En el 2012 la DEA conoció el apodo de un alto funcionario del gobierno de Enrique Peña Nieto, entonces recién posesionado presidente de México, que participaba en operaciones de narcotráfico. Le decían El Padrino y el sobrenombre correspondía también a su jerarquía. Cinco años les costó a los investigadores norteamericanos descubrir que el hombre que buscaban era Salvador Cienfuegos Zapata, el fiel Ministro de Defensa de Enrique Peña Nieto. Él era el hombre fuerte dentro del gobierno del conocido como el cartel H2, una cédula del Cartel de los Beltrán Leyva, uno de los más temibles del país Azteca y culpable de haber ordenado la matanza y posterior desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Nacido en Ciudad de México el 14 de junio de 1948, su historia personal había sido un ejemplo de perseverancia. Hijo de un Teniente Coronel del Ejército Mexicano lo tuvo que ver morir cuando tenía cinco años. Sin ahorros, con deudas, a Cienfuegos no le quedó de otra que empezar a ayudar a su mamá trabajando y estudiando desde los ocho años. Sin embargo fue un alumno brillante y pudo obtener una beca en el Colegio Williams, uno de los más prestigiosos y caros de México.
Contracorriente logró todas las distinciones a las que puede aspirar un oficial mexicano, hasta el punto de llegar a ser, como Ministro de Defensa, el hombre de confianza del presidente Enrique Peña Nieto. Cayó por un exceso de confianza: uno de los agentes de la DEA infiltrado en el Cartel de los Beltrán Leyva le entregó un Blackbery chuzado. Por eso los norteamericanos llegaron a recopilar en tres años miles de mensajes que comprometían al general.
El trabajo que le hacía Cienfuegos al temible H2 era mantener al ejército alejado de esa organización. Uno de los casos más aberrantes fue ocultar información de crímenes tan diabólicos como la matanza de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Aunque sabía y tenía la información de que ese grupo realizó por lo menos 15 ejecuciones extrajudiciales. Cienfuegos no investigó ni castigó a nadie. Los estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos habían tomado tres buses para ir a la Ciudad de México a la convención anual de estudiantes. Era casi un rito y formaba parte de la tradición que ellos tomaran a la brava estos autobuses. Pero el H2, en la noche del 14 de septiembre del 2014, decidió no tolerar más este acot simbólico y ordenó el asesinato de 43 estudiantes.
Su papel dentro del gobierno de Peña Nieto ayudó a que el caso de los normalistas durmiera un sueño de cuatro años y se intentara establecer una “Verdad Histórica” que condenaría para siempre la memoria de los estudiantes.
El General fue prácticamente un infiltrado en el Gobierno de Peña Nieto de uno de los más temibles carteles mexicanos. Le pasaba información a los líderes del H2 sobre las investigaciones que llevaban los norteamericanos contra ellos. Gracias a la información suministrada a los Beltrán Leyva estos pudieron detener, torturar y asesinar a un agente de la DEA que los perseguía. Además ayudó a detener y asesinar a narcotraficantes rivales. Le despejó el camino con la competencia y le presentó funcionarios del gobierno de Peña Nieto susceptibles de ser sobornados.
Mientras estaba en el aeropuerto de Los Ángeles el pasado 15 de octubre, Cienfuegos fue detenido por la DEA y se constituyó en el tercer ministro de Peña Nieto en ser detenido por orden de los Estados Unidos. Con las pruebas recopiladas en su Blackberry él podría ser apenas el primero en una larga cadena de arrestos que hundiría toda la fuerza policial del expresidente, uno de los más polémicos y cuestionados de Latinoamérica en los últimos años.
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