Hace aproximadamente un año llegué a la ciudad de Medellín buscando consolidar procesos académicos e investigativos que se desarrollan ahí. Reconozco que viajé con algo de escepticismo y temor, muchas de las cosas que pensaba realmente suceden y otras que no imaginaba también.
Desde siempre la rivalidad entre el paisa y el bogotano ha estado marcada por diferentes motivos: son las dos ciudades más importantes del país, aportan gran parte del poder económico de la nación, entre otros factores. Dejando a un lado dichos regionalismos, invito al antioqueño que dedica su tiempo a leer este texto a que no vea esto como un ataque o una ofensa.
Antioquia, desde 1863 cuando se decidió centralizar el poder en Bogotá, ha manifestado sus inconformidades por el papel que se le da en la toma de decisiones importantes del país. Tanta es la molestia que desde su gobierno, con el regionalismo en todo su esplendor, se ha llegado a mencionar una posible independencia del departamento en busca de una república autónoma. ¿Por qué no lo han hecho? Porque se entiende que Colombia los necesita y viceversa.
Como mencioné, cuando llegué a Medellín lo hice con imaginarios colectivos sobre la ciudad, los mismos que crearon épocas como la de Pablo Escobar, los paramilitares y la gran cantidad de bandas criminales que centran sus operaciones aquí.
Observar el consumo de sustancias alucinógenas de forma tan “normal” es sorprendente. Además, el apoyo y aceptación a la ilegalidad asusta, acá manda el pillo y no la autoridad; el regionalismo extremista, cerrado y en ocasiones agresivo transgrede por completo la imagen del paisa “todo bien”. Lo que más trabajo cuesta es iniciar una conversación en donde se realizan críticas a la ciudad o sus habitantes y no recibir argumentos irrespetuosos que contradigan dicha posición. Su amor por Antioquia no les permite reconocer y trabajar por mejorar las falencias que todas las sociedades tenemos.
Dijo Diego Alejandro Morales Zapata en una columna publicada por el portal Las2Orillas en el año 2014 Voy a deshacer esa patraña que llaman orgullo paisa. Pareciera que esto no les permite desarrollar una cultura critica y reflexiva de lo que pasa en su región, esa a la que tanto le proclaman amor.
Ahora bien, Medellín, y en general el departamento de Antioquia, posee cualidades extraordinarias. La calidad humana de la gran mayoría de sus habitantes, su belleza natural, la envidiable infraestructura que se fortalece día a día y ese empuje paisa son aspectos positivos que dan una luz de esperanza al pueblo antioqueño para seguir implementando estrategias de transformación.
Por lo expuesto anteriormente, querido compatriota oriundo del departamento de Antioquia, le confieso que no logré acoplarme a su cultura, ni a su tranquilidad, a la significativa aceptación de la ilegalidad y su carencia de respeto por la diferencia. Es por esto que respetuosamente lo digo ¡Qué complicado resulta convivir en la república federal de Antioquia!
