El debate sobre el paramilitarismo en el Congreso de la República ha sido un espectáculo que será difícil de olvidar. Largo, agotador, con lenguaje poco usual por parte de algunos miembros del Congreso y con más dudas que aclaraciones. Sin embargo, es posible identificar quién ganó y cuántos perdieron y con este balance poco alentador, poder mirar un poco como evoluciona la política y sobre todo, como muchos lo han señalado, cómo se vislumbran las posibilidades de que la sociedad colombiana se reconcilie y pueda vivir en paz. A pesar de que la verdad fue, como siempre pasa, la primera sacrificada en estas discusiones tan agrias, sí es posible identificar quién ganó y quienes perdieron.
Ganó el senador Iván Cepeda por varias razones. Primero, se salió con la suya de cuestionar los diversos vínculos con el paramilitarismo y con el narcotráfico del hoy senador Uribe Vélez, que son parte de los rumores que circulan hace mucho tiempo. Y aunque fue muy poco lo nuevo que aportó y que no ha llevado al senador Uribe a los estrados judiciales, sí consiguió sembrar dudas entre aquellos que no habían logrado identificar una secuencia de hechos que fueron bien descritos por Cepeda. No llegó el debate hasta el punto de aclarar muchos hechos y por lo tanto no es mucho lo que se aporta a esta terrible historia del militarismo en Colombia pero como del Congreso el tema pasará a la Justicia, sí es un primer paso que ojalá le permita a los colombianos saber la verdad.
Sin duda hubo muchísimos perdedores siendo el que más el expresidente Uribe, no tanto por lo que se dijo contra él sino por su actitud. En semejante debate salirse especialmente cuando acabó su intervención fue sin duda un signo de debilidad, algo que nadie jamás le había visto en sus actuaciones públicas. Pero además, su técnica de atacar en vez de contestar serenamente, sirvió para dejar la sensación de que la política y sus actores no están libres de culpa, pero no se tradujo necesariamente en una actitud de solidaridad con él. Imposible pensar que lo tomara por sorpresa lo que estaba pasando en el Congreso.
El otro gran perdedor fue el senador Jimmy Chamorro a quien el senador Uribe lo acusó de haber recibido financiación de narcotraficantes. No debe salir este senador de su profundo asombro porque fue una sacada de trapos al sol, imprevisible, dado el grado de amistad que existía entre los dos. Pero también resultó perdedor el Congreso de la República porque dado el tono, el lenguaje de algunos de sus miembros, se redujo aún más la majestad que debería tener.
Lo más duro es que perdió el país por innumerables razones. Como lo han mencionado algunos, quedó en videncia que la política de este país se mueve entre odios, revanchas, acusaciones, lo que dificultará aún más que se encuentre el camino de la paz. Y lo peor es que no se sabe la verdad, y sin verdad, no habrá ni justicia ni reparación que conduzcan a un país distinto. La sensación de la ciudadanía es de frustración, de desconsuelo porque temas tan dolorosos como el paramilitarismo no salen de esa especie de nebulosa que impide que este mal y los otros como la profunda inseguridad que afecta a la población, que no nacieron ahora sino que han tenido capítulos en nuestra historia, no logren comprenderse plenamente, identificar causas y autores para poder cerrar esos capítulos algún día.
Pero, eso sí, lo único que no podemos hacer, es aceptar la fórmula del senador barranquillero Efraín Cepeda, quien afirmó respecto al debate que "lo mejor era pasar la página". Así hemos vivido en este país, dejando los graves problemas en el aire y aplicando la fórmula de "dejar pasar".
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