Hoy amanecí iluminado, convencido de ser el poseedor de las respuestas a las preguntas que los chibchas estamos haciéndonos desde hace tiempo. ¿Por quién votar? Yo les voy a ayudar, “de gratis”. Analicemos un poco las opciones que tenemos y ustedes mismos al final, también convencidos e iluminados, podrán decidir fácilmente:
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- Usted decide votar en blanco: botó su votico, los demás deciden por usted, que está de acuerdo con lo que elijan esos demás; en Colombia votar en blanco nunca ha servido para nada, salvo en algunos pequeños municipios que nadie quiere gobernar. Y deje de repetirse que el voto en blanco se suma a las mayorías, eso es pura paja.
- Votar por el que diga Uribe: usted no bota su votico, lo regala. Aunque usted quiera mucho al salvador de Colombia, otra vez los otros eligirán por usted al parcero ungido por Álvaro, un Duque II, otro subpresidente. No venga después a llorar y a quejarse.
- Votar por la francesa Ingrid: usted sufre de “síndrome de desubicación”. Yo, con mucho cariño, le cuento que ella renunció a su candidatura para anexarse a la de Rodolfo. Pobrecita, le ha costado mucho trabajo acomodarse, a pesar de su gran habilidad para desacomodar a sus aliados. El 30 de mayo la Ingrid se vuelve a Francia.
- Vote por John Milton Rodríguez, si usted quiere que volvamos al siglo 19, bien religiositos, nada de abortar, las mujeres en su sitio, prohibidas todas las comunidades LGBT, y armados hasta los dientes como los gringos. Unos 2.000 piadosos lo acompañarán.
- Vote por Enrique Gómez, si quiere salvar al País de la pobreza y la corrupción, aunque él no tenga claro cómo lo va a lograr. Por cierto… ¿Sabe quién es él? ¿Lo ha oído hablar? Eso no importa. Otros 2.000 godos serán tus copartidarios.
- Vota por Fajardo, si no te importa que cuando sea presidente se duerma en sus funciones. El tipo es querido, no pelea con nadie, es educado y buen educador. Por eso en su casa lo quieren. Sus familiares y 2.000 más te seguirán en tu inútil esfuerzo.
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- Si decide votar por el Trump de Piedecuesta, es porque le gustan Hitler y la guerra, y como él usted votó NO en el plebiscito. Su voto sería coherente, solo cuídese de contradecirlo porque le puede encender a golpes. Claro está, si se enemista con él, se puede esconder en el Vichada. Nunca le encontraría.
- Quiere votar “a conciencia”: ¡Anticuado! Ese concepto ya no se usa, hasta la RAE ha pensado en eliminar y sustituir esa palabreja, por su inusual existencia en nuestra mente. Algún filósofo comentó que, como lenguaje incluyente, debe conservarse la palabra “conciencia” por respeto a las minorías que la tienen.
- Deseas votar por alguien que cambie al País: No se lo cuentes a nadie, es peligroso. Aves negras te reclamarán por ello y te pasarán facturas por las cuentas que en más de 200 años otros no pagaron. Te harán ver como el villano que quiere disminuir los privilegios de la “gente de bien”, esos verdaderos ciudadanos que sí hacen algo por la Colombia de todos; de todos ellos. Pero, sobre todo, te juzgarán por querer despojar de la corona a los poderosos reyes que la Providencia destinó para nosotros los chibchombianos. Yo te acompañaré, pero no se te ocurra “sapearme”, por favor.
Si no me hice entender, no se preocupe. Al final, puede suceder que su voto, como el mío, van a cambiarnos solo a nosotros mismos. Prefiero equivocarme con mis ideas, que triunfar con las de otros.