A las múltiples trabas de las anteriores versiones, se suma la emergencia social y sanitaria provocada por el COVID-19, nada mas preocupante en términos de retos para una región metropolitana con la mayor población del país y con el mayor número de contagiados del país. ¿Cuál es la proyección por parte de la alcaldía distrital para sacar adelante este instrumento de planeación territorial en medio del intrincado camino del coronavirus? ¿Qué estrategias se tienen proyectadas para realizar la formulación y presentación del POT teniendo en cuenta el confinamiento prolongado decretado por el gobierno nacional? ¿Qué pasará con la participación ciudadana en este nuevo reto para la ciudad?
Es un hecho que la versión de este POT será atípica, no solo por la emergencia social y sanitaria, sino por la apuesta de esta alcaldía de asegurar un Plan de Ordenamiento que consolide a Bogotá como ciudad-región, es decir, el reto es construir una propuesta técnica que permita formalizar la articulación institucional entre la capital del país, sus municipios circunvecinos y los departamentos de la región central. Tarea nada fácil, teniendo en cuenta que en las anteriores versiones se apuntaba a configurar una región metropolitana que solo quedaba en su formulación, porque en la práctica la gestión de Bogotá se enfocaba en sus propios asuntos, y no se lograba una articulación con otros municipios circunvecinos que han venido creciendo a pasos agigantados sin ningún tipo de planeamiento en términos de centralidades urbanas propias, sistemas multimodales de transporte con conectividad intermunicipal o manejo y protección compartida de fuentes hídricas, entre otros.
Pese a esta situación, se advierten algunos hechos que muestran compromiso de pasar de la promesa a la realidad; por ejemplo, en el caso del Regiotram del Norte, ya se cuenta con el apoyo del gobierno nacional y la gobernación de Cundinamarca. A cinco meses de iniciadas las nuevas administraciones, se empieza a materializar la idea de una ciudad región verdaderamente interconectada y articulada. La reciente aprobación de la Región Metropolitana Bogotá-Cundinamarca, en quinto debate de la Cámara de Representantes, es también un avance sustancioso para esa meta de soluciones territoriales anheladas durante décadas.
De nada vale arrancar con proyectos compartidos si no se tiene una hoja de ruta que permita orientar el futuro de los territorios en sus diferentes ámbitos (movilidad, seguridad, hábitat, empleo, etc.). Hoy, más que nunca Bogotá-región requiere de un POT actualizado y sólido, pero, lo más importante, formulado y concertado con los habitantes de la ciudad.
Dialogar con las múltiples voces ciudadanas en el marco de las proyecciones institucionales no será fácil, dado el contexto de emergencia social y sanitaria que exige la puesta en marcha de dispositivos y estrategias de participación que en gran parte serán virtuales. Muestra de ello ha sido la dinámica de discusión ciudadana en el marco de la propuesta de Plan de Desarrollo Distrital. La generación de propuestas y observaciones al Plan de Desarrollo tuvieron que culminar con eventos virtuales en cabeza del Consejo Territorial de Planeación (CTPD) y, el Concejo está empleando una estrategia de interlocución con la gente, por medio de la campaña Concejo a la casa, que busca recoger la perspectiva ciudadana como insumo en su proceso de discusión y en la aprobación final del plan de desarrollo. Más allá de examinar los aciertos o críticas que esto ha generado, lo cierto es que la planeación de la ciudad y la región se ha tenido que someter a estos escenarios poco habituales, y es allí donde se moverá la formulación y discusión de este nuevo reto, el POT de Bogotá.
Con la premisa de no iniciar desde cero, la alcaldía se ha trazado la misión de recoger lo avanzado en los tres instrumentos de planeación anteriores, a saber: el Decreto 190 de 2004, el MPOT del 2013 y la revisión de POT del 2019. Según el distrito, de cada uno de ellos se puede rescatar respectivamente: el modelo de ocupación regional y la estrategia de ordenamiento territorial en clave de los ODS, la apuesta por un ordenamiento en sintonía con acciones frente al cambio climático y la gestión del riesgo, y el modelo de reparto de cargas y beneficios en lectura de revitalización, redensificación y desarrollo.
Construir sobre lo construido requiere integrar estos temas estructurales con los retos actuales de configuración urbano-regional en términos de articulación regional, estructura ecológica principal, población, movilidad, revitalización y sistema de cuidado. Sobre estos aspectos la participación ciudadana debe ser un eje transversal. La formulación del POT no puede quedar relegada a una discusión técnica sino también a una discusión política. Por tanto, la formulación, concertación y aprobación de este nuevo intento de POT deberá contar necesariamente con la voz de la gente.
Para concretarlo se requiere la consolidación de un escenario de gobernanza multinivel, colaborativo, de diálogo y de decisión entre los diferentes actores del distrito, la gobernación, los municipios de la sabana, la academia, los gremios y la ciudadanía. No será fácil, pues el confinamiento ha obligado a que este POT sea formulado inhouse, como lo ha definido la Secretaría de Planeación. De acuerdo con el cronograma de la administración, la elaboración de este POT, tanto en la etapa preliminar (diagnóstico y formulación) como en la etapa de concertación y consulta, irá hasta octubre, esperando que para la segunda semana de noviembre se cuente con una versión final para presentarla ante el Consejo y comenzar con el ejercicio de aprobación.
Será un deber de la institucionalidad, pero sobre todo de la ciudadanía, velar porque los ejercicios y etapas de elaboración sean verdaderamente transparentes, participativos, vinculantes y garantes de derechos, solo así podremos salir de este viacrucis resquebrajado por la pandemia para llegar a buen puerto, la ciudad-región que todos y todas anhelamos.