Si Axl Rose se hubiera muerto hace 20 años sería una figura mítica como James Morrison y John Lennon. Pero no, que lamentable que el alcohol y la fama lo hubieran desbordado hasta el punto de convertirlo en un hombre obeso, con la cara destruida por la grasa y la cocaína. Gun’s and Roses se separó porque no podían soportar las ínfulas de su vocalista. Era el hombre más sexy y deseado del mundo y ahora es solo un red neck maleducado que muchas veces tiene que dar sus conciertos sentado porque su barriga y sus problemas en las rodillas no lo dejan correr como lo hacía antes. Mírenlo acá en una penosa actuación en Lisboa reemplazando a Brian Johnson quien se estaba quedando sordo:
Pagar un millón de pesos por escuchar a este señor gordo es un atraco. Las críticas de la gira latinoamericana no han sido las mejores. En Argentina empezaron una hora tarde y Axl, según la crítica del país austral, se desafinó en más de una canción. Al final, sus más de 100 kilos le pesaban hasta para respirar.
En Medellín la expectativa es total. Buses de todas partes de Colombia llegaron como sucedió el 29 de noviembre de 1992 cuando hicieron el concierto más desastroso de nuestra historia. Ahora parece que Axl ya no bebe tanto y no se demora horas. La experiencia ha demostrado que canta mejor sentado algo que debería avergonzarlo: hace 10 meses vimos al mítico Jagger correr de lado a lado del escenario en El Campín a 2.600 metros. No jadeaba, parecía un muchacho. Nuestro Axl, invadido de percodán, cerveza y cerdo ya no puede con su vida a los 54 años.
Los Gun’s se volvieron a reunir para taparse de dólares en esta gira millonaria. En Colombia han encontrado a los mismos muchachos ingenuos de siempre, vendiendo hasta el inodoro con tal de ir al que es considerado el mejor concierto del año en Colombia. A mi me sigue pareciendo un atraco pagar un millón de pesos por ver a este señor gordo cantar sentado.
