A propósito de la fecha conmemorativa en torna al natalicio de quien en vida fue el médico, el antropólogo y el escritor Manuel Zapata Olivella, nacido en marzo de 1920, en el municipio de Santa Cruz de Lorica, resulta pertinente exaltar su memoria evocando el título de una de sus obras destacadas Chambacú, corral de negros.
Después de la abolición de la esclavitud en 1852, muchos afrocolombianos se movilizaron por el país en busca de trabajo y se establecieron en las riberas de los ríos de la costa del Pacífico, en las del río Magdalena y en las cercanías de ciudades como Santa Marta y Cartagena de Indias. Chambacú, una de las comunidades creadas por africanos libres, estaba localizada al lado de las murallas que rodean a Cartagena.
Durante la época colonial, este sector fue importante escenario de las luchas de los africanos por su liberación de la esclavitud, gesta encabezada por Benkos Biojo, figura legendaria de la resistencia afro- hispana se creó en medio de manglares entre la tierra y el mar, y poco a poco se fue volviendo tierra firme por los rellenos de arena, cáscara de arroz y basura.
A principios del siglo XX, debido al trabajo creado por la construcción del tranvía y más tarde por la construcción de una carretera, Chambacú se convirtió en el más grande de los barrios aledaños a las murallas. Al finalizarse esas obras, chambaculeros y chambaculeras se desempeñaron como obreros de la construcción, lavanderas y cocineras en las casas de los sectores más pudientes de la región.
Como es el caso de muchos barrios pobres cercanos a las ciudades, las autoridades nunca se preocuparon por el bienestar de Chambacú y sus habitantes no conocieron los servicios básicos de electricidad, acueductos e higiene.
Pronto el barrio llegó a definirse como “el más grande y antiguo tugurio del país” es decir, el lugar de habitación y vivienda o establecimiento en condición miserable. En la novela Chambacú corral de negros publicada en 1963, Manuel Zapata Olivella recrea la historia silenciada de los afrodescendientes colombianos.
En la historia de esta comunidad, el autor trata los distintos niveles - cultural, histórico, político, económico, social y étnico - que corresponden a la condición del negro colombiano. A la vez, contribuye a que el nombre de Chambacú se celebre hasta hoy como símbolo de la resistencia del negro colombiano a permanecer invisible o en las márgenes de la memoria colectiva.
A la pluma de Zapata Olivella, la cantante Totó, la Momposina une el eco de su voz ronca para recordar el valor de los que sudaron y sufrieron al construir las famosas murallas de la ciudad heroica, en la que dejaron su sangre y su historia: “Chambacú, Chambacú, Chambacú... la historia la escribes tú (...) Chambacú, Chambacú".