que este espíritu prevalezca”.


No ha habido conflicto, latente o soterrado -como la guerra fría que aún continúa-, o cualquier guerra abierta -como hoy la de Ucrania o la de Gaza- que no dependa de los Estados Unidos


Tras la Segunda Guerra Mundial su poderío se consolidó y con un eslogan equivalente a ‘Occidente para los occidentales’ convirtió a los países europeos en una especie de segundo patio trasero a través del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) por vía del cual ejerce esa ‘misión’.

Desde entonces el expansionismo como política y la búsqueda del poder hegemónico se convirtieron en el objetivo de ‘América’; no ha habido conflicto , sea latente o soterrado -como la guerra fría que aún continúa-, o cualquier guerra abierta -como hoy la de Ucrania o la de Gaza- que no dependa de los Estados Unidos, a veces con ‘sanciones’ que acaban a los países para acabar con gobiernos no sumisos, a veces promoviendo o participando directa o indirectamente en guerras internas o internacionales.

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