Los buses de Transmilenio y Sitp son gigantes rompecabezas. Se arman por pedazos. Las partes llegan a las plantas ensambladoras en gigantes tractomulas desde el puerto de Cartagena. La mayoría vienen de Brasil. Otras, desde Europa, donde se fabrican principalmente los poderosos motores.
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Los más de tres mil buses de Transmilenio y Sitp que ruedan por Bogotá, movilizando los casi 2 millones de pasajeros que se suben a ellos cada día, se arman en Bogotá y Pereira. El trabajo se lo reparten dos enormes empresas colombianas, las únicas que ensamblan este tipo de buses en el país: Marcopolo, de origen brasilero y Busscar, una compañía 100% colombiana, que también, hace unos años, tuvo socios del país de la samba.
Roberto Gálvez, vendedor ambulante, político y exitoso empresario,
Busscar fue fundada en Pereira por Roberto Gálvez, un empresario de aquella ciudad, quien antes de poder ser abogado de la Universidad Libre de Pereira, le hizo el quite a la pobreza midiéndose a cualquier trabajo. La calle fue su primera universidad. Fue voceador de periódicos, también fue obrero y pintor de brocha gorda. Como vendedor ambulante hizo sus primeros pinos de negociador y como mecánico de mantenimiento aprendió de motores, tornillos y tuercas cuando trabajó en la emblemática empresa comestibles La Rosa en Dosquebradas.
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Fue precisamente en esta compañía donde a Roberto Gálvez le picó la política. Mientras se hacía abogado de la Libre de Pereira —de la cual llegó a ser uno de sus directivos— lideró el sindicato la empresa de alimentos, que por aquellos días era uno de los más importantes de Risaralda. Defendiendo los intereses de los trabajadores se fue formando como líder.
Bajo la sombrilla del partido Liberal llegó a la política al más alto nivel departamental. Hizo toda la carrera. Comenzó como concejal. Luego fue representante a la Cámara de representantes, a donde llegó con el respaldo de César Gaviria, quien en ese momento fue elegido ministro de gobierno del entonces presidente Virgilio Barco. Con Gaviria, su líder político, ya como presidente de la República, en las elecciones de 1991 Gálvez fue elegido Gobernador de Risaralda, el primero del departamento por voto popular. Aunque su mandato se extendió hasta 1994, un año antes, en el 93, junto a uno de sus buenos amigos abrió un taller para reparar buses estrellados.
El negocio de los buses fue tan próspero, que Gálvez dejó a un lado la política. En el año 95, con nueve empleados que tardaban 45 días armando un bus, creó la firma Carrocerías de Occidente, la cual logró una buena posición en el mercado nacional.
A comienzos de este siglo, en el 2002, en los primeros años de Transmilenio y cuando empezaba a fortalecer su flota de buses, Gálvez se asoció con la brasileña Busscar Onibus, una gigante empresa que fue potente en el armado de buses en su país y en otros de América Latina. Para entrar con fuerza a licitar por el negocio de los buses articulados en Bogotá necesitaba un buen aliado y lo encontró en los brasileños de Busscar.
Los socios no resultaron tan buenos como Gálvez esperaba. La brasileña quebró una década después de hacer la sociedad. Detrás de los brasileños se fueron a pique varias subsidiarias que habían armado en Suramérica. La única que sobrevivió fue la colombiana que estaba en cabeza del pereirano, quien hizo maromas para no cerrar su empresa. En 2014 Gálvez le compró la parte de la sociedad a los brasileños quebrados, convirtiendo a Busscar Colombia en una empresa cien por ciento nacional, que poco a poco se fortaleció para competirle a la gigante Marcopolo.
La empresa que empezó con nueve empleados es hoy una mega compañía de más de 1500 operarios, que, en dos plantas, una ubicada en Pereira y otra en Dosquebradas, arman tres buses al día para los clientes en Ecuador, México, Chile, Panamá y Venezuela. En Colombia arman buses para Transmilenio de Bogotá, Metrolínea de Bucaramanga y el Mío de Cali. Su gran competidor es Marcopolo-Superpolo que nació de una alianza de la brasilera Marcopolo y el grupo Fanalca de Cali.
Marcopolo, la ensambladora brasilera que aterrizó en Colombia
Por los mismos años en que el pereirano Gálvez buscaba un socio que le ayudara a ganarse la licitación para ensamblar los primeros buses de Transmilenio, los dueños de Superior, una ensambladora caleña del Grupo Fanalca fundada por Jorge Herrera Barona y Joaquín Losada en 1972 buscaban a su vez un socio, para entrar a la puja por ensamblar los buses de Transmilenio en Bogotá.
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El grupo Fanalca encontró a una sólida ensambladora brasileña Marcopolo, fundada a mitad del siglo pasado. Era el socio perfecto. En el año 2000, Superior, aun presidida por Herrera y Losada contrató a los brasileros para que le fabricara las carrocerías de los primeros buses de Transmilenio y fueron los pioneros armando los buses rojos del sistema de transportes que inauguró el entonces alcalde Enrique Peñalosa el 18 de diciembre del 2000.
No había pasado un año cuando Marcopolo ya estaba en el negocio: caleños y brasileros se asociaron y crearaon Superpolo para trabajar únicamente en Colombia. Abrieron una gran planta en Cota, a las afueras de Bogotá, de 77 mil metros cuadrados. Hasta allí llegaron ingenieros y operarios desde Brasil para enseñarle a los colombianos cómo se hacían los buses articulados
Marcopolo tiene 17 plantas de producción de buses en el mundo y Superpolo entró a formar parte de la constelación hasta convertirse en la más grande ensambladora del país, ahora con Joaquín Losada Fino como CEO de Fanalca. No solo le hacen buses a Transmilenio, también le producen los del MIO, el sistema masivo de Cali, y los de Metrolinea, el transporte de Bucaramanga y Transmetro en Barranquilla.
Superpolo yu Busscar no se han quedado atrás también con la demanda de buses hechos bajo las nuevas políticas ambientales que se mueven en el mundo. Por su lado Busscar se asoció con Scandia para construir los buses eléctricos de los cuales ya ha una más de 50 rodando por la localidad de Suba. Por su lado Marcopolo-Superpolo junto a Siemens también se metió de lleno en el negocio de construir buses con las nuevas normas de energías limpias. Esta compañía colombo brasileña está ensamblando buses eléctricos y otros de hidrógeno que también ya están rodando en Bogotá, construidos en casi su totalidad, en su planta de Cota.