Por lo menos 13 fragmentos que conformaban el sistema que abastecía de agua a la apenas floreciente ciudad, hace más de 120 años, se exhiben hoy como un invaluable recuerdo arqueológico que hoy embellece al centro de Medellín y acompañan a los más de 1,3 millones de ciudadanos que caminan sus calles cada día.
Predominan tabletas de arcilla, cañerías de diferentes diámetros y algunas cubiertas que protegían el paso del agua en los años 1860 y que hoy, logran devolver en el tiempo a los curiosos que les invierten un par de minutos de su día.
Y es que, desde su descubrimiento, a mediados de 2018, se supo que sería una oportunidad de conectar a los paisas con la historia de Medellín. Este tema se convertiría en una obsesión que, menos de un año después y tras invertir más de 2 mil millones de pesos, pasarían de ser unas ruinas subterráneas a un atractivo arqueológico, cultural y turístico en medio de la ciudad.
El recién estrenado museo está ubicado en el corredor peatonal de Boyacá, calle 51, aledaño al templo La Veracruz, otro de los patrimonios arquitectónicos de la capital antioqueña.