Un inminente atentado terrorista en contra de Álvaro Uribe se ve venir

Un inminente atentado terrorista en contra de Álvaro Uribe se ve venir

Se necesita el diálogo urgente entre los partidos. Los grupos armados querrán apuntar hacia lo que más podría desestabilzar: matar al colombiano más popular

Por: Juan Mario Sánchez Cuervo
septiembre 09, 2019
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Un inminente atentado terrorista en contra de Álvaro Uribe se ve venir
Foto: Las2orillas

Los últimos acontecimientos en Colombia son graves y preocupantes. El grito de guerra de las disidencias de las Farc pone sobre la mesa nuevos ingredientes: alianzas con el ELN, confusas formas de lucha (como quien dice todo les sirve y todo vale), alianzas con oscuros grupos al margen de la ley de origen y alcance difuso. Y lo más peligroso: alianzas con poderosas fuerzas de carácter internacional.

Nada de raro tiene que estos criminales estén involucrados en los asesinatos y amenazas en contra de candidatos a alcaldías en esta antesala electoral. Sin olvidar que el paramilitarismo en nombre de un estado criminal y corrupto está matando desde hace mucho tiempo a los que no comulgan con las políticas del intocable-innombrable. Este toma y dame es una oscura señal del bárbaro principio del ojo por ojo y diente por diente que suele aflorar en la extensa pesadilla de nuestro archivo macabro. En este contexto el objetivo militar número uno para los alzados en armas, y que de paso desataría una revuelta y un caos de dimensiones insospechadas sería un eventual atentado terrorista en contra de Álvaro Uribe Vélez, en el cual podrían morir otras personas cercanas al expresidente, incluso población civil. Las disidencias y sus alianzas locales difícilmente podrían contar con la logística para un ataque de estas dimensiones; pero sus “amigos” extranjeros sí tienen esa capacidad de daño. Lo que vendría sería la aplicación del conocido refrán: en río revuelto, ganancia de pescadores. Ante un atentado de esas dimensiones ganan los guerreristas de un lado y del otro, el terrorismo, las potencias mundiales que cada vez tienen más injerencia en el eje colombo-venezolano (Estados Unidos, Rusia y China), los vándalos, los anarquistas.

Urge que los líderes políticos de mi patria convoquen a la cordura, que dejen su revanchismo y peleas a muerte en el Congreso. No pueden ser tan miopes como no darse cuenta de lo que está sucediendo y lo que se ve venir. Diálogo multipartidista es en la actual coyuntura lo más importante para salvar la democracia, para proteger incluso a los que abandonaron las armas para sembrar esperanza. Por otra parte conviene aprender una lección del pasado proceso de paz: la reconciliación de Colombia no se dará sin la buena voluntad, si la hubiere, del uribismo. El fracaso momentáneo de los acuerdos de paz surge, quizás, de ese relevante detalle. Soy un enérgico contradictor político del expresidente. Como escritor y columnista lo he tratado con sarcasmo, sátira y le he cantado unas cuantas verdades. Pero es innegable su influencia en millones de colombianos de todas las edades y estratos sociales. En términos políticos soy enemigo de Uribe, voy en contravía de sus ideas, detesto su guerrerismo y su prontuario judicial y su pasado y presente siniestro que le ha hecho mucho daño a las clases populares. Sin embargo, los escenarios legales y correctos para doblegar a Uribe son las urnas y los estrados judiciales. El 8 de octubre próximo está citado por la Corte Suprema de Justicia. Y yo mismo a riesgo de mi propia vida desde el extranjero he iniciado un largo camino para sentar a Uribe en la Corte Penal Internacional. Cabe la posibilidad que no sea necesario llegar a esa instancia si la justicia de Colombia actúa o si todos los que se odian a muerte y predican la guerra y hacen la guerra se sientan a conversar y frenan la orgía de sangre que recomenzó. Defiendo las vías legales y rechazo las vías de hecho y la confrontación armada. Por culpa del uribismo y los uribistas estoy en el exilio. Nada de raro tiene que a partir de este momento también me odie la extrema izquierda. Hay un error extendido entre la fanaticada de Uribe: pensar que el que no quiere a su ídolo apoya la lucha armada o el terrorismo, lamentable creencia que genera más violencia. Ojalá ese factible atentado sea descartado por los bandidos de la otra esquina del odio, pues generaría el peor de los escenarios en toda la historia sangrienta de Colombia. Larga vida a Uribe… en una prisión. Ante la violencia oponer la justicia, la razón y la sensatez. Expuesta la salvedad que Dios proteja y ampare a Álvaro Uribe Vélez.

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