Palomino, un pequeño corregimiento del municipio de Dibulla, ubicado en la Guajira colombiana, se ha convertido recientemente en destino turístico predilecto de extranjeros —en mayor medida— y colombianos, quienes llegan buscando un lugar paradisíaco para disfrutar de la naturaleza en su más amplio esplendor.
Montañas, ríos de aguas cristalinas y mar confluyen en contexto de Sierra Nevada de Santa Marta para darnos una lección de lo que es biodiversidad, y al tiempo ser hogar de comunidades locales indígenas Kogui, Arhuaca, Arsaria, Wayúu y comunidades raizales. Con eso, colombianos de diversas regiones y extranjeros de múltiples nacionalidades se han dejado tentar por la belleza, la paz y la cordialidad de los locales.
En ese contexto, surgió en el mes de abril del 2017 una asociación de hoteles y hostales con el objetivo de trabajar de la mano con la comunidad local en la misión de convertir a Palomino en destino ecológico sostenible, pero además como forma de unirse al gran reto nacional de avanzar en la construcción de la paz en regiones rurales como aquella, donde la violencia, fue alguna vez la gran protagonista.
El certificado de sostenibilidad turística es la herramienta mediante la cual el gobierno nacional verifica que una localidad es destino sostenible porque ha realizado las acciones necesarias para prestar servicios turísticos, respetuosos del medio ambiente y el patrimonio cultural y se han comprometidos con su conservación.
Si bien esa es una labor atribuible de forma directa a todas aquellas iniciativas privadas que tienen oferta turística en la zona, nada puede realizarse si las autoridades locales no se encuentran comprometidas con dicho cometido. Así observamos que la alcaldía del municipio de Dibulla en su actual construcción del nuevo Plan Básico De Ordenamiento Territorial (PBOT) ha omitido su obligación de realizar un estudio técnico sobre la costa de su jurisdicción, principalmente la de Palomino, que permita un análisis del crecimiento y la capacidad real de la zona, pero además la delimitación y zonificación para el uso de las playas, la prevención futura de daños ambientales, que ya se han venido presentando, como: la destrucción de aproximadamente una hectárea de manglar, el relleno del mismo cause acuífero, la construcción de pozos de captación de agua y sépticos sin contar con los permisos de la Corporación ambiental de la Guajira (Corpoguajira).
En estrecha relación con lo anterior, la autoridad local del municipio no tiene una política clara de otorgamiento y expedición de nuevas licencias de construcción, por lo que si bien muchas de las construcciones realizadas hasta la fecha tienen un carácter amigable con la naturaleza, han llegado recientemente otras que solo desean replicar modelos de construcción citadina que fomenta la destrucción de la naturaleza nativa por el cemento.
Se ha evidenciado en uno de los predios del corregimiento una construcción en la zona donde se encuentran especies de manglar, la cual generó una tala masiva e indiscriminada de árboles nativos, acabando con el hábitat de las innumerables especies de flora y fauna que habitan en ese ecosistema. Además, para la obra llevaron a cabo la obstrucción de aproximadamente 1 hectárea de la comunicación del cauce del canal acuífero que atraviesa esa zona, impidiendo llegar hasta su desembocadura en el mar Caribe.
Igualmente, se ha observado que el crecimiento inmobiliario no cuenta con los permisos de construcción necesarios que otorga la Curaduría Urbana o en este caso la Secretaría de Planeación Municipal para el inicio de las obras civiles y urbanísticas en el perímetro urbano y rural del corregimiento de Palomino. La acción se encuentra desencadenando una crisis en materia de agua y saneamiento básico, dado que el corregimiento de Palomino no tiene un estudio de capacidad de carga y tampoco cuenta con servicio de acueducto y alcantarillado.
Conocimos que la Secretaría de Planeación del municipio de Dibulla ha otorgado varias licencias en zona rural del corregimiento de Palomino, que se pasan de los metros cuadrados permitidos dentro del Plan Básico de Ordenamiento Territorial que está vigente en el municipio (construyen edificios en lotes pequeños y no están dejando espacio para la disposición de aguas negras y residuales). También, estas licencias no tienen disponibilidad de servicios públicos como agua y alcantarillado. Caso que preocupa por el aumento de pozos sépticos que cada día se construyen dentro de la zona turística y que tampoco cuentan con el permiso de vertimientos otorgado por la Corporación Autónoma de la Guajira. Sin contar con que en la población no existe un sistema de redes sanitarias y disposición final de aguas residuales.
Otra de las problemáticas que preocupan a la comunidad de Palomino es la reciente llegada de inversionistas que tienen hospedajes en el corregimiento de Taganga en la ciudad de Santa Marta y que se encuentran construyendo una de las tantas obras en Palomino. Taganga actualmente es un destino que ha perdido la demanda de turistas dado al aumento prostitución infantil y fiestas nocturnas donde se combinan sustancias alucinógenas y exceso de alcohol.
De hecho, como lo afirma El Tiempo: “Pobladores y autoridades locales aseguran que los israelíes se adueñaron de locales de rumba que infringen normas en materia de pago de impuestos y de permisos, y que estarían permitiendo la venta de droga y de explotación sexual infantil”.
Lo que preocupa al sector turístico de Palomino y la comunidad es el problema que traerá para el corregimiento la apertura de establecimientos de alojamiento y hospedaje con la misma ideología que se promueve en Taganga, como lo son la promoción de fiestas hasta el amanecer, consumo de drogas y sobre todo la prostitución infantil; más en un destino como lo es Palomino, caracterizado por atraer turistas que nos visitan por la naturaleza, biodiversidad y tranquilidad.
La comunidad quiere preservar el destino, atrayendo turistas que fomenten prácticas sostenibles y el cuidado de los recursos naturales. Las fiestas, drogas y prostitución darían no solo una mala imagen para el corregimiento sino que en efecto significarían la descomposición social que se quiere evitar para alejarnos de la violencia, ocasionando la disminución de la demanda de turistas que actualmente nos visitan. Hecho que afectaría gravemente a la comunidad que ahora se beneficia en más de un 80% del turismo.
La Asociación de Hoteles y Hostales de Palomino hace un llamado a quienes han leído y se sienten intrigados por conocer este paraíso y a las autoridades locales y nacionales, para que protejamos a Palomino de la destrucción. Queremos conservar la presencia de turistas nacionales y extranjeros que han visitado en algún momento Palomino y han vivido la belleza del lugar.