La renuncia del presidente Evo Morales en Bolivia estuvo precedida por un golpe militar, disfrazado como una invitación a la dejación del poder, hecha por el general Kaliman, comandante de las Fuerzas Armadas. No fue sangriento, es cierto, con ejecuciones o apresamientos de por medio; pero fue un golpe en la medida en que cortó el hilo constitucional de continuidad en un poder personificado en el presidente.
Evo, hay que decirlo, no solo representó el ascenso histórico al Estado del pueblo indígena, una masa secularmente marginada y explotada. También significó el ejercicio de un gobierno exitoso, al menos en tres grandes frentes: el crecimiento económico, la disminución de la pobreza, y la construcción de la confianza popular.
Es verdad, por otra parte, que la prolongación de sus mandatos reafirmaba su origen democrático, a través de mayorías sólidas; pero implicaba quizá el debilitamiento del Estado de derecho, circunstancia en la cual, la participación ciudadana para las grandes escogencias políticas corre el riesgo de verse distorsionada bajo los marcos de una “democracia no-liberal”. Lo cual desnaturaliza en algún grado el régimen democrático.
De todas maneras, la intervención de las Fuerzas Armadas ha provocado un golpe, aunque sin una alternativa de poder que ellas encarnen; al menos, no de un modo visible. Las Fuerzas Armadas empujan al gobierno civil fuera del poder, pero sin que ellas representen una salida viable en tanto nuevo centro de las decisiones fundamentales; razón por la cual, se trata de una especie de semigolpe militar o golpe hacia el vacío; un vacío que se presta a todos los riesgos; y que se acentúa por el hecho de que la oposición al gobierno de Evo cuenta apenas con una fracción minoritaria de senadores.
Antes de dimitir, el presidente en ejercicio había aceptado la realización de nuevas elecciones. Estas deben organizarse con prontitud y con todas las garantías civiles y políticas, ofrecidas al conjunto de fuerzas, incluido el propio partido MAS, el del antiguo líder de las movilizaciones cocaleras, hoy asilado en México.