Un médico colombiano, maestro del doping mundial

Un médico colombiano, maestro del doping mundial

El joven ciclista Juan Sebastian Molano le dijo adiós al Giro de Italia por sospecha de dopaje. Detrás de estas marrullas ilegales está Alberto Beltrán

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mayo 14, 2019
Un médico colombiano, maestro del doping mundial

Una semana antes de que la policía de Madrid detuviera al Médico Alberto Beltrán Niño en el aeropuerto de Barajas y le encontrara en su poder dos cajas de ampolletas de AICAR 250 mg y de TB-500, medicamento que convertiría a cualquier atleta mediocre en un campeón, su nombre iba a ser propuesto por COLDEPORTES para que ocupara el cargo de director antidopaje.

En ese lunes 5 de marzo de 2012 otros diez deportólogos y preparadores físicos eran detenidos por toda España. De nada le valió alegar que era un veterinario al servicio de un jeque en Dubai; Los medios reseñaron el cartel como el más importante de tráfico de fármacos de los últimos años. El capo era Beltrán Niño.

Médico de la Universidad Javeriana, con una especialización en Medicina Deportiva de los hospitales Salpetriere y Cochin de París, Beltrán, antes de cumplir los 30 años tenía una considerable y exclusiva clientela en el barrio San Patricio de Bogotá. En 1989 formó parte del equipo médico del Comité Olímpico Colombiano y un año después ya trabajaba con el team Café de Colombia de ciclismo. En las carreteras francesas fue testigo de cómo los ciclistas europeos se atiborraban de medicamentos. Allí conoció el Epo, una droga que anulaba los efectos adversos que produce la altura y con la que Lance Armstrong ganó siete Tours de Francia consecutivos. Pedalistas como Carlos Betancur afirma que el declive del ciclismo colombiano en los años 90 se debió al abuso de estas sustancias dentro del pelotón.

Café de Colombia, golpeada por la crisis mundial del grano, dejó de patrocinar ciclismo en 1993. Beltrán, bien posicionado dentro del pelotón ciclístico, no tardo en conseguir equipo. Durante cinco años fue miembro del equipo Selle Italia, comandado por Gianni Savio, hasta que en abril del 2001 la policía de Modena lo detuvo en un auto lleno de inyecciones de testosteronas, esteroides y corticoides. Alegó que esa droga iba destinada a sus clientes privados pero la policía lo siguió al hotel, hizo abrir tres habitaciones y descubrió que tres ciclistas del Selle se dopaban. La detención duró apenas unas semanas.

En el 2004 más de la mitad de los pedalistas que corrieron el Tour de Francia estaban dopados. Los efectos del Epo eran tan severos que, después de cada etapa, los ciclistas pasaban las noches desfogando energía sobre una bicicleta estática. Si no lo hacían la presión arterial podría jugarles una mala pasada y sobrevenirles un infarto. El 2004 fue el año en el que murió el gran Marco Pantani en un hotel de Rimini, un balneario al norte de Italia, desilusionado de las condenas que habían llovido sobre él mientras Armstrong, en el fraude más escandaloso de la historia, se convertía en el hombre que no sólo había vencido un cáncer sino en el más grande ganador en la historia del Tour. Fue en ese año en el que Beltrán fue el médico de los humildes equipos españoles Baqué y Café Kaiku. Ricardo Serrano, un ciclista que no se había destacado en ninguna carrera, ocupó ese año el 5 lugar de la competición. Al final se descubrió que había dado positivo en el control anti-doping. La mano del médico colombiano se volvía a sentir. Cuatro años después, mientras trabajaba para Seguros Liberty, cuatro corredores de ese equipo portugués dieron positivo por EPO en la Vuelta a Portugal del 2009. Nuno Ribeiro, quien resultara ganador de la competencia, sería despojado del título. Indignado el pedalista denunció a Beltrán diciendo que le había suministrado el medicamento sin su autorización.

Paralelo a esos años Beltrán vivía en Bahréin ayudándoles a los atletas de ese país a mejorar su rendimiento en los Juegos Olímpicos del 2008 con los cocteles anfetamínicos que hacía en su laboratorio. En Bahrein realizaba interminables fiestas a donde iban jeques y autoridades del deporte mundial. También visitaba Colombia cuando se corría la vuelta y ponía a volar, literalmente, a los ciclistas del equipo EPM-UNE.

Los rumores de que era el gran gurú del dopaje internacional se confirmaron en la operación Skype, iniciada por las autoridades españolas en septiembre del 2010 y que buscaba arrancar de raíz la maleza del dopaje. David Garcia, ciclista español del equipo Xacobeo Galicia, acusó a Beltrán de haberle vendido una sustancia llamada Retractit que le ayudó a aspirar el pódium de la Vuelta a España.

El negocio estaría lejos de terminar cuando estuvo un año en la cárcel especial de Soto del Real. Desde allí mandaba a Colombia a pedalistas como Marlon Pérez una sustancia ilegal llamada Aicar GW501516 que también le llegaban a deportistas en Alemania. Aprovechó su libertad condicional acordada para volarse a Colombia sin pasaporte. Tres años duró huyendo hasta que en junio del 2012 fue encontrado en un gimnasio de Bogotá. Ya no habían rastros del doping ni de la fortuna que lo acompañó mientras era el doctor doping.

En Colombia trabajó de la mano de Oscar Sevilla. El español, quien era considerado en el 2001 como el más probable sucesor de Miguel Induraín. Fue suspendido en Europa por dopaje y en Colombia, donde no existe control, se convirtió en el extranjero que más veces ganó la Vuelta. Tres años después de su detención nunca fue extraditado a España. Hoy ni siquiera se sabe a ciencia cierta si está preso o en libertad. Su exclusión del Giro por valores anómalos que indicarían dopaje recuerdan que buena parte de la carrera de Alberto Beltán la pasó asesorando jeques en Medio Oriente. De ahí es el equipo de Molano y Fernando Gaviria. ¿Dónde está Beltrán?

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