El uribismo es una especie de movimiento, unido alrededor de la figura, los gritos, las amenazas y la ideología de su jefe único y eterno, hoy organizado legalmente en un partido político que han llamado “Centro Democrático”, nombre que nada se asemeja con la realidad pues el CD es de extrema derecha y está gobernado verticalmente por el expresidente. Partido que es la primera minoría del Congreso elegido en marzo de 2018 con 19 senadores, 20 sumando al torcido de Manguito y 32 representantes. Este CD que es también la tercera personería jurídica usada por el innombrable para ganar y mantener la presidencia pues recordemos que en 2002 usó a “Primero Colombia”, en 2006 y 2010 el partido de la U y en 2018 lo logró con el Centro Democrático.
El expresidente Uribe y sus parlamentarios tienen todos los méritos para disputar la corona de mentirosos y deshonestos en política, es como si padecieran una incapacidad física para hacer las cosas bien y sus dirigentes sufrieran alergia a la verdad y a la honestidad, compran votos, mienten cada minuto, engañan, algunos se han aliado con el paramilitarismo y el narcotráfico, compran boots por millones para tratar de ganar la batalla de las redes sociales. Lo increíble: todavía hoy una tercera parte de los electores creen que Uribe es el salvador de la patria. (Aunque van disminuyendo).
No olvidamos que Uribe compró su reelección y está probado que sus ministros NO lo hicieron “a sus espaldas” pero él terminó siendo el único beneficiado de esa reforma constitucional, como también resultaría beneficiado del soborno a testigos que hizo su abogado Diego Cadena, a no ser que la Corte Suprema de Justicia tenga el valor y la decencia de resolver su situación jurídica asegurándolo en su casa, hacienda o en una cárcel.
Pero, así como el uribismo ha tenido un importante y cuestionado caudal electoral, también lo tiene su contrario: el Antiuribismo. Por eso, en medio de este enorme lío sanitario y económico por el que estamos pasando, me llama la atención una tendencia de Twitter ha cogido fuerza en las últimas tres semanas: #AntiuribistaSigueAntiuribista. Y al margen de que muchos se han unido a ella para aumentar seguidores y alcance, algunos han propuesto trascender, convertir eso en ideas, en un programa, en un movimiento. En un país en el que por regla general los ciudadanos ya no militan en un partido político. En un país, con una ciudadanía creciente, en su mayoría joven, que estamos pensando en “tomar las riendas de nuestro propio destino”, como sugería Benjamín Constant.
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En medio de este enorme lío sanitario y económico en que estamos, me llama la atención una tendencia de Twitter ha cogido fuerza en las últimas tres semanas: #AntiuribistaSigueAntiuribista
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Los partidos políticos en el mundo están en crisis, pero en Colombia es peor, los partidos que hoy hacen mayoría en el Congreso apoyando a Uribe y al subpresidente Duque, se mantienen en el poder usando la corrupción y la violencia. La ley, la inversión social y la vida no son su prioridad. Y ahora, cuando ese monstruoso basilisco se ve rodeado por una nueva mayoría ciudadana, cuando a ese emperador lo hemos visto desnudo, están apretando las clavijas: sesiones virtuales, estado de emergencia, fiscalía protegiendo al delincuente y persiguiendo al inocente, entrega del gobierno económico al Consejo Gremial (a cambio de que los grandes empresarios cierren los ojos y se tapen la nariz ante sus ilegalidades sistemáticas). Ahora planean nueva reforma política y judicial para enterrar lo que queda de la constitución de 1991 y quedarse ellos y sus clanes con el botín que para ellos son el Estado y nuestros impuestos. Buscan diluir con su ley, el bolillo y las balas a esa oposición creciente y espantar nuevas iniciativas ciudadanas como las ocurridas en otros países en la última década. (Vg. Barcelo en Comú, Podemos, Partido Pirata, 5 Stelle, Partido de la Red y Wikipolítica)
Este movimiento social y político creciente, que reúne a tantas nuevas y clásicas ciudadanías y acción colectiva, no puede ser solo un colectivo unido por el NO a Uribe y su mafia, necesita ideas, argumentos, programa. Es necesario un movimiento que sea capaz de enriquecer el debate público, que contribuya a la formación política. Comprendamos que tal y como lo ha advertido en extenso Chantal Mouffe, el conflicto, el debate, el antagonismo, es imposible de erradicar en cualquier democracia. Debemos comprender desde el inicio el concepto de “pluralismo agonístico”, pues no vamos a eliminar al uribismo, pero le vamos a ganar.
Les propongo unas ideas sobre las cuales podemos construir un manifiesto para este movimiento que pasó de las redes a las calles en 2019 y que por el momento volvió a las redes. Un movimiento antiuribista, sin duda debe ser alternativo, democrático, deliberante y plural. Deberá ser radical en el entendido de que debe proponerse la profunda transformación en las relaciones de poder, y eso, como lo sugiere Mouffe, no es posible sin trazar fronteras políticas y sin definir un adversario.
Nuestro movimiento debe luchar, como nos sugería Bobbio, por la “igualdad.” También debe comprender que uno de los principales problemas que tendremos que enfrentar en esta generación es la crisis del trabajo, el agotamiento de la sociedad salarial y el aumento ostensible del precariado y plantear lo que sugiere, por ejemplo, Guy Standing o la misma Mouffe, una nueva carta de derechos sociales que incluyan la reducción de la jornada de trabajo, el estímulo de actividades no lucrativas, la renta básica y la libertad de sindicalizarse. Una economía plural y solidaria articulada entre el sector asociativo, el mercado y el Estado. En términos de la citada filosofa belga: “una respuesta pos-socialdemócrata al neoliberalismo”
Abogaremos por la justicia real y material, por la paz, por los derechos humanos definidos como integrales y universales. Tenemos que ser radicales contra la corrupción, el cambio climático, la desigualdad social y la pobreza. Por el fortalecimiento de lo público y la integración latinoamericana. Si nos ponemos de acuerdo, estaríamos desafiando en serio todo lo que representa el uribismo y planteando cambios realmente necesarios para nuestro país. Debemos construir un manifiesto de cara al 2022. Hagámoslo.
Dejo estos elementos para el debate, ojalá en serio, esta causa, como otras muchas, no se disuelvan rápido cuando lleguen las elecciones y con ellas, la compra de votos y la elección de los mismos y las mismas.