Antonio Támara León, más conocido en el gremio de los poetas del Caribe como el escribidor de la loma del diamante, es un escritor cartagenero y autor de diecisiete libros, entre los que se destacan los siguientes títulos: Yuly por siempre o por siempre para Yuly, A Roxanne y Albastardo.
Sin embargo, en esta ocasión Antonio está llegando a las multitudes con su obra Un servicio militar en Colombia. Se trata de una ingeniosa novela que nos pone a reflexionar sobre asuntos políticos, mientras nos invita a acompañar a Jairo Toledo, un joven cartagenero, que decidió enlistarse en la Infantería de Marina de Colombia (brazo fuerte de la Armada), luego de reprobar el examen de admisión para ingresar a la Universidad de Cartagena.
Leer a Támara en este libro implica ponerse las botas con el tercer contingente del 2008, conocer la compañía de instrucción de Coveñas y todas las almas que la conformaban y que gritaban al unísono "anfibio" después de un zapatazo, o una cuadrada como le llaman los infantes de marina.
Leer a Támara es comprender en parte cómo se da la transición y conversión de un joven civil a una auténtica máquina de guerra. Como también soy reservista del Ejército de Colombia, abordé el contenido de este libro con más curiosidad, con placer, con nostalgia y con gratitud.
Cuando el filósofo dos, como le llamaban de cariño dentro de las filas a Jairo Toledo, salió de traslado y pisó Guapi, Pulbuza, Timbiquí y todos esos terruños con nombre de antiguos caciques indígenas tuve la oportunidad de recordar algunas palabras del argot militar. Cada registro, cada patrulla, cada asalto y sobre todo cada supervivencia narrada fueron como viajar en el tiempo. Hubo párrafos que me hicieron sentir de nuevo el peso del fusil, del chaleco lleno de proveedores y de las botas gastadas. Evoqué los pies vueltos mierda por el tráfago de las marchas que parecían incesantes.
Asimismo, recordé amores efímeros, madonnas como las que pintaba Miguel Ángel, y eso que no patrullé el Cauca. Como lector y como reservista me sentí parte de la compañía Cazador. Recordé a esas mujeres que brindan bienestar, que dan moral a la tropa y que aprenden a hacer arrastre bajo como los soldados para entrar a los lugares donde pernoctan.
Este libro es una auténtica aventura, con la que el lector se va a encontrar con una descripción de lugares inhóspitos pero maravillosos. Paraísos que solo unos pocos, buenos y orgullosos han tenido la oportunidad de explorar. Y como no puedo gritar "anfibio", porque sería una falta de respeto con quienes prestan y prestaron su servicio en la Infantería de Marina de los colombianos, gritaré entonces como gritan los soldados del Ejército de Colombia: ajúa.