Al titular este comentario, tuve dudas: para referirme al fiscal general de la Nación no sabía si utilizar la palabra deslenguado o la de lenguaraz, y la duda me hizo consultar el diccionario de la Real Academia Española. Allí encontré que deslenguado significa desvergonzado, desbocado y mal hablado; y que lenguaraz era el término apropiado para calificar a aquellas personas que, además de deslenguadas, son atrevidas en el hablar. Se comprenderá, entonces, por qué decidí combinar ambos términos en este titular.
En efecto, en sus diatribas contra el presidente Gustavo Petro, el fiscal general ha estado haciendo acopio y practicando todas las malas acciones reseñadas en las anteriores definiciones. Le dice, por ejemplo, que tiene rabo de paja y antecedentes criminales; que ha sido indultado; que su familia ha pertenecido a organizaciones criminales, etcétera, que es lo que quiere que se entienda cuando afirma que él, el fiscal, no ha incurrido en nada de lo anterior.
Pero señala también que el jefe de Estado está irrespetando a Colombia al desconocer la división de poderes que aquí existe y la autonomía de la fiscalía; y para hacer más evidente su condición de lenguaraz y deslenguado, puso en labios del presidente frases que él nunca ha pronunciado, como la de que la fiscalía “es un lugar que permite la ejecución de homicidios”, al tiempo que lo sindica de “poner en entredicho mi nombre, el nombre de la vicefiscal y el nombre de los funcionarios que hemos desempeñado con decencia este cargo”.
Y como si lo anterior fuera poco, le ha sugerido al presidente que lo declare insubsistente “para de una vez decirle a Colombia que ya no tenemos democracia, que estamos en camino de una dictadura y que hay un golpe de estado judicial en este territorio”. Y que lo único que tenemos que hacer los colombianos es defender el actual modelo: “el de la democracia, el de los períodos, el de los cambios, el de las transformaciones, el del respeto a las diferentes ramas del poder público”.
Y pensar que tanta furia vino a raíz de que el presidente le solicitara información sobre las investigaciones que se hayan adelantado ante el asesinato de 200 campesinos indefensos, de los cuales la fiscalía sabía que estaban amenazados sin que hubiera hecho nada para protegerlos.
Petro debe estar temblando ante este funcionario tan poderoso, que anda, por lo demás, en busca de la notoriedad suficiente para hacerse merecedor a la candidatura presidencial; eso sí, mientras sea en representación de hombres impolutos, intachables, como muchos de los que militan a la sombra de Álvaro Uribe.
Volviendo a Petro, ¡que Dios lo proteja!