Con el nombre de Grandes paradojas económicas de la crisis escribió Eduardo Lora en la revista Dinero (septiembre 18) un interesante artículo en el cual destaca lo inesperado que pueden ser las reacciones de la economía ante eventos no previsibles como la pandemia. Pero lo que propone en el fondo es un análisis crítico de las responsabilidades que puede haber detrás de estos fenómenos o de la forma en que se presentan al público.
Señala como curioso el aumento de la productividad laboral cuando ante el cierre de empresas y las dificultades personales por el aislamiento, lo esperado sería su caída; pero lo hace para caricaturizar que suponer que si el desempleo cayó un 21.8 % y el PIB solo 15.7 %, la diferencia se explicaba por esa mayor productividad laboral; e ironiza mencionando que si el aumento salarial es convenido de acuerdo con el aumento de la productividad laboral este debería incrementarse en ese 6 %, o, si se tiene en cuenta que durante el confinamiento solo se trabajaban unas pocas horas, podría ajustarse hasta en un 30 %.
También en el aspecto laboral, destaca el absurdo de que se diga que nunca había sido tan alta la participación de sector formal cuando lo que aumenta con el desempleo y la crisis son las actividades informales y el ‘rebusque’. (El informe del Dane daría la explicación con 3.8 millones de empleados menos, 1.5 millones de desempleados más, y 2.7 millones de inactivos -que salen del mundo laboral- más ¡!!)
Estas corresponderían a la segunda definición del Diccionaria de la Real Academia: “aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencia de verdadera”, sí lo inesperado de la reacción de la economía ante la pandemia, pero insinuando una leve critica al manejo de la misma y a la presentación que -como tantas otras cosas- se da ante la opinión.
Igual señala otras ‘paradojas macro’ respecto a lo inesperado de que no se ampliará el déficit externo ni se subiera el precio del dólar, mencionando apenas ‘el exceso de ahorro’, ‘la abundancia de liquidez’ debido a ‘las políticas superexpansionistas’.
Con esto se han conseguido créditos por el momento baratos pero, al ‘solucionar’ o diferir transitoriamente este aspecto, se ha diferido el ajuste de reformas necesarias para atender los cambios estructurales que requiere la ‘nueva normalidad’. Destaca así la paradoja de haber ganado tiempo y espacio económico para aprovechar la oportunidad y adelantar los cambios que nuestra institucionalidad requiere, pero concluyendo en lo que llama ‘la paradoja de las paradojas’ según la cual “la mayor de las paradojas es que el gobierno no esté dispuesto a hacer ninguna reforma estructural”.
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Paradojas vemos también sucediendo con la enfermedad de Trump como suceso también imprevisto (aunque previsible por su comportamiento)
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Paradojas vemos también sucediendo con la enfermedad de Trump como suceso también imprevisto (aunque previsible por su comportamiento).
Pensaría uno que ante la incertidumbre que esto crea -y más en vísperas de elecciones- se caería el valor del dólar y ha sucedido lo contrario: se ha valorizado ante casi todas las monedas del mundo. Ante la duda o el entredicho que podría quedar toda la política petrolera americana, en especial el apoyo que él le ha dado al fracking, parecería lógico prever una eventual disminución de la oferta del mismo con un consecuente alza; sin embargo ha sucedido lo contrario.
Como lo que está de por medio es su reelección como presidente, para explicar esto toca acudir necesariamente a una de dos posibilidades de paradoja, a cual de las dos más desconcertante: una primera, la deseable, sería que la explicación es que en todo el mundo -tanto en los Estados Unidos como en el resto- la reacción fuera de alivio ante la perspectiva que disminuyan las posibilidades de que continúe en el poder; o la segunda, la de temer en caso de no cumplirse la anterior, que acabe siendo por el contrario reelegido por solidaridad con su enfermedad y resulte así premiado por el mal manejo que dio a la crisis.