Un guerrillero ideólogo del M-19 entre los directivos de la Universidad Militar

Un guerrillero ideólogo del M-19 entre los directivos de la Universidad Militar

El Presidente pidió que Fabio Mariño estuviera en el Consejo Superior desde donde influirá en la estrategia de la Umng con su visión expuesta en el libro El Perdón

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abril 21, 2023
Un guerrillero ideólogo del M-19 entre los directivos de la Universidad Militar

Al principio, en 1962, aunque sólo un alférez podía tener derecho a ingresar a la institución, todo el Ejército se sentía orgulloso de la Universidad Nueva Granada. Este orgullo llegó al paroxismo en 1978 cuando en el Hospital Militar Central de Bogotá se creó la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud. La sede quedaba en la Calle 100 y albergaba a unos 200 estudiantes.

Con el tiempo, la Universidad Militar prosperando, se abrió a toda la comunidad de las Fuerzas Armadas, adquirió unos terrenos en Cajicá, un lote al lado de la Hacienda Ríogrande, 78 hectáreas que aspiran a ser construidos como uno de los campus universitarios más grandes de Latinoamérica.

Tiene 29 programas de Pregrado presenciales, 6 Pregrados a distancia, 50 Especializaciones médico-quirúrgicas, 27 Especializaciones no médicas, 17 Maestrías y 3 Doctorados. También cuenta con 120 cursos de extensión, 21 diplomados, 368 convenios vigentes, 104 cursos de idiomas presenciales, 16 cursos de idiomas a distancia.

Adicionalmente, muestra unos números impresionantes: 6.825 m² de laboratorios e invernaderos, 18.824 m² de zonas de bienestar y 571 m² de biblioteca. En 2015, bajo el gobierno de Juan Manuel Santos, la entonces ministra de educación, Gina Parody, les entregó la Acreditación de Alta calidad, pero algunos miembros de esta comunidad recibieron como un cachetazo del Gobierno y sobre todo de la ministra Aurora Vergara, la designación de un exguerrillero como miembro del Consejo Superior de la Institución de Educación Superior pública.

Se trata de Fabio Mariño Vargas quien reemplaza en el Consejo Superior a Víctor Hugo Malagón. A algunos militares cercanos a la Institución, la noticia les cayó como un baldado de agua fría, que la consideraron casi como una provocación por parte del gobierno Petro.

Mariño se conoció con el presidente Petro mientras ambos hacían parte del M-19, a mediados de la década del ochenta. Era conocido con el alias de Comandante Hipólito Blanco, un homenaje a su personaje histórico favorito, Simón Bolívar, ya que su primera niñera se llamaba Hipólita y se apellidaba Blanco. Los años en la guerrilla fueron durísimos para él: anduvo por todo el país rural hablándole a su gente sobre la necesidad y la urgencia de una Colombia mejor. Y también haciendo lo mismo en las barriadas de Cali, Bogotá, Medellín, toda la Costa Norte y Pacífica, los Llanos, mientras tenía en los talones el fuego de sus perseguidores, que cumplían la perentoria orden de darle cacería porque se le consideraba en los planes militares, con acierto, un objetivo 1A.

El ejército se cebó en él montándole una persecución. Tenía un ángel de la guarda que lo salvó más de una vez de la muerte, pero en 1986 cayó. Cuentan sus amigos más cercanos que lo metieron en las caballerizas de Usaquén y lo torturaron día y noche. Incluso, le inyectaron el que llamaban “suero de la verdad” que era Pentonal. Desesperado, meses después de la toma del Palacio de Justicia, les dijo a sus captores que sabía dónde se iba a reunir un Comandante del M-19. Los soldados lo soltaron y él aprovechó un descuido para fugarse. Lo volvieron a agarrar y permaneció dos años preso. Cuando salió libre, un médico que lo vio, comprobó su lamentable estado: entró pesando 85 kilos y apenas pesaba 40.

El comandante Carlos Pizarro le vio su talento político, le quitó el fusil y lo puso a andar por todo el país. Había tenido experiencia en varias universidades del país, entre ellas la de Los Andes. Era un profesor con empatía, dispuesto a escuchar a todo aquel que se acercara. Una vez se desmovilizó, trabajó de la mano con Antonio Navarro en la construcción de la Constitución de 1991 y tuvo que ver con la elección de Petro como Alcalde de Bogotá.

En marzo del 2018, previo a la primera vuelta presidencial, antes de un debate, a donde no fue invitado Gustavo Petro, el país vio a Fabio Mariño Vargas luciendo una camiseta que decía: “Aquí falta Petro”.

El actual Presidente también le permitió estar en su lista al Senado en ese año. Era la manera de premiar su fidelidad. Se ahogó, pero siguió luchando y ahora tiene su recompensa al ser elegido por el Gobierno como miembro del Consejo Superior de una Universidad que representa todo lo que alguna vez odió, pero también inspiró sus reflexiones consignadas en el reciente libro El Perdón publicado por Editorial Bolívar Impresos en donde relata sus experiencias de vida.

La designación de Mariño en el Consejo Superior tuvo el respaldo de otras personas como el general retirado Gustavo Adolfo Ocampo, quien en comunicación dirigida al presidente Petro, dijo que comparte con el politólogo y especialista en Administración Pública y Alta Dirección del Estado el propósito de buscar la paz duradera y total para el bien de la Nación.

 

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