No es el título de una película tipo Halloween 6. Tampoco es una terrible pero corta pesadilla. Es la triste e increíble realidad. Los gringos llevaron a la Casa Blanca a un loco y ahora están encartados con un personaje, que al paso que va, tendrá que ser sacado a las malas y con camisa de fuerza, pues anda obsesionado con el poder y dando un espectáculo ridículo a los 74 años de su infantil existencia. Es algo así como un anciano niño, o un chico de apariencia senil. En últimas: enteramente un loco de atar. Dios mío, en qué momento Estados Unidos cayó tan bajo, y cuándo y cómo y dónde el mundo se nos fue como una pelota al desfiladero del fin de los tiempos. Y es que los payasos y los lunáticos se sentaron en el trono para gobernar a los idiotas. Eso sí, dejo en claro que me estoy gozando esta película, y soy un hombre afortunado, pues siempre soñé con escribir una escena tipo Alfred Hitchcock sobre el Apocalipsis. Que el lector ponga música para payasos mientras lee este relato volado y circense.
Escena 1
Donald Trump tiene la mirada de los locos, camina como loco y piensa y se comporta y habla como los locos. Pero los locos por regla general niegan su condición. En cambio, acusan a los demás de haber perdido la cordura. Jamás intentes convencer a un loco. Con ellos sólo funciona una terapia eficaz: el pabellón psiquiátrico y la camisa de fuerza. Nuestro protagonista de hoy es histrionico, estrambótico, sobreactuado, estrafalario, energúmeno y para colmo peligroso. Anda enfierrado con todo el arsenal de la primera potencia del mundo. Qué hicimos para merecer este karma tan insoportable, pues desde tiempos de Nerón no asistíamos al show de un ser humano poderoso y azarosamente payasesco. El depravado emperador romano al menos era divertido e inteligente y tenía sentido del arte. Era poeta y actor de teatro. Y si quemó a Roma fue porque llevo su idea del arte hasta las últimas consecuencias: genio de la maldad.
Escena 2
Trump me recuerda a un deschavetado de mi niñez que solía tirar piedras y que atormentaba al vecindario con un revólver imaginario, de balas, por supuesto, también imaginarias. Pero estamos hablando de un “Rambo” tipo Armagedón que pone nervioso a más de uno. A mí no, porque por suerte también tengo algo de loco y mucho de irresponsable. Soy un niño viejo como él, pero hasta donde sé soy inofensivo y disfruto riéndome de mí mismo, y mi pasatiempo principal es ridiculizar a los enfermos de egocentrismo y megalomanía. Bendito sea este 2020 sin falsos dioses por adorar, y sin ídolos para venerar y con muchos peleles por destronar o destrumpar.
Escena final
Por ahí el loco del norte felicitó al loco más peligroso del sur, dizque porque el viejito sufridito recobró la libertad. ¿Libertad? ¿Y es que alguna vez ha estado preso? Mejor dicho, Dios o el diablo los hace y ellos se juntan. Hasta pronto y disfruten en vivo y en directo la película Halloween 666. Amén, y otro amén. Hermanos míos, nos vemos pronto en la quinta dimensión.