La Universidad Pedagógica Nacional atraviesa por uno de sus momentos más importantes en la última década. El proceso de designación rectoral que se adelanta para el periodo 2024-2028 cobra relevancia en medio de la ingobernabilidad en la que se ha encontrado la universidad en los últimos seis años, pero adicionalmente, en medio de los retos que se imponen a nivel global que pasan por entender que tenemos una comunidad universitaria que demanda afrontar los efectos de la postpandemia, la precarización de las condiciones laborales del cuerpo docente, las problemáticas de la salud mental, la instalación de una violencia de la desesperanza, entre otras situaciones. Desafíos que son propios de una generación del siglo XXI atravesados por la crisis propias de ésta época que requiere de la mayor responsabilidad para el fortalecimiento de la formación de maestros(as) en la sociedad colombiana.
La educación pública en Colombia pasa por un momento de debate nacional para transformar el sistema de educación superior que merece el mayor esfuerzo de estudiantes, trabajadores(as), profesores(as) y directivos(as), para que, con la lucidez, sensibilidad y compromiso podamos potenciar los cambios que merece la educación en nuestro país. Lograr esto, requiere de instituciones robustas, dinámicas y que consoliden proyectos institucionales estables y de largo plazo.
Hoy diferentes universidades atraviesan tensiones expresadas en el irrespeto a la democracia y a la autonomía universitaria; existencia de prácticas autoritarias, producción de relatos de miedo y desconfianzas en los relevos generacionales en torno a nuevos liderazgos las cuales están fracturando el tejido social universitario.
El pasado 5 de abril, se llevó a cabo la consulta a la rectoría de la UPN que tuvo como resultado el respaldo entregado al profesor Herberth Choachí con la votación más alta en la historia de la universidad; 2167 personas entre profesores, trabajadores, administrativos, estudiantes y egresados le dan la legitimidad a un proyecto universitario y académico que se encuentra comprometido y es sensible a los retos que hoy tiene el mundo y toda una generación de maestros y maestras que merece tener una universidad digna y vital.
No desestimamos el resultado del voto en blanco. Lo valoramos y nos comprometemos a tramitar nuestros conflictos, revitalizar nuestras diferencias, afirmar nuestras capacidades en articulación con el despliegue de unas prácticas de formación que se entrelazan con unos modos de construcción ética, unas geocorpografías sensibles y sobre todo, desde unas políticas de reconocimiento.
Desde esta apuesta colectiva, hacemos un llamado al Presidente de la República, a la Ministra de Educación y al Consejo Superior Universitario a que se sume con voluntad democrática a construir un proyecto por el Cuidado del Por-Venir de la UPN y respete los resultados de la consulta, que es la voluntad de toda una comunidad. Es nuestra oportunidad de decir, que entre todos y todas podemos trabajar, construir y defender la universidad que ha formado y sigue formando a miles de maestros(as) en Colombia. Una universidad que en su identidad se afianza en una ecología de producción pedagógica en diálogo con un repertorio de saberes históricos, disciplinarios, artísticos, humanistas, contextuales y escolares.
Las realidades que nos atraviesan ponen a prueba nuestros vínculos y nuestras potencialidades. Y en ello estamos trabajando. Que ninguno se quede al margen de esta oportunidad de construir en medio de situaciones límites como las que afrontamos. Que podamos posibilitar entornos cálidos, y, sobre todo, que la universidad se ponga al frente del pensamiento planetario y de sus actuaciones decididas y de acogida.
De modo, que, desde una apuesta colectiva, asumida por el Profesor Helberth Choachí, queremos contribuir al fortalecimiento del ethos universitario que nos fraterniza en un proyecto común: Cuidar a esta generación de maestros y maestras en formación para que puedan decir que el porvenir es posible, que podemos sostener la esperanza y asumirnos todos(as) guardianes de nuestra propia dignidad.