A raíz de ires y venires, de discusiones argumentadas, de un sinfín de criterios y demás juicios emitidos por expertos y no tan calificados en la materia, el lenguaje incluyente ahora es un tema que está en boga en la Alcaldía de Bogotá, ya que un juez el pasado 4 de diciembre declaró que el eslogan de la actual administración del alcalde Peñalosa, “Bogotá, mejor para todos” debe cambiar por “Bogotá, mejor para todos y todas”.
Darío Villanueva, presidente de la Real Academia Española, se refirió al tema, al señalar que “es mejor la versión original del lema de la Alcaldía de Bogotá, por tanto siempre ha sido de cortesía comenzar una conferencia diciendo señoras y señores, es decir, que tenemos pautas de comportamiento verbal, que no apuntan hacia ninguna discriminación sexista".
Gramaticalmente la lengua española tiene, precisamente, en el masculino un género inclusivo, y si esto se altera, la economía del lenguaje, que es uno de los principios básicos de todas las lenguas, acabaría prácticamente destruyéndose.
Si alguien hablara ante un público señalando inicialmente, estamos todos y todas, no podría decir después reunidos, sino reunidos y reunidas, unidos y unidas y así sucesivamente. Sería inviable una buena comunicación rápida, directa y eficaz.
Ahora bien, la otra cara de la moneda también es válida, ya que la actual alcaldía de Bogotá día a día promueve a través de campañas la lucha en contra de la discriminación y el maltrato a la mujer, así que siendo coherentes e incluyentes con el género femenino y teniendo en cuenta que un juez determinara que el eslogan era excluyente, se debería respetar la orden que desde el 2009 el Concejo de Bogotá aprobó, y, en el cual se promueve el uso del lenguaje incluyente y se obliga a todas las entidades distritales a utilizar en los documentos y actos públicos oficiales la inclusión del género femenino.
Si bien es cierto que las mujeres sufrimos múltiples discriminaciones en muchos ámbitos de la vida, el lenguaje incluyente debe ser una batalla que esté respaldada y avalada por la sociedad y no solo en el diccionario, documentos y discursos. Esto más bien se podría ver desde una perspectiva de cortina de humo para de alguna manera distraernos de las verdaderas problemáticas que sufre ahora la sociedad bogotana, a las que un juez sí debería sentenciar en beneficio del género femenino, contribuyendo a forjar una sociedad que reconozca e integre la diversidad y la igualdad de género.
Finalmente, lo que verdaderamente nos importa es que la igualdad de género sea una realidad en la que mujeres y hombres tengan el mismo estatus social y más aún, que sea reconocido como tal. Que las mujeres tengan la misma participación libre de estereotipos, donde estemos activas en el mundo público, laboral y familiar, en la vida económica, en la participación política y en un contexto internacional.