Cuentan los lugareños que fueron necesarios 9.000 kilos de pintura azul para convertir un típico pueblo del sudeste andaluz, blanco de la cal de la herencia árabe, en la pequeña patria de los pitufos; pero al mismo tiempo añaden que el costo de esa pintura ha sido la mejor inversión en toda la historia de Júzcar, una pequeña población que nosotros incluimos entre los pueblos más pintorescos que debe incluir en la ruta de su visita a España, máxime si ha decidido este destino aprovechando la Semana Santa y la bien ganada reputación de la pasión con la que el pueblo andaluz vive estas fechas; o simplemente busca la bonanza y el bienestar de la primavera andaluza, cuyo ambiente, olor y color le harán entender el porqué fue siempre inspiración de pintores y poetas.
Málaga no solamente es famosa por sus procesiones después de que su hijo predilecto, el actor Antonio Banderas, se encargara de internacionalizar la vistosidad de sus pasos y la pasión de sus penitentes; también es conocida por ser la capital de la Costa del Sol y por tener a lo largo y ancho de su provincia, al igual que sus vecinas de la región española más meridional, una red de pueblos inolvidables.
Júzcar es diminuto, pitufo incluso en su demografía, pues apenas sobrepasa los 200 habitantes, situado en pleno valle del Genal en la famosa Serranía de Ronda, célebre por sus leyendas bandoleras en el siglo XIX. El haber sido el primer pueblo español en instalar una fábrica de hojalata lo hubiera dejado casi desapercibido para la historia, pero todo cambió cuando hace tres años Sony Pictures lo eligió para promocionar el estreno de Los Pitufos 3D.
Lo único que debían hacer los dueños de las 175 casas del pueblo, además de los edificios públicos, incluido el cementerio, era teñir de azul las fachadas blancas. El impacto mundial fue impresionante. Tal fue así que, una vez acabada la promoción de la película, los habitantes no retomaron el blanco de sus fachadas, tal como estaba pactado, y decidieron mantener el azul.
Curro, un agricultor de 37 años, asegura que nunca vieron nada igual, “el pueblo ya no es el de antes, ahora tenemos turistas todos los días y cuando llegan los meses de buen tiempo aquí casi ni cabemos, en agosto casi se multiplica por cinco la población”. No es de extrañar, pues según los datos facilitados por el Ayuntamiento de Júzcar, desde que se convirtieron en sede pitufa cerca de 300.000 turistas han paseado por sus calles, degustado su gastronomía y fotografiado un pueblo que parece de dibujos animados. Al principio se vieron desbordados, pero supieron aprovechar la oportunidad, se han creado nuevas empresas hosteleras y otras de carácter local que organizan actividades temáticas relacionadas con estos famosos personajes azules.
Lejos quedan ya, a pesar de que apenas han transcurrido tres años, los tiempos de los contados turistas rurales que buscaban el descanso y las plácidas rutas de senderismo. Bien lo recuerdan los propietarios de los nuevos hoteles. Júzcar no es una sola visita, su cercanía con Ronda, con la capital malagueña, con la Costa del Sol y con los otros pueblos de la comarca, lo hacen parada obligada. Curro confiesa que en su infancia nunca había visto un pitufo, “eso debe ser cosa de milagros, pero nosotros estamos contentos, las postales del pueblo quedan mejor de azul”.