Desde hace tres años, doce organizaciones no gubernamentales y mesas ambientales nos hemos unido alrededor de visiones y haceres diversos, teniendo como centro la defensa del agua y los ríos como bienes comunes, y de la vida en todas sus expresiones. Nos unifica una mirada de territorio y democracia basada en la gobernanza, la acción ciudadana autónoma y la incidencia en políticas públicas. Nos tejemos como sociedad desde y con el río y la quebrada, la cuenca y la microcuenca.
Lo que pasa en el país nos afecta y por tal razón no podemos estar ausentes de las dinámicas sociales y políticas nacionales, regionales y locales, sobre todo cuando tiene que ver con los derechos a la vida, la convivencia pacífica y al buen vivir. La grave crisis ambiental actual es esencialmente una crisis social. Cali tiene múltiples atributos y riquezas en lo ecosistémico, lo social y lo cultural. Pero no hemos sido ni somos ejemplo de equidad, de desarrollo incluyente, ni de cuidado de nuestra biodiversidad.
Las diversas expresiones de la protesta y la movilización social que han tenido lugar en Cali y en Colombia, y que son en su inmensa mayoría pacíficas y lideradas por la juventud, son el resultado de una muy compleja mezcla de factores sociales, económicos, políticos y ambientales que merece ser respondida y atendida con el diálogo y la apertura de canales de negociación y concertación entre las instituciones y los sectores sociales que hoy se manifiestan. El diálogo y los acuerdos son la esencia de un estado social de derecho.
¡La vida es sagrada! Privilegiar salidas represivas con uso indiscriminado de las armas o utilizar la violencia como forma de protesta no es aceptable. Ninguna pérdida de una vida humana puede ser justificada.
Como alianza por los ríos de Cali, hemos aprendido a trabajar en unidad respetando lo diverso, tanto en la naturaleza como en la sociedad. Con ese mismo espíritu que anima nuestro trabajo cotidiano en defensa de los ríos, por la construcción de una nueva cultura del agua y por el bienestar de las comunidades, queremos expresar nuestra disposición y compromiso con la apertura inmediata de
un diálogo social y territorial en Santiago de Cali, con la participación de todos los actores, comenzando por los jóvenes, las mujeres, las comunidades, los gremios, las universidades, el gobierno local y la institucionalidad pública socioambiental.
Solo así será posible construir en lo urbano y en lo rural una salida humanitaria y de emergencia social para el corto plazo, al mismo tiempo que sentamos las bases para alternativas de largo aliento, de tal manera que sembrando en nuestras comunidades una narrativa y una práctica que pongan en el centro a la naturaleza y al ser humano, podamos cosechar la paz territorial, la soberanía alimentaría y la sostenibilidad económica, social y ambiental.
Las cuencas y los humedales deben convertirse en laboratorios vivos de gobernanza y paz territorial que estén basados en los procesos de convergencia de actores ya existentes y que permitan consolidar alianzas más amplias entre los actores públicos, privados y comunitarios. Actuando de manera mancomunada, estos procesos deberán enfocarse en responder a problemáticas y conflictos socioambientales que requieran especial atención, priorizando para la acción conjunta algunos territorios específicos en razón al grado de relevancia para la conectividad y los servicios ecosistémicos, la sostenibilidad de sus comunidades y la integración de la diversidad cultural que nos caracteriza.
Ofrecemos nuestras manos y nuestros corazones, nuestras experiencias y voluntades, para que la energía y creatividad desplegada durante los días y las noches por nuestras valerosas y resilientes juventudes y comunidades pueda convertirse en procesos y acciones que hagan realidad la vida querida.
Esa vida que nos brindan nuestros bosques y ríos como albergues de nuestra vibrante diversidad cultural, que al igual que todos sus habitantes, se resisten a morir.
¡Somos ríos, humedales, farallones, bosques, aves, tierra, aire, alimentos, cultura, biodiversidad, vida, gente de paz!