Pronto celebraremos un aniversario más de nuestra independencia política. ¡Es hora de empezar a buscar nuestra independencia energética!
¿Necesitamos un florero de Llorente?
Muchas veces ha estado acechando a algunas ciudades colombianas el problema del desabastecimiento de gas natural, agravado por los problemas de distribución de la red nacional y el aumento en el consumo de las centrales termoeléctricas por el cada vez más fuerte fenómeno de “El Niño”. ¡Ojo! Que no todas las ciudades hayan tenido cortes en el pasado (como Bogotá y Bucaramanga) no quiere decir que sean invulnerables. A pesar de que los distribuidores siguen estimulando la demanda, varios estudios e instituciones como la Contraloría y MinMinas han advertido varias veces acerca de los problemas en la oferta, incluso vaticinando desabastecimientos delicados en el centro del país. ¿Qué pasará entonces con sistemas centrales para las ciudades, como Metroplús en Medellín, que funcionan con gas natural?
Pero yo quiero ir más allá. Supongamos que el relativamente reciente mejoramiento de las relaciones con Venezuela es duradero y que el gas natural se va a importar a diestra y siniestra cuando el nuestro se acabe, que el sistema de distribución nacional tendrá la capacidad de transportar el gas que cada vez más demanda el país e incluso que haya nuevos hallazgos. ¿La idea no es acaso lograr una sociedad sostenible? Ni hablar de los métodos de extracción de gas del esquisto bituminoso a partir del método conocido como fracking, cada vez más usados en el mundo.
¿Qué tal producir localmente nuestro propio combustible? ¿Lograr autonomía regional y protección contra algunos factores externos? (Para nadie es un secreto que los países dueños de las mayores reservas energéticas del mundo son al mismo tiempo los más inestables políticamente). ¿Qué tal generar empleos en un sector que está creciendo dinámicamente como lo es el de la tecnología ambiental?
El biometano como una contribución
No quiero aburrirlos con detalles técnicos acerca de lo que es el biometano. Lo importante es que es un gas similar al gas natural —formado hace miles de años—que en contraste se puede producir en 20-30 días y a partir de desechos orgánicos bajo condiciones anaeróbicas (ausencia de aire), un proceso que imita el que ocurre naturalmente en los estómagos de muchos animales, como las vacas.
En nuestras ciudades hay muchas posibles fuentes de materia prima para la producción de biometano a gran escala. En Medellín, por ejemplo, en teoría solo las dos plantas de tratamiento de aguas residuales de EPM podrían producir suficiente biometano para alimentar los buses de Metroplús. Adicionalmente, hay muchas otras fuentes que permitirían producir aún más y apoyar el suministro de otros vehículos u otros sectores (por ejemplo residuos residenciales o de algunas industrias locales y regionales):una aplicación directa de los conceptos de la Ecología Industrial y en particular de la Simbiosis Industrial.
El biometano ha tomado fuerza como componente de la mezcla energética de algunos países europeos, en particular en el sector de transporte. En cuanto al gas natural, no solo no tienen disponibilidad natural de este combustible, sino que no se pueden dar el lujo de depender completamente del abastecimiento ruso (mucho del cual pasa a través de la hoy inestable Ucrania).
Independencia energética
Los colombianos somos soñadores por naturaleza. Yo sueño con unas ciudades líderes en temas de sostenibilidad, en adopción y desarrollo de tecnologías innovadoras y proyectos duraderos y ambientalmente amigables en todos los sentidos. Sueño con sistemas de transporte público impulsados por desechos urbanos, que de otra manera hubieran ido a parar a los ríos o a los rellenos “sanitarios”. Me sueño ciudades energético-independientes, aunque sea parcialmente, pero mirando hacia serlo completamente en el futuro.
Estamos vendiendo la imagen de un país dinámico y moderno. Algunas de nuestras ciudades son ejemplos de planeación urbana y estamos atrayendo cada vez más miradas internacionales. Pero, ¿qué hay de la planeación energética urbana? ¿Cuánto de esto se incluye en los Planes de Ordenamiento Territorial de nuestras ciudades? ¿Cómo se beneficiaría nuestra imagen con este tipo de proyectos?
Mi propuesta es apostarle al futuro, cumplir con nuestros objetivos sin vulnerar la capacidad de las generaciones futuras de lograr sus propios objetivos, y aún más importante: sentar las bases para que puedan hacerlo. Mi propuesta es que les ayudemos a nuestras ciudades y a su sector industrial a mejorar sus problemas digestivos. Mi propuesta es que dejemos de buscar soluciones temporales e insostenibles, basadas solamente en consideraciones económicas de corto plazo. Mi propuesta es que empecemos a luchar por nuestra independencia energética.