Celebró más de un alfil del actual gobierno la salida de Hassan Nassar de Cable Noticias y su programa 360 Grados. ¿El motivo? Una mesa de análisis, debate y construcción de opinión menos. Se rehusó a Palacio y ya no va más.
Macabra “moraleja” que nos deja a las nuevas generaciones el paso de Juan Manuel Santos al frente de Colombia, cuando a la hora de hablar de libertad a las voces que desentonan el coro mediático, se trata.
¡Es la pepa que le faltaba a la maraca! Para que el baile fuera parejo. Ese que saben a la perfección aquellos del mandamiento con que simpatizan los gobiernos apurados, los trasnochados y de afán por un repunte en encuestas: nada vale como límite cuando de mantener el poder se trata.
Y tan inaceptable como "otras salidas del aire" que Colombia ya ha dado a más de un programa o líder antónimo del gusto oficial, resulta indignante saber que un nuevo silencio entre las parrillas de programación ocurrió en el país. Una mesa menos de discusión tendrán los colombianos para formarse su propia opinión que entre tanta paloma blanca, tanta pauta, tantas prebendas, va rumbo al barranco. Un mal síntoma del presidente Santos de su cumplimiento a la Constitución y la libertad de opinión que se logró dejar plasmada en la Constituyente del 91, y en menos de 60 días Juan Manuel Santos, volverá a jurar en vano.
Los que de corbata roban al Estado quieren enterrar otra vez una idea simple: la libertad de prensa. Nuevamente Hassan Nassar, le ha contado a Colombia que los corruptos cerraron un espacio de opinión más. Y también advirtió que seguirá implacable destapando las ollas podridas. Queda claro para el país que el temor que siembra la corrupción, el desgobierno, no tiene por qué enmudecer una convicción que jamás se podrá cuestionar: los derechos y libertades son el alma de una democracia.
Lo más fácil es callar ante el poder. Renunciar a hacer periodismo para asumir ser el vocero de los comunicados de un interés maquillador que desde algunas oficinas se pretendan difundir. Sin embargo, lo difícil es lo que se debe hacer. No puede nadar Colombia, por miedo al silencio mediático, en las aguas turbias del periodismo fácil o en las mansas de la complacencia. Sonará romántico, pero el deber es cambiar ‘la corriente’. Para aquellos “ecos” de farsas una zancadilla "larga y ancha" para entorpecer su rumbo e imponer el de la Ley y la Constitución. A los delincuentes de la libertad de opinión los debemos detestar. Y a quien pretenda con periodismo contrario al poder, como Hassan, derrotarlos y desenmascararlos, no queda más que rodearlo y apoyarlo.
Tan rechazable como ha sido la mordaza a los medios contrarios del régimen venezolano, hoy me indigna el que florece en Colombia. La desinformación, el silencio a la opinión diferente, no es práctica de un gobierno, sino de una empresa criminal. Un proyecto de quienes cunde el miedo y han sabido manipular la ley para disfrazar el delito. Solo si la sociedad colombiana decide levantarse y torpedear todo intento de burlar lo que se logró en 1991 en la Constitución, se escribirá otra historia. Una donde lo público no trabaje para una mala elección y nefasta reelección, sino que sirva para mayores libertades, con mayores presupuestos con más elementos para no tragar entero.
La base más solida de los “comerciantes de lo público” es la quietud de quienes observan con indiferencia repugnantes transgresiones a las leyes y la ética. Los colombianos tienen que estar dispuestos —como Hassan— a incomodar a los contrarios de las libertades.
De nosotros depende rasgar los disfrazases y “desnudar” el abuso del poder. Hay que mostrar las caras de quienes se atreven —con hipócrita discurso— a seguir apagando micrófonos y opiniones contrarias al interés del gobierno de turno. Que nuestro único temor sea encontrar en 50 años a este país inviable, asfixiado por aquellos que sin límite y contra la Constitución se burlaron de las libertades que en ella se consagraron y a todos nos pertenecen.
@josiasfiesco
