El poema en cuestión ha sido elaborado por una mujer negra, Amanda Gorman, siguiendo Biden la línea propuesta por Obama y, antes que él, las dos administraciones de Bill Clinton.
Aunque no lo parezca, Biden estaría apuntando al futuro con esta osadía de ser precedido en su discurso por una poetisa negra. Citamos:
El formato elegido es toda una declaración de intenciones sobre a quién va destinado este libro: GenZers y dos generaciones precedentes que lo adquirirán para dejarlo cuidadosamente sobre la mesilla de café, para que no pase desapercibido a los invitados su buen gusto literario y su compromiso social. Tal es el destino de la mayoría de la poesía que se publica en nuestros días. Los buenos tiempos para la lírica tienen un aspecto muy diferente a este.
Mirado este asunto cabría preguntarse a qué lírica pertenece la nueva reforma tributaria. Aclaramos que su hechura puede pasar por ser un poema escrito por Ernesto Macías.
Antes de debatir el asunto aclaramos quiénes son los GenZers. Leemos en Wikipedia: “la primera generación social que creció con acceso a internet y tecnología digital portátil desde una edad temprana, los miembros de la generación Z han sido apodados 'nativos digitales', a pesar de que no son necesariamente alfabetizados digitalmente”.
Ahora bien la pregunta que debe hacerse enseguida es ¿son los miembros de esta generación influenciables por la lírica propuesta por la poetisa Gorman, autora del poema ante Biden; y la otra, ¿son los miembros de la generación zeta en Colombia, influenciables por la lírica de la reforma tributaria?
Por lo pronto se sabe que el libro de la Gorman según se dice arriba no pasará de ser un elemento decorativo, que evite que pase desapercibido “a los invitados su buen gusto literario”, ¿pero tendría, al menos, similar uso un mamotreto sobre la reforma tributaria? Si no es así qué tipo de lírica, o género, es la reforma tributaria?, ¿para quién se edita?
Alguien osará reírse. Pero si es eso no remite a ninguna lírica, precisamente porque no es un libro de poemas, se dirá. Y es cierto.
Precisamente ese es el problema: debería serlo.
La reforma tributaria debería ser un libro sobre la lírica hasta el punto que concite la voluntad del pueblo colombiano para superar la fase nefasta que nos ha dejado la pandemia.
Por eso la lírica de la Gorman pretende anticipar el discurso de Biden, tratando de insuflar en el pueblo norteamericano que la noche nefasta de gobierno Trump había quedado atrás, eso mientras liga las nuevas tareas de Biden a la tradición inmediatamente anterior del gobierno Obama.
El problema consiste en que a cambio de un poema en el que debería retratarse la acción de la sociedad colombiana en su conjunto este gobierno propone una acción exactamente contraria.
Copiamos una estrofa de la poeta Gorman: “Style is statement, style is creative power revitalized / And never compromised. It is then in no way a surprise / That it’s also ‘uniforms for the slightly disenfranchised’. / This is no cloth on my arm / It’s the uniform of an armada / A poet’s sonata pulsing in Prada” ("El estilo es una declaración, el estilo es un poder creativo revitalizado / Y nunca comprometido. Por lo tanto, no es una sorpresa / Que también sean 'uniformes para los ligeramente marginados'. / Esto no es una tela en mi brazo / Es el uniforme de una armada / Sonata de un poeta palpitando en Prada”).
Prada es la conocida marca italiana para la cual en algún momento trabajó la poetisa.
Y qué es lo que insinúan los versos: cuando tú compras una camisa Prada, admites de alguna forma ser capaz de adquirir un estilo. Tú te vuelves homogéneo y diferenciado al mismo tiempo. Adquieres, si, un uniforme en el que puedes respirar como haciendo parte de un mundo. Prada te abre a esa posibilidad. Hay poesía en Prada, dice.
He allí una lírica: una propensión a un gusto calificado que incluso puede ser exótico.
Es indudable que la reforma tributaria no ofrece la misma alternativa para nadie. La reforma tributaria no es un estilo. No le vende nada exótico, algo que llevar y ponerse con orgullo y agradable a la generación zeta. Algo así como que esa generación diga: yo ayudé a mi país a salir de la crisis suscitada por la pandemia. Hago parte de un estilo de gobierno.
Eso no lo puede decir nadie en Colombia. No existe la lírica en este gobierno.
¿Pero quién puede escribir poemas a propósito de una reforma tributaria? Bueno en el caso de un presidente que maltrata el lenguaje como ha sido evidente, apenas cabe como plausible la posibilidad de que haya concebido dejarle esa tarea a Ernesto Macías.
Pero hay algo peor. Atrás quedaron sepultados por 6.402 sacrificados como falsos positivos aquella cantilena sobre la seguridad democrática y su supuesto buen gobierno de los tres huevitos. Lo que quiero decir es que este gobierno al encarnar una continuidad títere, está visceralmente incapacitado para afrontar las urgencias de una lírica de nuestro país. Incluso una lírica que, como la que sugería la poetisa, se encarne de manera empresarial de salvar la economía tal como lo sugieren sus versos sobre la marca Prada.
La crisis pandémica acabó por sepultarlo.
Entonces el gobierno parece haber escogido para sí la forma existencial del virus: no es un organismo vivo: no respira, o respira a costa del compromiso celular del pulmón infectado de la nación: sigue siendo sinónimo de muerte.
Notas: las citas derivan del artículo Gorman, el imperio y el ‘escarabajo’ de Wittgenstein, aparecido en la Revista Sin Permiso.
